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La paradoja y el estilo
Columna
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Una semana especial

Como dice Tilda Swinton en su magistral interpretación: el vértigo nos atrae y a veces nos empuja al abismo

El cineasta español Pedro Almodovar y la actriz británica Tilda Swinton, en el Festival de Cine de Venecia, el pasado septiembre.
El cineasta español Pedro Almodovar y la actriz británica Tilda Swinton, en el Festival de Cine de Venecia, el pasado septiembre.ETTORE FERRARI (EFE)
Boris Izaguirre

Esta semana ha sido especial. Y no porque el Papa haya dicho que respeta las parejas del mismo sexo. ¡Ya veremos cuánto tarda en aplicarlo legalmente o cuánto debemos esperar para ver a una mujer Papa! Lo que ha sido especial de verdad es que: ¡Me han invitado a una fiesta! Después de meses casi sin actividad social, la revista Vogue convocó a la entrega de su premio más especial: Who’s on next.

Coincidió con la moción de censura de Vox y eso me fastidió un poco porque quería ponerme mi traje verde, que es el color corporativo de ese partido. Finalmente recurrí al gris. No me queda tan mal, se confunde con mi pelo y con el otoño. En el evento nada fue gris. Todo lo contrario. Empezando por el test PCR que se nos sugirió como aperitivo para asistir. Es cierto que durante la espera te pones nervioso y que el palito nasal es el nuevo “predictor”, en diez minutos estás in o estás out. Eugenia de la Torriente, directora de la revista y Natalia Gamero, presidenta de Conde Nast España, recibían sin estrechar manos, vestidas para que te fijases en sus trajes pero no te acercaras. Primera lección. Los editores invitados, de Vogue Italia y de Vogue México hablaban en pantallas desde sus lejanas redacciones y países. ¿Recordáis aquello de la teletransportación? Viajar de una dimensión a otra en cuestión de segundos. Resulta que ya existe y es lo telemático. Conectamos con cualquier punto del planeta de forma instantánea. Y todos estamos en nuestro sitio porque la casa de cada uno forma parte de la nueva flota de la nave Enterprise. La esencia de estos premios es apoyar al talento nuevo. Pero demostró que la moda es también una guía ahora que no hay alfombras rojas, no hay besuqueos ni borracheras gratis. Muchos presentes añoraron eso. Basta de ensoñaciones y demagogias, como dicen pedagógicamente en la Cámara de Comercio. Funciona lo serio. Te nutre, mucho más que los canapés gratis. Una vez escuché a Antonio Gala decirle a un invitado: “Qué suerte hacer algo por primera vez”. Lo recordé esa noche, estrenando mi primera incursión en el nuevo protocolo.

El martes fui a ver Las Criadas. Siempre amé este texto de Genet, su locura, su poesía. Alicia Borrachero, Jorge Calvo y Ana Torrent defienden una versión audaz y contenida, hablándonos de un futuro que ya es presente. Todos somos criadas. Y todos somos la Señora, que Jorge Calvo transforma en un afortunado delirio escénico. Siempre hay algo que nos iguala. En esta obra es el amor o su ausencia. El amor parece sobrevivir como criada y esa supervivencia provoca cambios.

Hay cambios de protocolo. Algo que también han confirmado Guillermo y Máxima de Holanda, que tuvieron que regresar a casa al día siguiente de instalarse en su residencia de recreo en Grecia. Los juiciosos contribuyentes holandeses estaban que echaban chispas con la decisión real. En medio de una tormenta de críticas, tuvieron que disculparse en un vídeo con caras largas. Máxima, que el horno no está para bollos.

Esta semana, especial, disfruté de que continúa aflorando el talento, la crítica y la emoción. Lo sentí durante el pase vespertino de La Voz Humana de Almodóvar en el cine de mi barrio, con el protocolo sanitario oportuno. Y la película me inundó. Como dice la propia Tilda Swinton en su magistral interpretación: el vértigo nos atrae y a veces nos empuja al abismo. Es una frase del texto que Jean Cocteau escribió en 1958, el mismo año que nació Madonna. Vértigo porque lo quieres ver y absorber todo, en 30 minutos. Esos detalles de autor que animan sus escenografías, por alguna razón mágica, van introduciéndote al purificador monólogo que entrega Swinton. Y cuando termina, con fuego, quieres más de eso, de su manera de abrirte los ojos. Y quieres hablar como Tilda en La Voz Humana. Y estar delgada. Y repetir sus frases, que son de Cocteau, aunque alguna señora casposa te censure o te tilde de tonta.

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