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Caos en Río de Janeiro por las lluvias y el cierre de un túnel

La ciudad brasileña de Río de Janeiro, con 10 millones de habitantes, quedó ayer prácticamente paralizada al tráfico tras el cierre del túnel Reboucas, que une las zonas norte y sur —donde están las famosas playas de Copacabana, Ipanema y Leblón— y que es la segunda mayor arteria para el tráfico en la ciudad. El túnel tuvo que ser cerrado en la noche del martes (hora local) por un deslizamiento de tierra en la boca del paso subterráneo procedente de una zona de vegetación en altura, donde los habitantes de la cercana favela de Cerro-Corá suelen arrojar escombros y basura.

En 1993 se desmanteló otra favela asentada encima del túnel. Por eso, ahora hay quien piensa que la catástrafe actual, que milagrosamente no ha producido víctimas, puede haber sido causada por aquel desalojo, aunque el alcalde de la ciudad, César Maia, negó ayer tal hipótesis. Según Maia, aún no es posible conocer la verdadera causa del accidente, aunque la más plausible puede encontrarse en la especie de diluvio que cayó sobre Río, que dejó en 24 horas una cantidad de agua equivalente a la que suele registrarse en 45 días.

Miles de personas prefirieron quedarse en sus casas, ya que las imágenes de los atascos de tráfico trasmitidas por la televisión y en Internet eran impresionantes: reflejaban una ciudad tapizada materialmente de coches parados bajo la lluvia, algo que no cesó en toda la noche y que , según las previsiones metereológicas, durará hasta mañana, lo que obligó a paralizar las obras de reparación del túnel.

A causa de las lluvias torrenciales, el aeropuerto de Santos Dumont, que sirve de puente aéreo entre Río y São Paulo, con una vuelo cada cinco minutos, quedó cerrado durante todo el día de ayer y el internacional de Galião tuvo que cancelar decenas de vuelos.

El caos que está viviendo la ciudad de Río de Janeiro ha replanteado la vieja polémica sobre las dificultades del tráfico en una ciudad de esta envergadura, con tanto turismo internacional y nacional, de una topografía complicada y con malas comunicaciones entre las zonas norte y sur.

En realidad, la única posibilidad para esto último es el túnel de Reboucas; por eso, su cierre obliga a circunvalar toda la ciudad —dos horas de viaje en ocasiones— para acceder a la zona de las playas.

A ello hay que añadir que la ciudad cuenta con una red de ríos subterráneos que, cuando caen lluvias torrenciales, se desbordan y paralizan zonas enteras, como sucedió ayer: en algunas calles, el agua llegó a alcanzar hasta un metro de altura.

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