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El lenguaje de los cohetes

Lluís Bassets

Es un artefacto de 32 metros de largo y 85 toneladas, con tres cuerpos que permiten propulsar un satélite de 100 kilogramos hasta una órbita de 540 kilómetros, y ha caído en el océano, junto a Filipinas, a 3.200 kilómetros. En dos ocasiones, en 2009 y el pasado abril, la agencia espacial de Corea del Norte fracasó en sendos lanzamientos, pero lo ha conseguido este pasado miércoles. Se denomina Unha-3, Galaxia en coreano, y el satélite responde al nombre de Kwangmyongsong-3, que significa Estrella Brillante.

A pesar de su nombre pretencioso, el objeto colocado en órbita no podía ser más inofensivo, un rudimentario satélite que manda imágenes de vídeo de baja calidad de la tierra. La noticia del lanzamiento ha sido anunciada con solemnidad por el régimen y acogida con festejos populares y una gran concentración en Pyongyang. Irán mandó observadores a la base de lanzamiento coreana y ahora ha expresado también su satisfacción por el éxito, entre otras razones porque también comparte la tecnología utilizada.

Corea del Norte cuenta con un pequeño arsenal nuclear, entre seis y doce artefactos, aunque no tiene todavía la capacidad de miniaturizar que requiere su colocación en la cabeza de un misil transcontinental. El lanzamiento viola la resolución 1718 del Consejo de Seguridad, aprobada por unanimidad, por tanto, con acuerdo de China y de Rusia, que prohíbe las pruebas nucleares y balísticas y establece un embargo comercial y un régimen de sanciones a sus dirigentes.

Kim Jong-un, de 29 años, utiliza el lenguaje de los cohetes como instrumento de acción exterior y de consolidación interior, siguiendo así la tradición de la dinastía familiar que rige los destinos del país desde 1948. Con el lanzamiento quiere demostrar que se ha asentado en el poder heredado de su padre, Kim Jon-il, e incluso le ha superado en la proeza espacial. Es una forma también de celebrar esta dinastía comunista, única en el mundo, en el centenario del nacimiento de su fundador Kim Il-sung.

La cohetería coreana contiene también mensajes más concretos en relación con las elecciones de Japón y Corea del Sur los días 16 y 19 de diciembre, países en los que la amenaza de los Kim forma parte del debate electoral. Además, cada vez que Pyongyang enseña los dientes la comunidad internacional entiende que tiene ganas de negociar y obtener beneficios económicos de sus bravuconadas. La amenaza es su forma de comunicarse con el mundo exterior.

Comentarios

De los tambores lejanos a los cohetes cercanos. Cambio de instrumento para la misma canción.
Se escribe Pionyang, según la RAE.
En su línea Luis Bassets hostiga desde el mundo libre a la otra parte. Hay que recordar, sin embargo, cosas que aquí no se tiene en cuenta, como el hecho de que en lado de la libertad que representa el periodista español, hay también un lenguaje coheteril notable. La hojalatería militar que exhibe el mundo libre es en proporción mucho mayor en calidad y cantidad que la que se hace desde el otro lado. Si bien es percibida de manera distinta. Las exhibiciones de poderío militar de EE UU la OTAN o Israel, son interpretadas en la mayoría de los casos como defensa de la libertad. Mientras que del otro lado son interpretadas como un ataque a esa supuesta libertad. Podríamos establecer un paralelismo, a saber; a mayor aparato militar, mayor libertad. La libertad que da la impunidad de un gran arsenal nuclear y de armas convencionales. Además de los miles de soldados acuartelados en diferentes países amigos, no siempre libres, pero en los que se encuentran importantes arsenales energéticos, indispensables para que el mundo libre lo sea, que es para lo que allí están y no para liberar al mundo esclavo de sus tiranos. Este clientelismo tiene un precio, el silencio de la prensa, ante la violación reiterada de los derechos humanos de los estados amigos. Corea del Norte, un estado enemigo, lanza un cohete, al parecer inofensivo, y el mundo libre se escandaliza, pero no lo hace cuando los misiles patriot, no tan inofensivos, se instalan en Turquía, en la frontera con Siria. O cuando portaviones militares de EE UU se dirigen al golfo pérsico a proteger sus intereses comerciales. Cuando estos movimientos de sables se producen, muy a menudo por cierto, suele haber una confusión entre los ciudadanos de las verdaderas intenciones de estos. Pero el mundo libre, y por el hecho de serlo, tiene carta blanca sobre lo que sus ejércitos puedan hacer. Cualquiera, por inocente que sea, entiende que un ejército sirve para obligar a otros, para esclavizar y para obtener beneficios de ese poder. Beneficios que sirven a los países libres para seguir siéndolo. Sin la amenaza que supone una hegemonía militar como la de EE UU, el mundo libre colapsaría. Lo militar es el verdadero soporte de la libertad, y no la democracia.
A mí lo que me gustaría saber es si lo mismo que Zapatero se atrevió a sacar las tropas de Irak sin contar con el permiso de Bush, se atreverá Rajoy a pedir el rescate sin contar con la anuencia de Merkel. Según confesión a los sindicatos, el primer mandatario de España, aunque parece más el quinto después de la germana (se acabó aquello de primero de España y quinto de Alemania de su alteza don Carlos), no pide el rescate porque la canciller germano-española no lo quiere. No depende de nuestra necesidad sino de la necesidad de quien no lo necesita. ¿Puede haber mayor cesión de soberanía y sin acuerdo ninguno? En lo militar se demostró independencia pero en lo económico no parece posible, no con un santo Job de comandante en jefe que todo lo fía a la espera... del otro.
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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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