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Aunque se vayan, “ellos” habrán vencido

Reino Unido ha logrado que la UE evolucione a su gusto, muy lejos del gran proyecto francés

Manifestantes antieuropeos, frente al Parlamento británico en Londres, en octubre de 2011.
Manifestantes antieuropeos, frente al Parlamento británico en Londres, en octubre de 2011.Suzanne Plunkett (Reuters)

¿Por qué van a querer irse? Sabemos que la originalidad forma parte del ADN británico, sobre todo del inglés. Pero que ese delicioso rasgo de su carácter les haga abandonar la Unión Europea (UE) parece un paso difícil de comprender incluso para el menos racional de los franceses. Por una razón muy sencilla: Europa es británica, un hecho del que al parecer no se han dado cuenta ni el UKIP (el Partido de la Independencia del Reino Unido) ni los tories, a los que también les gustaría que su país se fuera de la Unión.

Esa gente no tiene sentido de la Historia o no lee los periódicos. Desde que el Reino Unido se incorporó a lo que entonces era la Comunidad Económica Europea (CEE), en 1973, ha conseguido que evolucione según sus deseos. De inmediato se planteó dos objetivos principales. El primero fue perfeccionar el gran mercado --el mercado único-- puesto en marcha a mediados de los ochenta. El segundo fue, tras la caída del muro de Berlín en 1989, luchar para que la Unión fuera cada vez más numerosa.

En estos dos aspectos, Londres no tiene más remedio que felicitarse. Ha triunfado en toda la línea: la Unión tiene 27 miembros, pronto 28, que nadie es capaz de enumerar de corrido sin equivocarse al menos una vez. Y da la impresión de que la preocupación fundamental de la Comisión es perfeccionar de manera constante la inmensa zona de libre comercio que es Europa.

Para comprender en su justa medida lo que han logrado los británicos, hay que imaginar Europa tal como la sueñan (¿la soñaban?) los franceses. Exactamente todo lo contrario. París concebía una Europa que fuera una fuerza singular en el escenario internacional, al lado de Estados Unidos, Rusia y China. Además de una zona de libre comercio, Europa debía tener una política exterior y una política de defensa comunes, tener un hueco entre los grandes para imponer sus puntos de vista (si eran los de Francia, mejor) en un mundo de bárbaros. Londres no quería ni una cosa ni otra. Y Londres venció: con más de 20 Estados miembros, no existe ninguna política común (aparte del establecimiento del gran mercado, por supuesto).

Los franceses imaginaban una Europa a caballo entre el mercantilismo de Colbert y la socialdemocracia, en la que, desde Bruselas, podrían apadrinar “grandes proyectos” industriales y de infraestructura (el parisino keynesiano adora los “grandes proyectos”) que despertarían la envidia de los norteamericanos. Debilitada por los ataques combinados que le llegan de todas partes --y en eso, París tiene su parte de responsabilidad--, la Comisión, que debería representar los intereses europeos, no dirige ya gran cosa. En la UE actual, el poder está en manos de los Estados. Westminster no debe tener miedo, ahora menos que nunca, a los ucases de un superestado europeo que solo existe en las pesadillas de un diputado británico conservador después de unos cuantos gin tonics.

Los franceses querían una Europa social, la que no quieren los británicos. Pero con 27 miembros, pronto 28, es inútil buscar el famoso “modelo social” europeo: ¿qué tienen en común el Estado de bienestar a la búlgara con el Estado de bienestar a la escandinava? Los franceses concebían una “unión cada vez más estrecha”, tal como dicen los tratados de fundación. Los británicos obtienen siempre todas las derogaciones de normas comunes que quieren. Han convertido la Unión en un club a la carta.

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¿Serían distintas las cosas si el Reino Unido se retirase de esta Europa desunida? En absoluto, porque el talento de los diplomáticos británicos --alguien de Oxford o Cambridge vale por tres enarcas, por lo menos-- está en haber conseguido incorporar a toda Europa a sus ideas. Como buen europeo, yo leo todos los días el Financial Times. Y es la pluma de uno de sus comentaristas, Janan Ganesh, la que me ha descubierto la verdad: “Gran Bretaña ha dado forma a la Europa actual” (FT, 18/12/12).

Lo cual deja sin contestar la pregunta que hacía al principio: ¿por qué van a querer nuestros amigos británicos irse de “su” Europa?

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