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La velocidad de la revolución

No hay tiempo apenas para tomarse un respiro. Ni siquiera para mantener la atención sobre todo lo que está cambiando. El viernes a mediodía los más escépticos de los occidentales que partían de fin de semana no podían pensar que el lunes a la vuelta todo habría cambiado. Y sólo empezar la semana la oleada árabe sigue en Yemen y en Bahrein, después de golpear todavía muy ligeramente en Argelia, pero ya desborda su ámbito inicial. Hay que cambiar los rótulos: la revolución afecta ahora a los países islámicos, una forma como otra de poner a Pakistán en la perspectiva.

No será una revolución, pero lo que sea va a toda velocidad. Túnez y Egipto no tienen nada que ver, pero eso que se mueve ha derribado ya a dos dictadores y está dando muestras de toda la energía para no parar hasta incrementar la lista. Nada cambia ni nada va cambiar de fondo, aseguran los portavoces de los reflejos conservadores; pero no se conoce ni un solo gobierno de la zona, e incluso más allá, China por ejemplo, que no se haya movido a toda velocidad para amortiguar el descontento y evitar que le pille la oleada.

Veremos en qué para todo esto, es verdad. De momento, tanto en Túnez como en Egipto, se ha producido una ruptura democrática. Es decir, las manifestaciones de los ciudadanos han obligado a que quienes detentaban el poder lo abandonaran sin atender a las reglas de juego trucadas que utilizaban para mantenerse en él. Recordemos que en España, tras la muerte de Franco, no hubo ruptura, sino una evolución desde la legalidad franquista hasta la legalidad democrática; una ruptura pactada, ahora podríamos decir una ruptura reformista. En Túnez, con una fuerte tradición constitucional, formalmente se mantiene la legalidad después de la huída del déspota; pero en Egipto ahora hay un gobierno militar de facto, que ha inutilizado la constitución y los procedimientos con los que Mubarak pretendía enredar.

Es la diferencia entre lo que va de echar a un dictador a que el dictador se muera en la cama y se celebre el duelo oficial con toda la pompa, aunque luego el cava corra a ríos en bares y casas. No será una revolución, si tanto se empeñan los pesimistas que no creen ni en el cambio político ni en el protagonismo ciudadano del cambio; pero lo que sea tiene toda la alegría y el entusiasmo de una revolución. Además, en un momento especial: cuando el horizonte revolucionario se había eclipsado y todos creíamos, resignados unos y más que satisfechos otros, que los cambios políticos del futuro se realizarían todos después de los debidos conciliábulos en los altos despachos entre quienes saben de estas cosas.

No es así. La historia no está escrita. La gente, el pueblo, la ciudadanía puede y debe intervenir en política. Y si vive bajo una tiranía está probado de nuevo, ahora recientemente y gracias a los tunecinos y a los egipcios, que tiene la oportunidad de derribarla. Es un mensaje deprimente para los dictadores y para los países sin libertades, del color que sea, que desborda el mundo árabe e islámico: China y Cuba, por supuesto, Arabia Saudita y Bielorrusia. Con una novedad, además, que la convierte en el primer fenómeno revolucionario del siglo XXI: su carácter vírico, producto de la velocidad con que se transmiten los mensajes a través de los móviles y de la redes sociales: sus efectos globales, producto de la tecnología, pero también de similares condiciones sociales y políticas; y su impronta juvenil, fruto de la demografía explosiva de toda esta zona del planeta.

Esta argumentación tiene un corolario. Estos cambios de régimen y estas movilizaciones van a producir un cambio, en muchos aspectos revolucionario, en la forma de conducir las relaciones internacionales. Empezando por la primera superpotencia, cuyo papel, decisiones y estrategias están ahora mismo en revisión y son objeto de crítica por parte de todos los analistas. Un mundo nuevo va a salir de todo esto y una nuevas forma de conducir las relaciones internacionales, haciendo buena la premonición de Julian Assange, pero no aplicada exactamente a la filtración de Wikileaks: The coming months will see a new world, where global history is redefined.

