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Reportaje:

Centroamérica, más cerca de Europa

Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá aprueban por consenso un sistema rotatorio de representación para negociar un acuerdo con la UE

Una cumbre de presidentes, tres meses de pulso entre cancillerías y conversaciones hasta la medianoche fueron necesarias para que seis países centroamericanos lograran ponerse de acuerdo sobre cómo se organizarán para negociar en 2007 un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Una portavocía rotativa fue el esquema que definieron el sábado los presidentes del istmo en la 19ª cumbre del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), celebrada en San José.

La decisión acordada entre Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá liquidó de una vez por todas un nombramiento pactado en julio pasado a espaldas del mandatario costarricense, Óscar Arias. En él se designaba al canciller de Nicaragua, Norman Caldera, como coordinador del equipo negociador centroamericano que atendería el tema comercial, político y de cooperación, los tres ejes del acuerdo anunciado en mayo pasado, en Viena.

Los celos políticos y los afanes personalistas cedieron paso esta vez al consenso, en el desenlace de la primera gran diferencia admitida entre los Gobiernos de Centroamérica de cara al acuerdo que podría empezar a negociarse en el primer trimestre de 2007, previsto para ser firmado en mayo de 2008. El portavoz de turno será sólo un interlocutor con la UE, pues las decisiones en el bloque centroamericano estarán a cargo del Consejo Intersectorial, formado por cancilleres y ministros de Comercio, por encima de un jefe negociador que nombrará cada país. La polémica sobre el formato de negociación que adoptaría Centroamérica estuvo centrada por la presión de la UE a favor de un “negociador único”, concepto que ha sido objeto de diversas interpretaciones y que los mandatarios centroamericanos creen estar cumpliendo con la figura de un “portavoz único itinerante”. Los delegados europeos en esta región no han manifestado aún si el acuerdo de la cumbre les satisface, pues esperan un criterio desde Bruselas. “Eso es un gran avance que esperamos entiendan los europeos. Siempre se van a entender con un sólo portavoz”, declaró Arias.

De momento, sí hay un elemento que podría satisfacer a la UE: el consenso. Aunque de manera trabajosa, los centroamericanos lograron allanar el camino hasta incluir la figura de la portavocía en la Declaratoria de San José, lo que complació especialmente al Gobierno de Óscar Arias, que siempre declaró “inaceptable” el nombramiento de Caldera, un personaje que recibe pocas simpatías en Costa Rica.

La posición que completó el consenso en la cumbre fue justamente la del presidente nicaragüense, Enrique Bolaños, quien tras unas tres horas de conversación con sus homólogos cedió en su impulso a Caldera. “Lo hago por la integración de Centroamérica, para demostrar mi fuerte vocación integracionista”, expresó Bolaños para bordear mediante la diplomacia cualquier conclusión de “derrota diplomática”.Aunque a Bolaños le restan solo tres semanas para ceder su cargo, el formato de portavocía rotativa tiene la “unción” del sustituto en Managua, Daniel Ortega, quien rechazó la invitación para asistir a la cumbre.

La portavocía rotativa se asemeja a la forma en que cinco países centroamericanos negociaron en 2004 un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, aunque ese acuerdo exigía menos requisitos de integración a unos países que, desde el siglo XIX, han invocado la unión centroamericana como un ideal, en contra de las distintas realidades y, sobre todo, los celos entre gobernantes.

Otro obstáculo, pero más reciente, ha sido la burocrática institucionalidad de los procesos de integración política, llena de fondos de cooperación y celebración de reuniones de alto nivel. Los presidentes han asistido a 78 cumbres en los últimos siete años, a un ritmo de casi una reunión por mes.

De los 247 mandatos presidenciales emanados de las cumbres, solo el 54% se ha cumplido, mientras que uno de cada cuatro no tiene destinatario y un 85% no tiene plazo de ejecución, según un estudio del propio SICA.

El área en la que más se ha avanzado ha sido la económica, a pesar de ocurrentes impuestos que saltan como represalia ante las diferencias políticas en el istmo. La unión aduanera centroamericana tiene armonizado un 95% de los productos, lo que las autoridades centroamericanas consideran suficiente para complacer a la UE antes de sentarse en la mesa donde se negociará el acuerdo de asociación.

Tras la aplicación del TLC con Estados Unidos en la mayor parte del istmo y la inminente ratificación en Costa Rica, el acuerdo con la UE se yergue como la próxima meta para Centroamérica en su carrera de tratados de libre comercio. La posibilidad de exportar con reglas preferenciales y fijas hacia un mercado superior a los 500 millones de personas es el principal factor de interés en el istmo, aunque no desprecia la idea de obtener más recursos por cooperación económica.

La UE, por su lado, ve a Centroamérica como un potencial destino de inversiones, especialmente en el sector de las compras públicas, aunque la embajadora europea para la región, Francesca Mosca, dijo hace un mes que el interés es esencialmente político.

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