En busca de un modelo creíble
La economía del país necesita reformas institucionales que permitan aprovechar todo su potencial para alcanzar un desarrollo más estable
Quizás la próxima década ofrezca la mejor oportunidad de los últimos tiempos para que Argentina deje de encarnar la cuarta categoría de países que trazó el Nobel de Economía Paul Samuelson: la de aquel que, teniéndolo todo, no se desarrolla.
Los argentinos y el mundo se cansan de referirse al potencial de Argentina como proveedor de materias primas, en especial de alimentos, pero en las décadas recientes se han acumulados tantas frustraciones como pobres en el esquivo camino al desarrollo. Algunos economistas consideran que el desarrollo argentino enfrenta desafíos que trascienden lo económico. "Hace cuatro décadas que no sólo la economía, sino los políticos, empresarios, sindicalistas, intelectuales y los medios han ido perdiendo el rumbo", describe el peronista Roberto Lavagna, que fue ministro de Economía de Argentina durante unos tres años y medio de recuperación económica posteriores a la crisis de 2001, entre los Gobiernos de Eduardo Duhalde (2002-2003) y de Néstor Kirchner (2003-2007). "Ha habido en estas décadas algunos brotes verdes, pero no logran desarrollarse cuando la situación mejora. Se cae en el facilismo y el populismo. Si hablamos de potencial, podemos alimentar a 400 millones de personas, tenemos clima, tierras, aguas, minería, recursos humanos aún buenos, pero ese potencial no se transforma, se transforma con retraso o cuando el mundo nos lo impone. La pobreza en Argentina equivalía a la de Estados Unidos y ahora es del 34%. No pasamos a un modelo económico-social que funciona porque la dirigencia hace opciones incorrectas. Hay una grosera presencia del Estado: en una papelera en suspensión de pagos, en los corrales de vacas, en Aerolíneas Argentinas, en Aguas Argentinas", concluye Lavagna, que propone un "capitalismo competitivo" en oposición al "neoconservadurismo" que se instauró en el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
Para los liberales hay un excesiva presencia del Estado
Algunos críticos creen que se cae en el facilismo y el populismo
Algunos 'consensos económicos' sirvieron para paliar la crisis
El desarrollo se ve favorecido si se alcanza una mayor disciplina fiscal
Ricardo López Murphy, un liberal que duró dos semanas como ministro de Economía de Fernando De la Rúa (1999-2001), recuerda que "el mundo fue muy duro con la Argentina entre el shock petrolero de los setenta y el mejoramiento de las condiciones mundiales (apreciación de las materias primas) y regionales a partir de 2002". Observa que su país depende del entorno, que ahora es "más favorable que en aquellas tres décadas", pero coincide con Lavagna en que se levanta un escollo fuera de la economía: "Nuestra sociedad está peor preparada para aprovechar las circunstancias externas o para defenderse de ellas. Antes la sociedad tenía ciertos valores. Ahora necesita una transformación muy profunda de las instituciones, los valores y los inmensos desequilibrios que deja este Gobierno [el de Cristina Fernández de Kirchner] en términos de respeto de los contratos o las deudas implícitas en la seguridad social y la sanidad".
En las antípodas ideológicas, el diputado Claudio Lozano, economista de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA), también señala que el país necesita reestructurar lo andado en las últimas tres décadas. "Se viene recayendo en la disyuntiva de más deuda o más ajuste fiscal, pero el problema del desarrollo no se resuelve. No se gesta una estrategia pública de tomar el control de los recursos naturales y capturar sus rentas extraordinarias para financiar la reformulación de la estructura económica y social", propone Lozano, que cita como ejemplos no sólo a Bolivia y Venezuela sino también a Brasil. El cambio de la producción de soja por la de carnes, leche -que han retrocedido en los últimos años- y otros alimentos elaborados así como la universalización de los escasos subsidios sociales son reclamaciones del economista sindical.
