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Cómo “una película simple de un tío que da golpes” se convirtió en un clásico inesperado

Se estrena en Prime Video ‘De profesión: duro’, el ‘remake’ de una de las películas de tortazos más queridas de los ochenta. Su disparatado argumento y un Patrick Swayze en forma la han mantenido en el recuerdo, mientras la policía ha llegado a emplearla en cursos de diplomacia

Patrick Swayze, un tipo duro rodeado de otros tipos duros pero menos que él en 'De profesión: duro'.Foto: RIGHTS MANAGED (SILVER PICTURES / STAR PARTNERS /CORDON PRESS)

El pasado jueves llegó a Amazon Prime Video Road House (De profesión: duro), nueva versión de la película homónima de 1989, esta vez con Jake Gyllenhaal como protagonista y el cineasta Doug Liman tras la cámara. El remake conserva el título, un argumento parecido y el foco en la acción, pero en la escala sí hay una diferencia visible: las peleas son más grandes, los escenarios son más espectaculares, para el matón final se ha reclutado a una figura como la del luchador irlandés de artes marciales mixtas Conor McGregor, campeón de la UFC, y el perfil de la producción, con un presupuesto de 85 millones de dólares y figuras de Hollywood de primer nivel, es evidentemente más alto. Un proyecto ambicioso y con diversos recursos para satisfacer las expectativas del gran número de admiradores de la original, más modesta, coyuntural y con menos pretensiones, pero que, después de un paso aceptable por taquilla, se forjó una leyenda en videoclubs y reposiciones de sobremesa. El tipo de clásico al que, en definitiva, solo es posible enfrentarse sacando todo el arsenal.

Con Patrick Swayze como estrella absoluta tras triunfar dos años antes con Dirty Dancing (1987), De profesión: duro contaba la historia de un vigilante de bar, James Dalton, famoso en todo Estados Unidos por la extrema eficacia con la que realiza su trabajo. Un hombre contrata sus servicios para que le ayude a limpiar de chusma de un bar que tiene en un pequeño pueblo de Misuri. Dalton, además de un brillante repartidor de guantazos, es un no menos brillante doctor en Filosofía (aspecto argumental omitido en la versión de 2024), que abandonó la disciplina al no encontrar “las respuestas que buscaba”, según explica en una escena de la película. Quienes sí encuentran todas las respuestas del mundo son los vándalos que se acercan a los dominios de Dalton con ganas de gresca. El conflicto escala hasta el punto de que el héroe acaba teniendo que desarticular la mafia local, sostenida sobre la corrupción del cuerpo de policía, a fin de cumplir con éxito su misión pacificadora.

“Las cosas como son, es una película plana y simple de un tío que va a un pueblo a dar golpes, que salva a la gente del ricachón de turno porque puede con los malos y que se lleva a la chica”, admite a ICON Álvaro Ruiz de Gauna, autor del libro El cine de acción que ya no se hace: 50 películas que marcaron una época (2017, Dolmen Editorial). “Pero es diferente de otras películas de tiros o de mamporros de Stallone y Schwarzenegger. Dentro de lo ochentera que es, se sale un poco de lo que se hacía en su época porque es como un western llevado al presente. Si lo piensas, es el mismo argumento de El jinete pálido [1985], que a su vez bebía de Raíces profundas [1955]. Un pistolero, en este caso un portero de discoteca, que va al típico pueblo del medio oeste y lo libera del malvado terrateniente que tiene a todo el mundo atemorizado”.

Patrick Swayze, en una imagen promocional de 'De profesión: duro'.
Patrick Swayze, en una imagen promocional de 'De profesión: duro'.Aaron Rapoport (Getty Images)
Patrick Swayze en 'De profesión: duro'.
Patrick Swayze en 'De profesión: duro'.United Artists (Getty Images)

Otro elemento distintivo que señala Ruiz de Gauna es la calidad de su acción. “Tiene peleas que están muy bien, sobre todo la de Patrick Swayze con el esbirro principal, bastante cruda y realista. Además, hay navajazos, el protagonista después de unos cuantos golpes se cansa, suda, le duele. No es un superhéroe, como otros personajes de acción”, opina el escritor. Buena parte de la responsabilidad la tuvo el coreógrafo Benny Urquidez, alias The Jet, colaborador habitual de Jackie Chan y Sammo Hung, que trató de importar a la película el estilo contundente e hipertécnico del cine de artes marciales hongkonés. Los actores rodaron las peleas sin dobles, según el secundario Sam Elliott, que afirmó: “Me estuvieron pateando el culo toda la película”. Urquidez, pionero estadounidense del full contact, quedó tan entusiasmado por el desempeño y potencial físico de Patrick Swayze que trató de convencerle para iniciar una carrera en el kickboxing.

Patada a la gloria

Patrick Swayze no solo no se dedicó al kickboxing, tampoco haría una larga carrera en el cine de acción. Tras la enorme fama que el actor obtuvo por Dirty Dancing, De profesión: duro supo explotar ese atractivo como reclamo. Aparte de golpes había una trama amorosa con la actriz Kelly Lynch y una alta cantidad de escenas sin camiseta. Incluso el eslogan bromeaba con el título que le había lanzado al estrellato: “The dancing’s over. Now, it gets dirty” (El baile ha terminado. Ahora, se va a poner sucio). Una lesión en el rodaje llevó a Swayze a buscar tranquilidad fuera del género y, tras rechazar sendos papeles en Tango y Cash (1989) y Depredador 2 (1990), protagonizó la película que terminó de confirmarle como galán romántico: Ghost (1990). Sin embargo, volvería puntualmente a las tortas para legar otro clásico instantáneo, Le llaman Bodhi (1991), donde la mística desde la que había construido al Dalton de De profesión: duro explotaba del todo en la forma de un gurú del surf.

