La fábrica de pasta que se paró en el tiempo
La familia Sanmartí lleva 300 años haciendo pasta seca en Caldes de Montbui (Barcelona). Ver cómo elaboran sus fideos, macarrones y espaguetis es hipnótico.
El milagro del espagueti. O mejor dicho, del fideo. Por lo extraordinario de su existencia, podríamos titular así una historia sobre los Sanmartí. Imagino que en Italia existirán casos parecidos, pero no conozco ninguna otra familia en España que lleve elaborando pasta seca de forma artesanal desde 1700 y vendiéndola a gran escala desde 1856. Generación tras generación. Y prácticamente con la misma maquinaria que en los años cuarenta.
La fábrica de Sanmartí está en Caldes de Montbui, un pueblo del Vallès Oriental barcelonés famoso en la zona por sus aguas termales. Aguas que, mezcladas con sémola y sin añadir huevo, componen los 52 productos diferentes de la marca. Macarrones y fideos son los reyes -los Sanmartí se autodenominan fideuers-, sin desmerecer otros formatos igual de enraizados en la tradición catalana, como los galets (las caracolas que se toman en la sopa de Navidad).
También producen espaguetis, pero Carles, el miembro de la familia que lleva el negocio en la actualidad, no cree que fueran los italianos del siglo XVIII los que enseñaran a hacer pasta a sus ancestros. No hay ningún dato que lo demuestre, y él atribuye orígenes romanos a esta forma de manipular y preservar el trigo que su antepasado, Isidre Sanmartí, comenzó a practicar hace tres siglos en su molino.
La congelación en el tiempo de la planta de Sanmartí se la debemos al boom del plástico: los negocios familiares se centraron en su fabricación en los años sesenta. Con la competencia de las grandes marcas, la pasta no daba dinero, y prácticamente dejaron de elaborarla. Fue Carles, octava generación de la familia, quien reflotó el negocio en los noventa, reorientándolo hacia el mercado gourmet y explotando su peculiaridad.
Más de un especialista italiano podría sacar defectos a la pasta Sanmartí: es cierto que tiene una textura especial, y que hay que vigilarla para que no se pase cuando la cueces. Pero sabe a cereal y a producto hecho con mimo, que es lo importante. Venir a Caldes y visitar la fábrica es un planazo; comprarte unos paquetes de pasta y prepararte unos espaguetis o una sopa en casa, un gran lujo.