Otro ex ministro de Economía de Kirchner, Miguel Peirano, se muestra más optimista por el presente: "Los próximos 10 años deben ser positivos para la Argentina en materia de crecimiento e inversión. El escenario internacional y las potencialidades de nuestro país favorecen el desenvolvimiento futuro de la economía". Peirano destaca algunos "consensos económicos" que logró la sociedad argentina en los años recientes y que sirvieron para "evitar que la crisis internacional afectara más significativamente" a la tercera economía latinoamericana: "La política de estimular el superávit comercial, la acumulación de reservas del Banco Central, esfuerzos para evitar la apreciación cambiaria, la revaloración del mercado interno y el avance en la integración de Mercosur, en particular con Brasil".
"Es muy probable que durante los próximos diez o quince años Asia en desarrollo siga siendo la región más dinámica del mundo, y ello implica elevados precios para los productos de origen primario", analiza José Luis Machinea, que fue ministro de Economía de De la Rúa y secretario ejecutivo de CEPAL. Para aprovechar ese contexto, Machinea recomienda, "además de mantener los equilibrios macroeconómicos, una estrategia de país que debe ser el resultado de consensos que ayudarán a tener gobiernos y reglas del juego previsibles y elaborar programas que incentiven la inversión, prioricen la innovación y permitan agregar valor y conocimiento". Claro que las reglas serán inestables si no se reduce la pobreza y la inequidad, advierte el ahora catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares.
El director del Centro de Investigaciones para la Transformación, Andrés López, también rescata que la Argentina actual ha ganado en términos de disciplina fiscal, un tipo de cambio "más sensato para sostener el superávit de cuenta corriente", más preocupación por el empleo y mayor participación del Estado en la economía, pero lamenta los escasos progresos en competitividad y desarrollo social. Un plan de inserción internacional, instituciones más duraderas, inversión en infraestructura, diversificación de la producción, desarrollo del crédito y mejor calificación de los recursos humanos son algunos de los retos que plantea López.
José María Fanelli, investigador del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, añade otras ventajas para que Argentina se desarrolle en este principio de milenio: el país ya no sufre restricciones externas -falta de divisas de sus exportaciones agrícolas para pagar su deuda- como en otras épocas y además sus ciudadanos cuentan con ahorros en el exterior por 150.000 millones de dólares -casi lo mismo que el pasivo público-. Así es que "si tuviera un modelo de crecimiento creíble, esos ahorros irían a una inversión vigorosa". Fanelli concuerda en criticar la inestabilidad de reglas de juego, que atribuyó a la falta de consenso entre lo que los argentinos quieren: "No coordinamos entre el deseo de eficiencia económica con tasas de inversión alta y empresarios creativos y el de distribución de los ingresos con inclusión social, que haga el crecimiento viable a largo plazo".
Argentina cuenta con recursos naturales, siderurgia o petroquímica, destaca el director de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en este país, Bernardo Kosacoff, pero aclara que debe transitar hacia un mayor agregado de valor y conocimiento a sus productos. "Debe pasar de producir insumos alimenticios a alimentos diferenciados, de petroquímica a química fina, de pieles a confección con alto valor. Argentina produce reactores nucleares, válvulas para Ferrari, biotecnología o vinos con marca. Son islas productivas, pero pocos países en el mundo las tienen", se entusiasma Kosacoff. Estas islas deberían generalizarse y para eso el economista de CEPAL cita la experiencia de otros países que dejaron de estar sólo en vías de desarrollo: una "macroeconomía sustentable, una fuerte construcción institucional, una alineación de los incentivos y una recuperación de la confianza entre lo público y lo privado".
LUCIANO LASPINA - Un liberal en la línea de Macri
Luciano Laspina, de 37 años, es el economista jefe del estatal Banco Ciudad de Buenos Aires, el noveno de Argentina en términos de activos. Fue designado allí por la administración del alcalde porteño, el conservador Mauricio Macri. Desde su cargo, Laspina ha criticado la política económica de Cristina Fernández de Kirchner. Su superior, el presidente del Banco Ciudad, Federico Sturzenegger, de 42 años, es otro economista con proyección, pese a su paso por el Gobierno de Fernando De la Rúa (1999-2001). Economista de la Universidad de Rosario, fue asesor del Banco Central y de la Secretaría de Política Económica. Ha fundado la consultora MacroVisión, después de desempeñarse como economista jefe de uno de los bufetes económicos más consultados por los empresarios argentinos, Broda & Asociados.
