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Emerald Fennell, la promesa británica que creció en ‘The Crown’ y llega a los premios Oscar

Nominada a mejor dirección por ‘Una joven prometedora’, la también guionista de la serie ‘Killing Eve’ se ha hecho popular por su papel como Camilla Parker-Bowles en la serie de Netflix

Emerald Fennell, en una fiesta celebrada en Los Ángeles, California, en septiembre de 2019. En vídeo, el tráiler de ‘Una joven prometedora’ .Vídeo: LISA O'CONNOR / AFP

Con Emerald Fennell está asegurada la sorpresa. Es una mujer difícil de encasillar y a ella le encanta esta idea. Es autora de libros infantiles y de series violentas como Killing Eve. Actriz que sirve para cualquier época y condición, aunque su crianza tal vez la acerca más a la Camilla Parker Bowles, duquesa de Cornualles, que interpreta en The Crown que a la lesbiana en el armario de Llama a la comadrona. Y, ahora, es productora, guionista y directora de Una joven prometedora, la mayor de las sorpresas porque la película ha hecho de ella una triple candidata al Oscar además de la primera vez en la historia de estos premios misóginos en los que dos mujeres compiten por la estatuilla en la categoría de mejor dirección (junto con Chloé Zhao por Nomadland).

Todo esto gracias a ver la televisión cuando era pequeña. O al menos así es como le gusta resumir su bagaje y sus influencias a esta londinense que también aprovechó el rodaje de su primera película para dar a luz a su primer hijo. “En casa siempre nos dejaron ver la televisión. Y leer. Lo que fuera, aunque el programa o el libro no fueran infantiles. Nuestros padres alimentaron nuestra imaginación”, reconoce como la esencia de su vida artística.

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A Emerald no le faltaron estímulos. Es hija del joyero Theo Fennell, graduado en el exclusivo internado de Eton y cuya obra es descrita por su hija como gótica y retorcida mientras la prensa británica la describe como la favorita de Elton John o de Keith Richards, quienes forman parte de los amigos de la familia. Su madre también es escritora y su hermana, diseñadora de moda. Una vida de privilegio que llevó a Fennell a pasar por la misma escuela que pisó Kate Middleton (el Marlborough College) y a la universidad de Oxford. Pero no es eso lo que describe esta mujer prometedora de 35 años cuando habla por teleconferencia desde el dormitorio de su infancia, donde pasó confinada en casa de sus padres los peores cuatro meses de la pandemia. Un lugar en el que prefiere hablar de los libros de Roald Dahl que leyó de niña y de las lágrimas que vertió de amor, emoción u hormonas escuchando a su preferida, por siempre, Britney Spears.

Sin embargo, con Una joven prometedora y, sobre todo, con el reconocimiento de la Academia, Fennell es el nuevo estandarte del movimiento MeToo. O quizás, mejor dicho, del “sí, se puede”. “Para mí, en toda su perversión, Una joven prometedora es ante todo una película que habla de perdonar. Pero para perdonar, alguien tiene que pedir perdón”, subraya con bastante malicia. Con lo charlatana que es, la autora se niega a dar detalles personales sobre lo que para ella es una comedia negra pero para muchos otros es un drama incómodo, de los que fuerzan a la risa, sobre las muchas ramificaciones del abuso sexual. “No le ayudaría a nadie conocer mi experiencia más allá de subrayar que hablamos de algo universal, desafortunadamente demasiado común, parte de nuestra cultura, algo de lo que incluso nos hemos reído en muchas películas”, admite con cierta seriedad antes de romper el discurso con una carcajada. “Tampoco necesité matar a nadie para escribir Killing Eve, al menos ningún asesinato que vaya a admitir”.

Lo que sí necesitó es una buena amiga como esa otra musa británica de la incomodidad que es Phoebe Waller-Bridge para meter la cabeza en la industria. Las dos se conocieron como actrices en el set de Albert Nobbs a las órdenes del colombiano Rodrigo García. La amistad que floreció hace diez años entre ellas llevó a Fennell primero al frente de la sala de escritores de Killing Eve y ahora, al Oscar. “Hacer películas fue el sueño de toda mi vida, desde que de niña fui por primera vez a los estudios Universal y supe que nunca lo lograría”, se vuelve a reír.

Ahora que le ha cogido el tranquillo, se ve repitiendo. Quizá no con el material de otro, pero sí con sus propias historias, esas que elevan la voz de la mujer y captan su interés por ser diferentes. Historias de estar por casa como las que vive ahora que es madre. “Los problemas a los que se enfrentan las madres son gigantescos, especialmente en tiempos de covid donde los estereotipos han vuelto y hacen mucho más en casa de lo que les correspondería siendo equitativos”, explica enfadada antes de volver a respirar pensando en su carrera como actriz. “Me veo actuando, sí. Pero como actriz, tu horario lo marcan otros y eso quizás me lo pueda permitir menos”, reflexiona.

Cualquiera que sea el resultado de los Oscar, la carrera de Fennell solo seguirá en una dirección: hacia delante. O como bromea, quizás pase de “joven prometedora” a “vieja promesa”, algo dudoso. Su próximo proyecto es otra elección sorprendente: el musical centrado en La Cenicienta que prepara junto al rey de los musicales, Andrew Lloyd Webber. Lo único difícil de imaginar en todo esto es de dónde saca el tiempo. “La Coca-Cola ayuda”, se ríe. “Lo mismo que me ayudaba el tabaco hasta que tuve que dejarlo porque aparentemente es malo para la salud. En cualquier caso, no duermo mucho. Un tiempo que antes utilizaba para leer y ver la tele y en el que ahora escribo. Y ya he dormido lo suficiente este año como para ponerme las pilas”, admite, dispuesta a todo.

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