El actor Patrick Swayze, fotografiado en Los Ángeles en 1989.
El actor Patrick Swayze, fotografiado en Los Ángeles en 1989.Aaron Rapoport (Corbis via Getty Images)

El alcoholismo fue apartando poco a poco de la interpretación a Swayze, que falleció en 2009 de cáncer de páncreas. “Tiene a finales de los noventa una película de camiones llamada Black Dog [1998] que es entretenida. Está bien, yo me río mucho con ella, pero es verdad que ahí ya daba la sensación de que Patrick Swayze estaba aceptando cualquier papel”, apunta Ruiz de Gauna.

De profesión: duro llegó apadrinada por quien fue, desde el lado económico, el gran mago del cine de acción en aquella década en Estados Unidos, Joel Silver, que venía de producir nada menos que Límite: 48 horas (1982), Commando (1985), Arma letal (1987), Depredador (1987) y La jungla de cristal (1988). Además de contratar al coreógrafo The Jet, Silver se llevó consigo a los montadores de la mayoría de esas películas y a uno de los coordinadores de especialistas más experimentados de Hollywood, Charlie Picerni, si bien, según el director Rowdy Herrington, las grandes contribuciones del productor fueron más lejos: idea suya fue la frase más famosa de la película, “En la cárcel me he follado a tíos como tú” (suavizada en el doblaje español a “En la cárcel me he cargado a tíos como tú”), que le espeta uno de los esbirros a Dalton antes de que este le mate arrancándole la garganta. Marshall Teague, el actor encargado de pronunciar la línea de diálogo, contó que su madre saltó en la butaca y gritó “¡Ese es mi chico!” cuando escuchó la frase en el preestreno.

Patrick Swayze, sin camiseta, y Kelly Lynch en 'De profesión: duro'.
Patrick Swayze, sin camiseta, y Kelly Lynch en 'De profesión: duro'.IFTN (United Archives/IFTN / Cordon Press)
Patrick Swayze descansando un rato de dar mamporros en 'De profesión: duro'.
Patrick Swayze descansando un rato de dar mamporros en 'De profesión: duro'.IFTN (United Archives/IFTN / Cordon Press)

Las críticas no fueron muy positivas en el momento del estreno. Roger Ebert fue de los más complacientes, pero tampoco mucho: dijo que era disfrutable si se veía “con la actitud correcta”, pero que estaba en la frontera entre las “películas buenas-malas” y las puramente malas. Sin embargo, ello no impidió que la película funcionase bien a nivel comercial, ni que acabara encontrando un público incluso mayor año a año gracias a la popularización de la televisión por cable en Estados Unidos. En 2020, a 31 años de su estreno, fue la película más veces repuesta. Ben Gazzara, que encarna al villano, también dijo que era la película suya que más había vuelto a ver. En un capítulo de la serie Anthony Bourdain: Parts Unknown (2013), el chef Anthony Bourdain declaraba su admiración por De profesión: duro, un culto que también afirmaba seguir su comensal, el actor Bill Murray. “Puedes pasarte la vida analizando esta película. Cuantas más veces la ves, más incógnitas surgen. Es fantástica, está tremendamente infravalorada”, proclamaba el cocinero. “Nunca he visto a nadie disfrutar De profesión: duro tanto como la disfruto yo”, le respondía Murray.

La película, que también contiene una secuencia con un camión monstruo y actuaciones en directo del reputado guitarrista canadiense Jeff Healy, fue utilizada por la policía de Nueva York para enseñar diplomacia a 22.000 agentes, como una de las medidas obligatorias de reentrenamiento en respuesta al homicidio por asfixia del afroamericano Eric Garner. En la escena utilizada, el personaje de Patrick Swayze enseñaba a sus compañeros del bar las tres reglas que seguía para evitar estallidos violentos: esperar lo inesperado, no empezar nada y ser amable. Obviamente, la revelación de que los policías estaban viendo De profesión: duro como solución a una crisis de racismo institucional y abuso de autoridad no hizo tanta gracia a la ciudadanía, y el entonces alcalde Bill DeBlasio tuvo que salir a asegurar que el programa no consistía exclusivamente en eso.

Jake Gyllenhaal en el 'remake' de 'De profesión: duro' que ha estrenado Prime Video.
Jake Gyllenhaal en el 'remake' de 'De profesión: duro' que ha estrenado Prime Video.MGM (ZUMAPRESS.com / Cordon Press)

La nueva Road House (De profesión: duro) se ha estrenado con polémica: su llegada directa a una plataforma de streaming ha indignado al director, Doug Liman, que se ha negado a promocionarla, y al propio productor Joel Silver, despedido por Amazon por motivos menos claros (la empresa asegura que fue por abuso verbal a dos trabajadoras, mientras que el entorno del productor lo achaca a su negativa a emplear inteligencia artificial durante las huelgas del pasado año). La película, sin embargo, ha recibido una acogida crítica significativamente más favorable. Ahora le queda la parte difícil: perdurar en la memoria colectiva mucho más allá de lo que nadie se atrevería a prever.

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