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Ante la realidad nuclear
Ante la realidad nuclear. Cuando se lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, en agosto de 1945, no sólo se demostró el poder destructivo sin precedentes de la nueva arma, sino también la capacidad de uno de los jefes de Estado más respetables del momento (el presidente Harry Truman) para emplear dicha arma contra poblaciones civiles completamente indefensas e inocentes. Una pequeña pero significativa minoría de científicos y militares había abogado por una demostración de tan terrible arma cerca de la costa en lugar de utilizarla contra una ciudad densamente poblada, y una pequeña pero significativa minoría de tales personas ha continuado, a lo largo de los últimos 50 años, insistiendo en la ,necesidad de un completo desarme nuclear-químico-biológico para que la raza humana no destruya la civilización existente y no hipoteque el futuro durante milenios a causa de la vida media radiactiva de los productos químicos empleados en dichas armas.Durante los 42 años transcurridos desde 1949, fecha en que los soviéticos explosionaron su primera bomba atómica, hasta 1991, cuando se desintegró la Unión Soviética, habría sido posible alcanzar el necesario desarme mientras sólo existían dos superpotencias con grandes arsenales. Pero prudentes hombres de Estado, incluyendo ganadores del Premio Nobel de la Paz, optaron, en cambio, por lo que llegó a conocerse como "el equilibrio del terror", y en los periódicos de hoy día pueden leerse elogios de ese equilibrio del terror que "mantenía la paz" en Europa durante los históricamente breves 40 años de guerra fría.