Comentarios

Esta iniciativa la han firmado más de 1000 personas en sus primeros 25 días. Hay entre las adhesiones algunos nombres conocidos como el de Maruja Torres o Javier Couso entre otros.No pedimos nada conflictivo, ni adscrito a ideología alguna. Por el contrario pedimos algo que debiera haber sido habitual: diálogo, democracia, y participación del ciudadano en los asuntos de Estado (sus asuntos). Nos hemos acostumbrado a delegar toda la responsabilidad y a limitar toda nuestra participación en el voto electoral, sin reivindicar ningún derecho más allá de éste.Partimos de una primera selección de ponentes como ariete que abra el proceso, pero la finalidad de la iniciativa es establecer que el hecho democrático, la isegoría, sea algo ordinario, natural, e indiscutible.Firma tu adhesión:http://iniciativadebate.wordpress.com/Necesitamos que colaboréis en su difusión: si tenéis una página informativa o blog haceos eco de la reivindicación. Gracias.
... where global history is redefined. No..., eso e slo que ha sucedido to-g-he-....ther , she , eso es lo uqe sucederá sin 's ok! no se redefiirá es lo que ha sucedido siemrpe... m? los poderosos mandan on látigo y dinero... ahora se llaman reyes, ahora dictadores, o ahora banqeuros zares...e tc. pues no ahora se ponen en marcha la amplitud de Humans R. que es muy diferente a redefinir. lo siento Assange no es dios! m, ni su pa´gina ni sus colaboradores qeu ya diseccionan, m la comunicación no atada a los medios eso es brutal!!!!!!!!! ok! vamos Yes we can!!!!!!
Es la revolución, despues de todo de pocos, en relación con la inmensa población de Egypto. La mayoría completamente ignorante de redes sociales, pobres y al borde de la subsistencia. Van a necesitar un enorme apoyo del mundo occidental, ética - moral y económica.
Quizás no esté muy lejano el día en que la tecnología de la información contribuya a la realización de revoluciones democráticas de carácter global. Es decir, una revolución tunecina, por ejemplo, no sólo inspirará sucesos similares en países fronterizos como Egipto o Argelia, sino también en países tan lejanos como Honduras, Colombia o Indonesia, etc. Porque hay que tener en cuenta que las condiciones sociales y económicas que permitieron el reciente estallido democrático en los países árabes existen en las demás naciones del Tercer Mundo: desempleo, inflación, una aberrante desigualdad, corrupción, falta de oportunidades, nepotismo elitista, etc. Y a estos movimientos sociales globales corresponderán necesariamente organizaciones políticas también globales.
Cuando afirmas que "Es un mensaje deprimente para los dictadores y para los países sin libertades..." te faltaría también añadir que, de rebote, es exactamente lo contrario para los gobernantes de los países democráticos. Pues ¿qué mejor "bromuro" para calmar nuestro descontento ante los números aberrantes que nos deja la crisis a diario que la contínua observación del levantamiento de pueblos objetivamente faltos de libertades? Este es un efecto muy importante -colateral, si se quiere- pero absolutamente fundamental de nuestras perfectas -y mucho más inmovilistas de lo que nos venden- democráticas sociedades.
Algo me llama la atención de esta mágica revolución, y no es la revuelta, siempre latente, de quien se siente oprimido. Lo que me sorprende aún más es que los dictadores no hayan apretado el gatillo. ¿Cómo pudieron reprimirse a su deporte favorito, como es la represión? Dicho de otro modo: no me sorprende tanto la fortaleza inerme del pueblo como la fragilidad armada mostrada por el déspota profesional. ¿Realmente son o eran tan endebles? Ben Ali sale en un santiamén, Mubarak, en dos. ¡Qué pena que los pueblos no lo hubieran sabido para despacharles antes! O quizá no es tan sencillo. Quizás en este momento histórico han contado, sin saberlo, con un ángel de la guarda que antes lo fue del demonio. No quiero con ello restar el mérito a quienes iniciaron las protestas y que se lanzaron a la calle a pecho descubierto.
Hay un dicho en México que dice "El valiente vive hasta que el cobarde quiere", es decir el valiente, el dictador hace y deshace todo lo que quiere y cuando quiere, oprime al pueblo, le humilla. Sin embargo el pueblo cansado de tanta injusticia, llega el momento de que no aguanta más y decide buscar el cambio, no importa cuantos mueran, no importa que pase, si de por si ya estan muertos en vida. Naciones en las cuales existen gobiernos disfrazados de falzas democracias, deberian despertar o al menos mirar lo que sucede en los paises arabes. Vamos hacia el cambio, vamos hacia un mundo donde existan condiciones de igualdad para todos los seres humanos, sin racismo, sin discriminación.
COMO DICE EL SR. BASSTS ,VEREMOS COMO ACABA ESTA SITUACION Y SU EFECTO EN LOS PISES OCCIDENTALES ,DONDE TAMBIEN HAY MUCHO PARA Y TRABAJO SUMERGIDO CON GRANDES DESIGUALDADES SOCIALES .lAS DEMOCRACIAS UNIDAS A LOS MERCADOS HAN MOSTRADO EL SUFRIMIENTO QUE ACARREAN A LA POBLACION .SI ES CIERTO MUCHOS HAN PERDIDO EL MIEDO A LOS DICTADORES Y YA NO TIENE VUELTA ATRAS -GRACIS POR SUS ARTICULOS , LIZZA tROILO

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