Los actores Mandy Patinkin y Kathryn Grody, amor y humor en las redes en tiempos de pandemia
El matrimonio se ha convertido en una revelación en Twitter y TikTok gracias a los vídeos cotidianos que graban con su hijo en la cabaña en la que han decidido aislarse
Mandy Patinkin y Kathryn Grody no hacen nada extraordinario, y eso es precisamente lo que les convierte en personas extraordinarias. El matrimonio formado por el actor de La princesa prometida y de Homeland y la también actriz y dramaturga lleva más de 40 años juntos, baches incluidos, pero en esta pandemia se ha convertido en revelación de las redes sociales gracias a su manera de ver la vida, a su divertida forma de quererse y, en los últimos meses, a su activismo político.
La aventura del intérprete, de 68 años, y su esposa, de 74, en el mundo internauta a lo largo de este último año no es solo suya. Cuentan con la complicidad y la ayuda de su hijo pequeño, Gideon, de 34 años —el mayor, Isaac, se casó hace poco y vive en Colorado—, que es quien está tras las cámaras y subiendo contenido. De hecho, él fue el agitador de sus padres. Cuando arrancó la pandemia, la pareja dejó la ciudad de Nueva York por una cabaña entre árboles al norte del mismo estado y Gideon se les unió. El 16 de abril, en la cuenta de Twitter de Patinkin, el joven publicó el primer vídeo de la pareja, donde recordaba cómo fue su primera cita entre cariñosos reproches y daba cada uno su versión de los hechos.
42 years and one day after our first date. True love. pic.twitter.com/asn4Fs6lc0
— Mandy Patinkin (@PatinkinMandy) April 17, 2020
A partir de ahí, el éxito fue de la mano. Patinkin, bajo cuyo nombre se centralizan las cuentas de la pareja, tiene casi 300.000 seguidores en Twitter, más de 250.000 en Instagram y en su perfil de TikTok, llamado de forma divertida MandyPatinktok, superan los 950.000 seguidores. Sus vídeos e historias se han convertido en el placer culpable de muchos en las redes, que desean ver cómo hablan de las recetas que hacen, de su día a día en la cabaña, cómo cantan juntos en hebreo o cómo se echan la siesta junto a su perra Becky, protagonista habitual de su metraje. “¡Necesito un corte de pelo! Tengo un conflicto por cómo estoy y sé que me debería importar una mierda. Pero me miro en Zoom y no me creo lo que veo”, clamaba riendo Kathryn Grody en un vídeo en el que se mesaba del pelo y se estiraba la cara como si fuera a someterse a un tratamiento de cirugía, todo bajo el título “Conflicto filosófico”. El humor y la normalidad que impera en toda casa del mundo en estos tiempos pandémicos.
El matrimonio ha sabido pasar de lo popular a lo político. Durante el otoño se han dedicado a convencer a sus seguidores de la importancia del voto; aunque ellos estaban claramente contra Trump y a favor de la papeleta demócrata, lo que pedían era simplemente registrarse y acudir a votar. Incluso se unieron a un programa para escribir cartas a personas anónimas que les anime a ejercer su derecho. Así dotaban de un poder real a sus mensajes y se sacudían el estigma generacional que arrastraban contra las redes porque, como contaba Kathryn Grody a Rolling Stone en septiembre, al principio le resultaban “superficialidad y mercadeo, pura desinformación”. Además, también han aprovechado para promocionar el Comité Internacional de Rescate, una ONG que ayuda a los refugiados, a la que ambos pertenecen y por la que solían viajar por el mundo, de Grecia a Camboya, para generar atención sobre la causa.
Cuenta el hijo de la pareja que los comentarios más habituales que recibe son “¿Me adoptaríais?”, y también: “Son iguales que mis padres, pero no son negros, o indios, o...”. Para él, lo que transmiten sus padres es “igual que todos los padres judíos, pero de una forma más universal”. Cuenta que a lo largo de estos meses ha acumulado más de 55 horas de material paternal en su móvil.
Patinkin y Grody llevan 43 años juntos. En su primera cita él ya le dijo que se iba a casar con ella. “Pues vas a acabar mal, porque no me voy a casar con nadie”, le respondió ella, como han contado en The New York Times. Se casaron un par de años después, en 1980, y a lo largo de su matrimonio se han separado dos veces, seis meses la primera y ocho la segunda. “Hablábamos cada día, nos veíamos uno sí y uno no. No podíamos estar separados”, contaba el actor. “La verdad es que era absurdo”, remachaba la dramaturga. ¿Y ahora? “Estar encerrado con mi familia durante 11 meses ha sido uno de los mayores regalos de mi vida”, le ha dicho Patinkin al diario estadounidense. Ahora, con sus más y sus menos, son extraordinarios en su feliz normalidad.
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