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Tailandia veta a Orwell

La lectura de la novela ‘1984’ es un acto de resistencia pacífica contra el golpe militar de mayo

El general golpista tailandés, durante un discurso a principios de mes
El general golpista tailandés, durante un discurso a principios de mesN. SANGNAK (Efe)

El clásico de George Orwell 1984 se ha convertido en un símbolo de protesta y resistencia en Tailandia, un país cada vez más orwelliano desde que los militares dieron el 12º golpe de Estado exitoso en 80 años el pasado 22 de mayo. La asonada militar culminó el 21 de agosto con el nombramiento del general golpista, Prayuth Chan-ocha, como nuevo primer ministro, en una asamblea llena de militares en la que era el único candidato. Prayuth ni se encontraba en el hemiciclo cuando fue elegido nuevo líder del país con tres abstenciones y ningún voto en contra.

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La censura, sin embargo, sigue intentando silenciar cualquier crítica hacia los golpistas. Una prueba de ello es que en las librerías de Bangkok actualmente es difícil encontrar un ejemplar de la novela de Orwell, pese a no estar oficialmente prohibida. “No tenemos ningún ejemplar a la venta, podríamos tener problemas con la policía”, asegura la vendedora de la librería Asia Books de Asok, situada en el centro de Bangkok, mientras que en la librería B2S del barrio de Ladprao han intentado camuflar la cubierta con cinta aislante de color negro, aunque todavía puede leerse en el lomo 1984. En junio, la policía intimidó a los organizadores de un pase de la película basada en la novela de Orwell en unos cines de Chiang Mai.

La descripción de la novela de un Estado donde las autoridades ejercen un poder absoluto y pretenden controlar el pensamiento de los ciudadanos ha sido comparada con la sociedad tailandesa tras el golpe de Estado, lo que parece haber incomodado a la junta militar. Tras el golpe, pequeños grupos de no más de cinco personas, para no desafiar el veto impuesto por la ley marcial, se sentaron en las aceras de Bangkok para leer la novela de Orwell como forma de resistencia pacífica, y desplegaron un cartel con la imagen del general Prayuth donde se podía leer “Tailandia 1984”. “Estaba leyendo la novela y comiendo un sándwich frente a Siam Paragon [un famoso centro comercial de Bangkok] y fui arrestado. Un oficial de mi universidad fue quien me ayudó con la policía, pero podría haber ido a prisión”, expone Champ, de 20 años. Los sándwiches por la democracia también se han convertido en símbolos de resistencia pacífica.

Más de 300 personas, muchas sin cargos, han sido detenidas tras la asonada del Ejército 

Desde que los militares se hicieron con el poder, quienes protestaron mostrando el saludo de tres dedos que aparece en la película Los juegos del hambre, poniéndose cinta adhesiva en la boca o tocando La Marsellesa también fueron detenidos y podrían enfrentarse a una pena de prisión de dos años, según Human Rights Watch, cuya sección de su página web con información sobre Tailandia está ahora censurada.

El Ejército tailandés, tras el golpe de Estado, creó el Consejo Nacional para la Paz y el Orden (NCPO), que une las fuerzas armadas y la policía, y ha detenido a más de 300 personas, la mayoría de ellas sin cargos, según Human Rights Watch. “El futuro que se muestra en el libro de Orwell es crudo, brutal y se abusa de los derechos. Tailandia no ha llegado a ese punto todavía, pero a los tailandeses les inquieta expresar sus opiniones, unirse a grupos que piensan de la misma manera, o actuar para asegurar sus derechos porque pueden ver a los soldados en la puerta [de su casa]”, explica Phil Robertson, director adjunto de la división de Asia de esta organización.

Como consecuencia de la censura, la compañía aérea Philippine Airlines también ha incluido entre sus recomendaciones para viajar a Tailandia no llevar la novela distópica de George Orwell, para que nadie pueda confundir al viajero con un manifestante antigolpista.

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