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El pivote asiático de Obama

Lluís Bassets

La idea tiene algo más de un siglo y pertenece al padre de la geopolítica, Halford J. Mackinder, que pronunció en 1905 una conferencia titulada precisamente El pivote geográfico de la historia. En su concepto hay un eje o pivote sobre el que giran unas relaciones de poder internacionales fuertemente condicionadas por la geografía. Este punto se encontraba en Asia Central y le condujo a enunciar su teoría más célebre, que ha condicionado la política internacional del último siglo y se resume en la idea de que quien controla el corazón del continente (Heartland) controla el mundo.

La dificultad del momento y del cambio de pivote queda expresada por el estallido de la crisis de Gaza: a Obama no le bastará con clausurar las dos guerras de Irak y Afganistán para culminar el giro. Era el último viaje del presidente con su socia del equipo de rivales, Hillary Clinton, ahora en vías de salida, que no pudo culminar la gira, puesto que fue requerida con urgencia en Jerusalén para obtener la tregua entre Hamás y Netanyahu.

La rapidez de China en su ascenso no se explica sin el zarzal iraquí y afgano con el que Bush entretuvo a Estados Unidos. Pero será difícil que Washington traslade definitivamente el pivote o eje del mundo y se dedique a disputar la hegemonía al socio y, sin embargo, rival estratégico que es China, si antes no cancela el pivote fijado por israelíes y palestinos en la tierra disputada de Oriente Próximo sobre la que todavía gira la estabilidad del planeta.

Comentarios

"...........para obtener la tregua entre Hamas y Natanyahu". , Sr. Bassets, su subconciente le traiciona, es que es dificil ser objetivo, y su intencion de menospreciar a Natanyahu y de paso a Israel, francamente decepciona. La tregua es entre Hamas e Israel, y ese conflicto no es de Natanyahu, quien quieralo o no, como primer ministro de Israel, trato de defender a sus ciudadanos.
Israel es un aliado especial de EEUU. Pero las dinámicas historicas cambian, y entre ellas, está la macroeconomía y el peso geopolítico. A medida que EEUU vaya mejorando y puliendo su suficiencia energética en el futuro, podrá jugar una carta menos condicionada en el Oriente Medio. Seguirá apoyando a Israel, pero de forma menos obvia. Israel ya anticipa este tipo de movimientos tectónicos. Hará un año, en una visita de A. Merkel, ella aseguró "que el Estado Alemán hará todo lo posible por asegurar que el futuro de Israel sea autónomo y brillante". En ese encuentro además de conmemorar el Holocausto, se debatió sobre las afinidades industriales y las sinergias economicas entre ambos países.Sin duda, Israel lo tiene dificil este siglo, pero también sabe buscar aliados. En cuanto a EEUU, su gran pelea es económica: es una de las grandes economías del primer mundo, y la más puntera tecnológicamente en muchos sentidos. El gran problema que afronta es que su ventaja no se reduzca, y a la vez, asegurar su propia prosperidad futura en un mundo globalizado. Por eso vigila el gran mercado asiatico, donde la competencia es feroz. El Pacífico es el nuevo "Axis mundi". Para Europa, sin embargo, las cosas pintan mal. Carece de iniciativa política consistente, tiene problemas internos de los que sus competidores carecen, y está en un proceso de busqueda de identidad propia que se alarga durante de décadas. Es un gigante económico al que su enanismo político le está resultando muy caro. Es probable que con esa dinámica, a finales de este siglo sólo sea una confederación descafeinada, con escasos resortes económicos y una influencia política residual en el exterior. Es decir, una macro-Suiza decadente.China, sin embargo hemos de recordar que todavía es un coloso con pies de barro económicamente, y con posibilidades de conflicto social latentes. Lo que por otro lado, impulsa a sus élites dirigentes (cuyo éxito se basa en una especie de meritocracia interna) a intentar mantener la pujanza económica de su país (su única fuente de legitimidad). A base de copia y pega, una fuerte disciplina (cruel, a veces) y una educación muy exigente, están adquiriendo tecnología e implementando masa crítica de mercado. De hecho, ya se han apropiado de las tecnologías de consumo, y las aplican. Su gran reto es crear un mercado de consumo interno lo bastante fuerte como para reducir la dependencia del consumo exterior. Un aspecto de esta estrategia es su busqueda de materias primas en LatAm y en Africa.Podria mencionar a Brasil y Rusia como países con ambiciones regionales de peso, y recordar a la India y su apuesta por las tecnologías de la información. Son actores que surgen, aprovechan el desplazamiento global de poder adquisitivo (también el movimiento de capitales) hacia sus emergentes clases medias (aunque en el caso Ruso, es más bien una oligarquía que hace de motor de consumo). La tendencia es la renovación del discurso del esfuerzo nacional, aunque con una gran apertura al capital exterior. Esa es la clave pragmática de esos países.Este mundo multipolar, aunque escorado hacia uno de sus ejes, sigue sin embargo pendiente de viejos problemas, que yo creo personalmente que acabarán siendo relegados a un segundo plano toda vez que los actores se consoliden (y sus dinámicas). A mí me duele Europa y cómo ha decidido dar la espalda a largo plazo a la posibilidad revolucionaria de crear un Estado plurinacional, con su parlamento (voto universal)con una jefatura Presidencial electa por votación universal, con plenas competencias de cara al exterior. Europa podría ser mucho más de lo que es si hiciera todo lo que puede hacer. EEUU, por razones de su nacimiento político, no ha tenido problemas de ese tipo, pues no ha tenido que enfrentarse a las inercias históricas de estructuras estatales y nacionales preexistentes. De hecho, es uno de los pocos estados que deben a la filosofía aplicada su aportación sobre las formas y el funcionamiento del estado. El pensamiento de B. Franklin, de Montesquieu, de Tocqueville... confluyen ahí construyendo "exnovo" ese Estado. Los europeos arrastramos demasiada historia, demasiados complejos, y nos cuesta desembarazarnos de ellos.Y en el mundo actual todos esos nuevos actores están desechando complejos e ideas preconcebidas sobre sí mismos. Más nos vale mirar afuera para saber como arreglar lo de dentro. Un pragmatismo desembarazado de melancolía es lo que necesitamos. Y un ideal definitivo, con punto y final, que alcanzar. Pero en este caso los medios importan tanto como los fines. Lo que estamos haciendo ahora no tiene nombre, y parece más bien una rendición del poder político (falta de ideas y alternativas) ante el poder fáctico económico. Y eso es letal para la salud de la democracia y de un proyecto común europeo.
Obama es un iluso, está lleno de buenas intenciones. Todavía no es consciente del poder oculto que ejerce el lobby financiero que gobierna el Mundo, detrás del cual está el sionismo, una institución política disfrazada de religión. Algo parecido ocurre con el islam sunita de los emires árabes, socios del sionismo y Estados Unidos. Y China es un poder emergente que sirve de contrapeso al despotismo ruso de Putin y al despotismo hipócrita de Estados Unidos, disfrazado de democracia. En definitiva nada nuevo bajo el Sol. Las hienas humanas disfrazadas de corderos. El único equilibrio es el arma atómica que impide el desbarajuste de los ladrones que gobiernan el mundo.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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