¿Y si Juan Carlos regresa?
Todavía resulta chocante ser 'instagramer' y protaurina, a no ser que te llames Victoria Federica Marichalar
Curioseando unas fotos bastante campechanas de Enrique Ponce y Ana Soria, una llamada de teléfono me preguntó: “¿Qué pasará si Juan Carlos regresa?”. Me quedé sin saber qué responder, solo pude decir: “¿Lo echas de menos?”.
Seguí pensando. Es cierto, en el comunicado se afirma que se traslada temporalmente pero pensando en regresar, lo necesitara la justicia o no. Si regresa, ¿dónde se alojará? En una economía tan vinculada a las constructoras la cuestión inmobiliaria importa. ¿A un piso en Madrid? ¿A la urbanización La Finca o a la Moraleja? ¿Pasará por Zarzuela a recoger sus cosas? ¿Se queda allí con Sofía e Irene? Se amontonan las preguntas. Además, el presidente Sánchez insiste, enigmático, que él no puede decir nada porque son cosas de la Casa Real. ¡Sus labios están sellados! Lo que puedo afirmar es que esta odisea sobre los viajes de “Willy Fog emérito” va perdiendo interés. No podemos consumir el resto del verano con acertijos de zarzuela. Y son cuestiones que van más allá de lo local.
Mi amiga Carolina, desde Miami, me lo había advertido: “¿Y si esto del exilio del rey es una cortina de humo para tapar otros problemas?”, interrogó vía mensajería de Instagram, que es como se comunican las nuevas generaciones. Sí, puede ser cierto que algunos temas queden eclipsados por la road movie real. Como por ejemplo la trepidante relación del torero Enrique Ponce y Ana Soria, a quienes muchos llaman simplemente Enrique y Ana, rememorando aquel cursi y divertido dúo infantil de los años setenta que recorrió el mundo cantando al Amigo Félix que se fue. De la misma manera que el rey Juan Carlos en esos años, los cantantes también servían de extraordinarios embajadores de España en Latinoamérica. Mi hermana tuvo un disco del dúo y yo a veces me ponía a bailar como ellos para sorpresa de mis compañeros del colegio. También Paloma Cuevas se llevó una sorpresa con Ana Soria y Ana se llevó un susto morrocotudo al ver cómo un toro arrastraba por la arena a su novio casado todavía con Paloma. Ana, universitaria de 21 años, no pudo continuar viendo la faena. Todavía resulta chocante ser instagramer y protaurina, a no ser que te llames Victoria Federica Marichalar. Es como si fueras emérito y violable judicialmente. En cualquier caso parece que la pareja podría trasladarse, con sus sólidos valores religiosos y todo, a la mansión que el torero posee en La Finca. Ay, yo creo que eso sería enjaular ese amor de cocodrilos inflables y aguas verdes de Mojácar. Una jaula de esas dimensiones no la puedes manejar sola a los 21 años. Por más tutoriales que hagas en Instalive, son demasiados metros, demasiadas preguntas.
Con la Corona en tránsito y sin más preguntas, la presentadora Toñi Moreno ha recuperado, como si completara un viaje circular, su amistad con María del Monte. Del Monte y Moreno parecen formar una nueva pareja de humor, algo que se le da bien a la simpática cantante sevillana. Ellas mismas se proclaman como una versión de Juanito Valderrama y Dolores Abril y así nos dan un respiro con bromas y chanzas que recuerdan aquellas famosas instantáneas de Del Monte con Isabel Pantoja jugando en la playa. Ahora están menos sirenas pero más serenas, menos surferas que aquellas dos tonadilleras entre las olas, seguramente porque ya tienen las tablas y las respuestas que necesitan.
Así que, las respuestas sobre qué pasará cuando regrese Juan Carlos están en el viento, en las olas del Golfo o en un papel amontonado en un despacho suizo que puede volar arrastrado por algo, por una repentina corriente de aire.
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