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Reportaje:

"Es el fin del Imperio británico, me dije suspirando"

La prensa británica publica extractos nuevos de un diario personal de Carlos de Inglaterra, mientras los abogados del príncipe tratan a toda costa de terminar con el goteo de revelaciones

El príncipe Carlos de Inglaterra parece haber cometido un error de cálculo al acudir a los tribunales para tratar de evitar la publicación de sus diarios personales en la prensa británica. Los periódicos salen cada día de las rotativas con nuevas confidencias del príncipe, desveladas precisamente en las sesiones de una vista judicial de tres días que en principio concluye hoy pero que la prensa quiere convertir en un juicio como Dios manda, algo que los abogados de Carlos tratan de evitar ahora a toda costa.

Los abogados de Associated Newspapers (empresa que edita cinco diarios, entre ellos el Daily Mail y el Mail on Sunday) quieren defender ante los tribunales su derecho a publicar los diarios de Carlos. El príncipe, por su parte, alegó en un principio que hacerlo suponía quebrantar sus derechos de autor, y por ello acudió ante el juez en cuanto salió la primera entrega publicada en el Mail on Sunday. Ahora, en cambio, sus abogados están tratando a toda costa que la vista judicial que termina hoy sea el final de la historia.

Motivos tienen, puesto que cada día de proceso permite llenar decenas de artículos, y no sólo en los diarios de Associated Newspapers sino en las primeras páginas de toda la prensa británica, a costa de lo que se desvela de esos textos privados ante el juez. Y es que las 3.000 palabras que redactó el heredero a la corona británica sobre la entrega de Hong Kong a la República de China en 1997 están dando muchísimo de sí.

En la entrega de hoy hemos podido saber de la decepción de Carlos de Inglaterra con la clase política británica, que "se guía por los sondeos de opinión" y por la mercadotecnia, y "siempre tiene prisa". En su opinión, los políticos basan sus decisiones únicamente en "documentos preparados por asesores o funcionarios, ninguno de los cuales tiene experiencia directa de aquello sobre lo que han de decidir".

Incluye Carlos también una reflexión personal no exenta de humor sobre su viaje a Hong Kong. Según cuenta, su asiento en clase preferente en el Boeing 747 de British Airways era "bastante incómodo"; pero cuál sería su sorpresa al descubrir que otros dignatarios (un ex primer ministro, algún ministro y ex ministro, etcétera) volaban en primera. "Es el fin del Imperio, me dije entonces suspirando", escribe Carlos en su diario.

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