Sigue el misterio en torno al avión que cayó al océano
Los investigadores franceses reclaman un nuevo sistema de 'cajas negras'
Las causas que precipitaron el avión de Air France AF447 procedente de Río de Janeiro con destino París en algún lugar en medio del océano Atlántico la madrugada del 1 de junio con 228 personas a bordo siguen siendo un misterio. Y lo más seguro es que lo sean siempre. El segundo informe de la Oficina de Investigación y Análisis francesa (BEA, en sus siglas en francés), hecho público este jueves, concluye que no hay nada definitivo, que faltan datos y certezas. Se sabe, eso sí, que el Airbus 330, después de pasar por una zona de turbulencias, se estampó entero contra el mar, que no se desintegró en pleno vuelo, y que las sondas Pilot de la marca Thales que medían su velocidad lanzaron magnitudes contradictorias durante un tiempo. De hecho, según el informe, la "incoherencia de las medidas de velocidad es uno de los factores de una cadena de ellos que conduce al accidente". Pero por sí solo no puede explicar el desplome.
Eso sí: el organismo oficial francés recomienda mejorar "los criterios de certificación de estos elementos". Estas sondas, que son una suerte de pistolas que se adhieren al fuselaje del avión, corren el riesgo de fallar a gran altura y a una baja temperatura, según los expertos que han elaborado el informe. Se desconoce, por ejemplo, el tamaño de los cristales de hielo que flotan en las nubes, lo que influye en el buen funcionamiento de las sondas.
De cualquier forma, faltan elementos para que los especialistas puedan saber qué más falló. Las dos cajas negras del avión se perdieron en el fondo del océano, cerca de una zona que presenta simas de casi 6.000 metros. Durante 30 días emitieron un sonido parecido a un martillazo. Barcos especializados con detectores finísimos rastrearon el área en su búsqueda. Pero fue imposible oírlo. En febrero se reanudará la búsqueda de las cajas.
Ya no habrá ningún sonido que les guíe, pero los expertos que llevarán a cabo la tarea confían en delimitar el lugar exacto del impacto para asegurar el rastreo. La BEA recomienda que las cajas negras de los aviones transoceánicos vayan provistas de balizas sonoras de más larga duración, de 90 días exactamente, para que ofrezcan más posibilidades de ser encontradas si caen en medio del mar.
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