DIEGO BOSSIO - Al frente de las pensiones
Diego Bossio, de 30 años, es el director ejecutivo de la Administración Nacional de la Seguridad Social. Gestiona, por tanto, el 38% del presupuesto del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Llegó al cargo en julio pasado, meses después de la estatalización de los fondos privados de pensiones y en el marco de una renovación del Gobierno tras la derrota del kirchnerismo en las elecciones legislativas del 28 de junio. Economista de la Universidad de Buenos Aires, ligó su carrera a la del dirigente peronista Celso Jaque: entre 2003 y 2007 asesoró al entonces senador y durante 2008 fue subsecretario de Gestión Pública del ahora gobernador de la provincia de Mendoza. En enero pasado, el Gobierno lo designó director del Banco Hipotecario (de capital público privado), cargo que aún mantiene.
HERNÁN LACUNZA - Supervisor de las normas bancarias
Hernán Lacunza, de 40 años, es el gerente general del Banco Central de Argentina. Desde ese cargo, que asumió en 2008, supervisa la economía, las finanzas y las normas bancarias de un sistema que intenta recuperarse después de la crisis del corralito de 2001. Pertenece al equipo del gobernador del Banco de Argentina, Martín Redrado. De su mano, trabajó primero en la Fundación Capital, después dirigió entre 2002 y 2005 el Centro de Economía Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores y más tarde fue economista jefe del Banco Central, entre aquel año y 2008. Economista de la Universidad de Buenos Aires, hizo un posgrado en la Universidad Torcuato Di Tella y fue becario de los Gobiernos de Francia, Japón y China, de la Universidad de Harvard y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
MARTÍN ABELES - Un experto en planificación
Martín Abeles, de 38 años, fue secretario de Política Económica del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner desde mayo de 2008, en plena crisis agraria, hasta julio pasado, cuando se renovó el gabinete tras la derrota del kirchnerismo en las elecciones legislativas del 28 de junio. Desde esa función participó de las reuniones preparatorias de las cumbres que el G-20 organizó a partir de la crisis financiera internacional. Debutó en la función pública en el Gobierno de Néstor Kirchner: fue su subsecretario de Programación Económica entre 2006 y 2007. Economista de la Universidad de Buenos Aires y doctor de la New School University de Nueva York, ahora se desempeña en la oficina de Buenos Aires de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
LUCAS LLACH - El economista al que más se lee
Lucas Llach, de 36 años, es profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y escribe el segundo blog más leído del periódico La Nación. El primero es sobre sexo y el suyo, llamado La Ciencia Maldita, es sobre economía, política y fútbol. En la universidad se dedica a la historia económica. Hizo estudios de grado y posgrado en economía en la Di Tella y es doctor de la Universidad de Harvard. Ha publicado junto a Pablo Gerchunoff, jefe de Gabinete del Ministerio de Economía del Gobierno de Fernando De la Rúa (1999-2001), dos libros sobre la evolución económica de Argentina en el siglo XX: El ciclo de la ilusión y el desencanto y Entre la equidad y el crecimiento. Su padre fue viceministro de Economía del Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) y ministro de Educación de De la Rúa.
SEBASTIÁN PALLA - Negociador de la deuda soberana
Sebastián Palla, de 35 años, fue subsecretario de Financiamiento entre 2003 y 2005, en la primera mitad del Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007). Perteneció al equipo del ministro de Economía, Roberto Lavagna, que negoció la salida de la suspensión de pagos soberana más grande de la historia, con una fuerte quita de la deuda. Además selló el último programa financiero de Argentina con el FMI, antes de que Kirchner cancelara toda la deuda con ese organismo. Antes de llegar a subsecretario había sido jefe de Gabinete de la Secretaría de Finanzas entre 2002 y 2003. Economista de la Universidad Torcuato Di Tella, asesora en la actualidad a un poderoso banquero argentino, Jorge Brito, dueño del Banco Macro. Integra un grupo de jóvenes líderes del Foro Económico Mundial.
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