Dos artistas unidos por la letra k y los contrastes
Berlín acoge una ambiciosa doble exposición de Paul Klee y Jeff Koons
La Neue Nationalgalerie de Mies van der Rohe se viste desde este miércoles de contrastes en una doble exposición que junta a dos genios que comparten la inicial del apellido, Paul Klee, en la retrospectiva más ambiciosa de las últimas décadas, y Jeff Koons.
Las obras del artista estadounidense son las encargadas de recibir a los visitantes. En concreto, el famoso y chillón Perro globo y que es una de las once figuras de Koons que salpican la planta baja del museo berlinés y pertenecen a la serie Celebrations, que como "objetos-globo", juegan con los efectos del color y las imágenes que se reflejan sobre su superficie metálica.
Koons, uno de los artistas más cotizados del momento, ha confesado en la presentación de la muestra que es un "lujo" contar con semejante espacio para exponer su serie de "regalos". Las espectaculares obras del artista tienen como objetivo invitar a sonreír y a celebrar ya sea las Pascuas, con su Huevo roto de chillón color azul, o la llegada de la primavera con sus Tulipanes tumbados.
Penumbra para Klee
Además de la letra k del apellido, Koons y el otro protagonista del museo en estos momentos, el pintor suizo Paul Klee comparten, como ha señalado el director de los Museos Nacionales de Berlín, Peter-Klaus Schuster, que los dos supieron "venderse muy bien" y que para ambos "la infancia es un tema recurrente" en sus obras.
Como muestra de este último punto, una de las salas del subterráneo de galería aloja un amplísimo repertorio de acuarelas, dibujos y óleos del pintor suizo, ya que éste se inspiró en el cuarto infantil de su hijo Félix para gestar algunas de sus obras.
El universo Klee (1879-1940), así se titula esta amplia retrospectiva de 300 obras suyas que podrá verse hasta el próximo 8 de febrero, es un recorrido por la vida de este artista, que vivió entre Suiza y Alemania. En Múnich, Klee conoció a Vassily Kandinsky, a Franz Marc, y se asoció al Jinete Azul y, posteriormente, trabajó como docente en la Bauhaus de Weimar y Dessau.
La luminosidad de la planta baja, que no es más que una enorme cristalera diáfana, contrasta con la penumbra del sótano, perfecta para los colores de Klee. La muestra, en la que no faltan un par de obras procedentes del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, se pasea por las obsesiones de Klee, que se repiten en sus trazos, a veces dadaístas y a veces abstractos, pero siempre equilibrados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.