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Después de la crisis, Cataluña

De las dos horas de conversaciones sólo quiero destacar un hilo temático. Europa no tiene proyecto. El catalanismo ha agotado su camino. España es una nación fuerte y avasalladora que terminará comiéndose a Cataluña y su lengua. El independentismo merece una simpatía comprensiva e indulgente: pero hay pocas dudas sobre su irrealismo e inviabilidad política, no económica evidentemente. Pujol no quiere decir con todas las palabras todas estas cosas, duras como pedernal, porque no quiere convertirse en un personaje de la desesperanza. Pero eso es lo que se trasluce de sus palabras, y sobre todo de los funerales de Sefarad, el mito poético creado por Salvador Espriu sobre una España reconciliada y plural, que anuncia y declara una y otra vez con palabras graves e incluso solemnes: “El camino está cerrado”; “la solución de Espriu y de Vicens Vives no ha funcionado, y ahora nos ofrecen que liquidemos esto de Cataluña en treinta o cuarenta años”; “la respuesta que nos llega ahora desde España es que no somos nada, que España debe ser como Francia, una sola lengua y una sola cultura, el resto no existe”.

No sabemos cómo será el paisaje del mundo después de la crisis. Lo único que conocemos es el grado de desconcierto y desorientación, de la que son una medida estos dos magníficos documentos televisivos sobre Pujol. “Hay que encontrar de nuevo el camino”, dice el presidente. “No tenemos una fórmula de recambio a lo que inspiró y funcionó durante la transición”, añade. El notario Juan José Burniol, en sintonía con Pujol en esta cuestión, ha señalado que ya no quedan márgenes: o la España federal que la propia España real no admite o la independencia. Nadie, desde el campo nacionalista, apuesta ya por recuperar aquellos caminos del diálogo y del respeto anhelados por Espriu en La Pell de Brau; tampoco o apenas desde fuera de Cataluña, aclarémoslo.

Pujol es un héroe de la retirada, como lo han sido los grandes políticos del siglo XX. Artistas del repliegue desde posiciones ideológicas encastilladas hacia el pragmatismo. Pero en su caso con una paradoja: eran muy pocos los encastillados al principio; no tuvieron muchos problemas en someterse al realismo, que utilizaron, legítimamente por supuesto, para acrecentar sus filas. Ahora son más: Cataluña se halla en una posición incomparablemente ventajosa en relación a hace 50 años, cuando Pujol empezó sus combates, pero en cambio son muchos mas los decepcionados y embravecidos. Cabe preguntarse, por tanto, hasta qué punto esta sensación de fracaso es producto de la coyuntura o amenaza con quedar incrustada en las futuras relaciones entre catalanes y españoles.

Antoni Castells, conseller de Economía y destacado dirigente del ala más catalanista del PSC, proporcionó la semana pasada un inicio de respuesta al callejón sin salida del nacionalismo en la jornada organizada por EL PAÍS bajo el título Catalunya després de la crisis. “Estamos a punto”, dijo. Cataluña se encuentra preparada como nadie más en España para salir de la crisis y preparada para tirar de nuevo del crecimiento de España, con su economía internacionalizada y sus exportaciones. No es verdad que esté perdiendo peso industrial en relación a Madrid, como dice el primer mandamiento de los decepcionados. Es la hora de Cataluña y es la hora de la política, remachó en un apasionado discurso con ecos del propio Pujol. Hay que volver a empezar. Sefarad está viva. ¿Después de la crisis?: Cataluña.

(Enlaces: con la entrevista de Josep Cuní en 'Els matins' de TV3; con 'Jordi Pujol, 80 anys' de M anuel Huerga.)

Comentarios

Si bien concuerdo conque Pujol es un político de raza, ni es un mega estadista ni un héroe. Tendrá sus razones para decir lo que dice, pero yo creo que lo que duele es las circunstancias no son propicias para ningún proyecto político. Cuando las cosas van mal, cambiar de cocina se hace difícil (y caro). Para bien o para mal, éste es el Estado de las Autonomías. Lo que tocará, es reformarlo. Devolver competencias al Estado central, como hizo Extremadura hace poco, supone aligerar y dinamizar la carga de trabajo de las administraciones autonómicas, y no supone merma de su independencia de actuación, porque de entrada, siguen dependiendo de los Presupuestos del Estado. Lo que no puede ser, es que por duplicidad de funciones, el Estado colapse. Ahí el drama sería de todos. Ese comentario "...liquidemos esto de Cataluña en treinta o cuarenta años." Es poco afortunado. Yo creo que Cataluña tiene todavía un proyecto común con el resto de los pueblos de la península ibérica. En cuanto a la cultura catalana, sigue siendo más pujante que nunca, y es uno de los focos culturales del país. En mi opinión, tanto el nacionalismo inclusivo como el exclusivista están en un error. Fragmentar el territorio no ayuda, ni en lo económico, ni en lo social. Porque al final, no se trata de naciones, sino de individuos. Fíjense que hay ciudadanos portugueses que vienen a España en un breve salto de frontera, para ser atendidos en un hospital, o simplemente para comprar. ¿Nos dice algo este detalle?
Jorge:¿Es gratis el hospital? Quizás eso lo justifica. Una pregunta, ¿llegan ciudadanos franceses al otro lado?A mi eso de lo "gratis" no me sienta. Siempre hay alguien que paga. Además lo barato sale caro. En una pesadilla vas al hospital "gratis" para una apendicectomía y cuando sales te falta un riñón o un pedazo de hígado o te notifican que el bebe nació muerto.
tranqui, que con el copago a ver quien le hace la gracia... hacerse los kilómetros para mirarse la temperatura. xD
Jorge:¿Ves como la RESPONSABILIDAD por actos propios es mejor que cualquier regulación gubernamental por izquierdista que sea?Ahora multiplica por 6 ordenes de magnitud y España empieza a mejorar. Las ideas socialistas en las que el Estado es el único responsable son la destrucción de cualquier sociedad."Poco a poco se sube la vieja al coco"

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