Moda para cuando volvamos a salir de fiesta

Aún quedan dos semanas para que acabe el año, pero ya está claro que el gran tema de 2020 habrá sido 2020. El presente suspendido en que ha vivido buena parte del mundo desde primavera ha acaparado conversaciones y artículos, y ha transformado la vida cotidiana con una sensación de vértigo, irrealidad y melancolía. Y resulta imposible no evocar la carga emocional de estos meses al escuchar la banda sonora del vídeo con que Dolce & Gabbana ha presentado su colección de Alta Sartoria en redes sociales.

En las imágenes, al ritmo pausado de una melodía de piano romántica y cinematográfica, un grupo de hombres de distintas generaciones y procedencias se reúne en los lujosos salones del palacio que la casa tiene en el Corso Venezia de Milán. Escuchan música, charlan, juegan a las cartas y beben champán en una especie de celebración familiar que, dadas las fechas en que se ha presentado, resulta casi utópica.

Sin embargo, nada más apropiado para una firma cuya visión siempre ha sido eufórica, hedonista y excesiva. La colección de Alta Sartoria, además, resulta un entorno especialmente adecuado para ello: estas costosísimas prendas, elaboradas a medida con tejidos de lujo e intrincadas técnicas textiles, representan la dualidad que articula el lujo de hoy: artesanía decimonónica traducida en imágenes digitales. Las redes sociales, aquí, son la carta de presentación para unas prendas que solo pueden apreciarse en su totalidad en primera persona. Aunque la imagen se democratice a través de las pantallas, el privilegio está en el tacto. Y en esa dualidad Domenico Dolce y Stefano Gabbana se mueven como peces en el agua.

Los diseños declinan los códigos que la casa lleva varias temporadas evolucionando en su colección más exclusiva. Es difícil encontrarle peros a estos esmóquines y trajes precisos y preciosos, igual que resistirse al encanto de prendas aparentemente domésticas que reflejan que la juerga, al menos de momento, sigue celebrándose en casa. Por otro lado, lo deportivo irrumpe en forma de cortes y actitudes que conectan con el todopoderoso streetwear. Los diseñadores hablan de “la belleza de la confrontación generacional, en equilibrio entre el clasicismo puro y la espontaneidad de la juventud”. Si existiera una piedra filosofal para el lujo en 2021, su formula se parecería mucho a esta frase.

En Dior Men también hay ganas de fiesta y de escapismo, que es una línea que el director creativo Kim Jones empezó a explorar esta temporada en su colección dedicada al revolucionario Judy Blame. Con un poco de suerte, la que presentó de manera virtual el pasado 8 de diciembre llegará a las tiendas en otoño en un mundo en el que el clubbing haya dejado de estar proscrito. Desde luego, así lo merecen los estampados inspirados en las obras de Kenny Scharf –un artista californiano perteneciente a la misma órbita que Keith Haring y Jean-Michel Basquiat– que recorren las prendas de la colección. Crear algo reconocible es útil porque proporciona un pequeño margen de sosiego, y en las últimas temporadas Jones ha conseguido desarrollar siluetas propias –la chaqueta cruzada, los abrigos, los pantalones con detalles técnicos– que ahora le permiten divertirse sin ansiedad y disfrutar de su triunfo. Es cuestión de justicia.

Igualmente madura es la colección que Sarah Burton ha diseñado para la próxima primavera en Alexander McQueen, la casa que dirige. Cuando se habla de Burton la conversación suele derivar invariablemente hacia sus colecciones femeninas, artesanales hasta la demencia y románticas en la mejor tradición del fundador de la firma. Sin embargo, hace varias temporadas que sus colecciones masculinas siguen una ruta coherente y bien trazada hacia siluetas austeras llenas de respeto a la sastrería y de texturas y colores inconfundibles.

Su colección de moda para hombre, presentada el 7 de diciembre a través de imágenes digitales, es un ejercicio de contención que emplea los tejidos disponibles en el taller durante el confinamiento. Sin embargo, en ocasiones hacer algo por segunda vez genera mejores resultados que en la primera. Y varios recursos en esta colección –las prendas que combinan dos tejidos distintos, los acabados desteñidos y gastados, el poder expresivo de los tonos claros–anuncian una época emocionante en McQueen.

Las imágenes muestran prendas delicadas, introspectivas y bien pensadas. Hasta los colores más arriesgados –rosa, rojo– están compensados con patrones milimétricamente comerciales. No es arriesgado predecir que las chaquetas moteras tendrán éxito incluso aunque huyan del oversized imperante en los últimos tiempos. O quizá lo tendrán precisamente por eso: nuevos tiempos requerirán nuevas prendas, aunque nadie sepa exactamente cuándo empezará esa nueva época.

Otro signo de los tiempos es la coincidencia en la misma semana de tres colecciones correspondientes a tres temporadas distintas, aunque el propio concepto de temporada lleve varios años en crisis. La Alta Sartoria de Dolce & Gabbana sale a la venta a corto plazo, la colección de McQueen llegará a las tiendas en primavera de 2021 y la de Dior tendrá que esperar hasta el final del verano. Por eso, lo más emocionante de las colecciones que se presentan estos días es pensar que, con un poco de suerte, pisarán las calles en un mundo menos hostil que el de ahora.

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