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Los ‘indignados’ turcos recurren al silencio para mantener su protesta

"Estamos aquí simplemente de pie, para que así no pueda llamarnos ni terroristas ni criminales", dice una manifestante silenciosa de Estambul

El coreógrafo Erdem Gunduz (centro) asiste a un "duranadam" o protesta en pie en Estambul el pasado martes.
El coreógrafo Erdem Gunduz (centro) asiste a un "duranadam" o protesta en pie en Estambul el pasado martes. VASSIL DONEV (EFE)

Tras más de dos semanas de música, ruido y protestas contra el Gobierno en un ambiente festivo en el Parque Gezi y la Plaza Taksim en el centro de Estambul, que finalizaron abruptamente con una violenta intervención policial el pasado fin de semana, los manifestantes turcos han encontrado una nueva forma de protesta: estar de pie en silencio.

"Cuando estábamos en el Parque Gezi, (el primer ministro) nos tiraba gas lacrimógeno, era ridículo, así que ahora estamos aquí simplemente de pie, para que así no pueda llamarnos ni terroristas ni criminales", dice Yagmur Tanriverdi, una estudiante que precisamente hoy cumple 18 años y lleva dos horas y media en pie en la Plaza Taksim. A su alrededor, unos pocos cientos de personas. Casi todos en pie, algunos sentados, muchos leyendo, la mayoría en silencio. Hay hasta un maniquí.

El pasado lunes a las seis de la tarde, Erdem Gunduz, un artista de performances, se plantó en la Plaza Taksim, las manos en los bolsillos, su mochila en el suelo. Gunduz permaneció durante horas en silencio y de pie frente a la gran bandera turca que preside la plaza y, detrás de ella, frente al Centro Cultural Ataturk, nombrado en honor a Mustafá Kemal Ataturk, el fundador de la República Turca en 1923. Pronto se le unió más gente que, como él, se mantenía en silencio y en pie frente a la bandera y la gran foto de Ataturk en la fachada del edificio.

Había unas 300 personas cuando la policía se decidió a intervenir sobre las 2 de la madrugada. La mayoría de la gente se marchó pero los agentes detuvieron a unas 10 personas que no querían dejar el lugar. Desde entonces, la expresión duranadam ("el hombre en pie", en turco) se convirtió en trending topic en la red social Twitter y decenas de personas llevan han repetido ayer y hoy esta forma de protesta en la Plaza Taksim, en otros lugares de Estambul y en otras ciudades del país.

Yagmur Tanriverdi es una de las personas que está leyendo, en su caso es "Rebelión en la granja", una obra alegórica en la que George Orwell critica el totalitarismo de Iósif Stalin en la Unión Soviética. "Estoy leyendo este libro porque trata sobre la democracia y creo que puede interesar a la gente aquí y que puede ayudar a entender por qué estamos aquí", explica esta esta joven.

Turquía está a punto de cumplir tres semanas de protestas masivas contra la violencia policial y contra el Gobierno del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, acusado de "autoritario" por los manifestantes. El Parque Gezi estuvo ocupado por cientos de personas desde el 1 de junio, que plantaron tiendas de campaña y protestaban de forma festiva junto a miles de personas que cada día tomaban el parque y la plaza. Las manifestaciones atrajeron a gente de diferentes edades y tendencias políticas y religiosas pero la mayoría eran jóvenes de clase media urbana. La policía intentó desalojar a los manifestantes, en su gran mayoría pacíficos, en varias ocasiones y, finalmente, el pasado sábado los agentes antidisturbios expulsaron violentamente a la gente del Parque Gezi.

"Este parque debería estar abierto al público, tenemos derecho a estar aquí", dice Deniz Yonat, una administrativa de 28 años, que junto a unas pocas decenas de personas está en pie no en la plaza en sí sino al principio de las escaleras que ascienden al Parque Gezi. Arriba, frente a ellos, un cordón policial, varios agentes sentados en sillas de plástico y otros muchos de pie, que devuelven la mirada a los manifestantes. Algunos policías hacen fotos de la gente que los observa de pie al otro lado de las escaleras.

"Queremos que nos devuelvan nuestras libertades, en los últimos 10 años hemos perdido varias libertades", añade Yonat, que como ejemplo menciona una ley que el Gobierno quiere aprobar para limitar el derecho al aborto y comenta cómo Erdogan ha dicho varias veces públicamente que las mujeres turcas deberían tener "al menos tres niños".

"O los medios de comunicación", añade Goksel Kurtulus, de 30 años y también administrativo, "ahora mismo (en Turquía) no podemos recibir noticias de medios de comunicación libres". La falta de libertad de prensa y el hecho de que Erdogan tiende a aconsejar a la gente cómo comportarse en su vida privada son algunas de las quejas compartidas por los manifestantes.

"Éste es nuestro despertar, durante años hablábamos de todo lo que estaba mal y por fin nos hemos despertado", continúa Kurtulus. "Claro que tenemos miedo, no somos manifestantes profesionales, yo trabajo en una oficina, ésta es la primera vez que protesto en mi vida".

"El Gobierno está tratando de dividirnos entre islamistas y los demás, pero no queremos eso, somos todos un país, no hay contradicciones, cada uno debería ser libre de hacer lo que quiera", añade entonces Yonat. Muchos de los manifestantes han acusado a Erdogan de querer imponer a toda la población los valores conservadores de su partido, de tendencia islamista moderada.

"Estar de pie tanto tiempo, sin usar el cuarto de baño durante ocho horas… Ésta no es una protesta violenta, es una protesta que incluso gusta a la vista, es una protesta pacífica", declaró hoy a la prensa Bulent Arinc, viceprimer ministro. Tras su extensión a varias ciudades turcas, varios representantes del Gobierno han repetido que no van a intervenir contra este tipo de protesta silenciosa y pacífica.

Al menos cinco personas han muerto desde que se iniciaron las manifestaciones en la semana del 27 de mayo, incluido un policía, y más de 7.800 han resultado heridas, 59 de ellas de gravedad, mientras que otras 11 han perdido la vista, según las cifras más recientes del TTB. Las violentas intervenciones policiales contra los activistas que protestaban contra la demolición del parque de Gezi, en el centro de Estambul, provocaron una serie de manifestaciones masivas en varias ciudades turcas contra el Gobierno y, en particular, contra el primer ministro Erdogan. Tras dos semanas en las que cientos de personas ocuparon el parque, la policía lo desalojó por la fuerza el pasado fin de semana.

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