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La paradoja y el estilo
Columna
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¡Los buenos modales de Cesc!

El anonimato no tiene pase. Toda opinión, contraria o pro, tiene que tener rostro. En un vídeo, es la firma

Cesc Escolà, en Barcelona, el pasado febrero.
Cesc Escolà, en Barcelona, el pasado febrero.Europa Press Entertainment (Europa Press via Getty Images)
Boris Izaguirre

Con el confinamiento recuerdo más a E.T., porque el inolvidable extraterrestre todo lo que quería era regresar a su casa. Es probable que algunos ahora seamos unos extraterrestres dentro de las nuestras. Y también pienso en que cuando regresemos a la calle, lo haremos superpreparados en casi todo, desde la cocina hasta la filosofía. Y eso también me inquieta porque yo nunca quise ser empollón, salvo en cine y en cultura pop, además pensaba que la gente muy estudiosa siempre se perdía algo.

Una de las cosas que le agradezco al encierro es que me permite discernir y escoger de lo que quiero aprender. Y recordar. Por ejemplo, los veinte años de la primera emisión de Gran Hermano me han pillado como a ellos, encerrado en un ejercicio de responsabilidad social y también psicológico. Recuerdo la expulsión de María José Galera, la primera de esa edición del 2000, y su llegada a Crónicas Marcianas como si fuera una reencarnación de Jayne Mansfield: limusina roja, alfombra roja, Sardá y yo esperándola con un ramo de flores rojo y conmigo haciéndole una reverencia. Todos nos dábamos cuenta de que entrábamos en una nueva dimensión, la del fenómeno, la de la imagen icónica y fama instantánea.

Otra cosa de la que he desistido en la cuarentena es lo de abrir esos vídeos donde la persona que opina cruda y frívolamente contra algo o alguien no muestra su rostro. Ese anonimato para mí, no tiene pase. Toda opinión, contraria o pro, tiene que tener rostro. En un vídeo, es la firma. Yo siempre he dado todas mis opiniones, correctas o equivocadas, enseñando mi cara. El no querer aparecer me hace sospechar que lo que me muestran es falso o sin valor.

Paulina Rubio, que es una especie de diosa personal, se grabó un vídeo en un momento álgido y desinhibido de su confinamiento que se volvió viral porque, entre otras cosas, se olvidaba de una canción propia. A ver, es difícil lo de saberse permanentemente todo tu repertorio, también lo de grabarte en confinamiento. Al principio supuse que era algo falso, pero la propia Paulina nos envió otro vídeo donde hace una autoparodia del primero reconociendo muchos de los desfases del vídeo anterior. Lo celebré, no hay nada como el sentido del humor, hacia uno mismo es valiente, hacia los demás o hacia el contrincante es, quizás, el más contundente gesto de supervivencia.

Así que esta semana ha sido la más tortuosa. Tomando demasiadas decisiones a la vez, incluyendo la de levantarme a las 8.45 horas con el ánimo suficiente para seguir la clase de gimnasia de Cesc Escolá en La 2. He tenido muchos entrenadores personales y a todos envío un beso, pero Cesc está mejorando mi cuarentena con una mezcla de yoga, pilates y ejercicios con materiales caseros que son una delicia, para hacer y también para ver. Cesc sería el único de mis entrenadores con el que, al estar metido en la televisión, puedo entrenar pero también deleitarme, sin que él se percate o se moleste. Ayer, por ejemplo, confirmé que tiene las mejores piernas que he visto hace tiempo en un varón. Y hoy, descubrí que su axila tiene un perfil ateniense privilegiado. Mañana podré fijarme en otra cosa, pero ¡eh!, no dejaré de estirar ni ponerme en plancha como me indica. Y con buenas maneras. Que como indica Marie-Chantal Miller, “tener buenos modales no significa estar anticuado”, ni tampoco significa estar mentalmente en forma. E.T. tenía razón. ¡No quiero dejar mi casa!

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