Caso #DSK: quién gana y quién pierde
No nos detengamos en el proceso judicial: es bien claro quién gana y quién pierde, o para ser más prudentes, quién lleva camino de ganar y quién de perder, el ex director-gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn y la camarera del Sofitel conocida como Ofelia, el alias de Nafisatou Diallo, respectivamente. De lo que se trata es de observar otro tipo de beneficios, los políticos o los profesionales por ejemplo.
Perdedores menores son los abogados de la señora de la limpieza, empezando por Kenneth Thompson, que llevaba ahora el caso, así como Norman Siegal y Jeffrey Shapiro, que lo llevaron al principio y lo abandonaron por razones hasta ahora inexplicadas, pero que pueden intuirse fácilmente visto el desenlace.
¿Sale tocado el sistema judicial estadounidense de este lance, tal como podría desprenderse de algunas valoraciones realizadas desde Francia, por ejemplo la de Bernard-Henri Lévy? No lo creo, al contrario. Los ciudadanos tendrán oportunidad de valorar la actuación del fiscal Vance en las elecciones. La fiscalía ha demostrado que trabaja con profesionalidad: arriesgó muchísimo cuando ordenó detener a DSK sin haber investigado a fondo a la acusadora, pero ha revertido rápidamente la situación en cuanto ha tenido pruebas suficientes como para saber que no había caso.
La justicia americana será cruel, pero es justicia: la fiscalía no está a las órdenes del Gobierno, la existencia de pruebas concluyentes termina siendo lo más importante y no son los gobiernos y los partidos quienes meten las narices en ella, sino la opinión pública. Todo esto es muy difícil de entender en un país donde el gobierno y la presidencia de la República tienen amplios márgenes para zarandear a la justicia, algo que tiene poco o nada que ver con el sistema judicial americano.
¿Qué decir de Sarkozy? Ha actuado con gran prudencia y discreción. Antes y después. Para él lo mejor era que DSK se asara lentamente en un largo proceso judicial, mientras sus amigos socialistas iban desmoralizándose. Ahora tiene un DSK aparentemente triunfante y resucitado. Pero sabe que es un político alcanzado por una herida que necesita curación y rehabilitación.
Cuesta imaginar que DSK pueda presentarse todavía a las primarias socialistas. Sería, en cualquier caso, una imprudencia, incluso en la circunstancia poco probable de que saliera indemne y limpio de cualquier cargo y lo hiciera inmediatamente. No es fácil que un hombre público pueda salir intacto de un trance en el que demostró, como mínimo, un carácter excesivamente frívolo e irresponsable. Que tenga derecho a una relación consentida y de pago en Nueva York no significa que sea un excelente candidato presidencial. Este tipo de relación está prohibida en Suecia.
Yo no creo que salgan tocadas las opiniones feministas que prefirieron defender a la mujer supuestamente violada antes que al ejecutivo internacional presuntamente atraído a una trampa. Es una actitud de principio que honra a quien la sustenta, aunque siempre sea aconsejable una cautela de prudencia, a la que denominamos, precisamente, presunción de inocencia.
Actuaciones tan drásticas de la policía y de la fiscalía, que en este caso se han revelado precipitadas, sirven en muchos otros casos para castigar e incluso evitar delitos contra las mujeres. Un país que actúa de esta forma es más seguro para las mujeres que otros países donde no hay preocupación alguna por este tipo de delitos y todo es más cansino y menos profesional.
El caso DSK, aunque termine no siendo caso, ha sido un revelador muy serio sobre el machismo de los poderosos, en Francia y en todas partes, que no debiera caer en saco roto. Que DSK no sea culpable no significa que la política francesa, donde las mujeres tienen un lugar muy secundario, haya resuelto sus problemas de sexismo.
La liberación de la palabra que se ha producido en Francia respecto al comportamiento de muchos hombres poderosos es ya irreversible: el caso DSK marca un antes y un después. Este es también un argumento muy sólido para que DSK no se presente a las elecciones. El ex director gerente del FMI saldrá ganando judicialmente, pero es un perdedor político al que le costará mucho recuperarse.
Y ahora los medios de comunicación. También salen tocados, y de qué manera, decenas de comentaristas frívolos, periodistas sin escrúpulos y manipuladores dolosos que se han cebado con DSK e incluso con quienes osaron emitir dudas respecto a los hechos ocurridos en el hotel de Manhattan.
Pero no sólo pierden los que echaron a DSK a los perros. También los que hicieron lo contrario y lo defendieron con argumentos sórdidos y machistas, como es el caso de un columnista celebrado y jaleado desde la derecha por la desenvoltura de sus insultos y de sus imprecaciones antifeministas y antiprogresistas.
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