Seis sidras gastronómicas, con moderado grado de alcohol, para tomar con pescados y mariscos

A diferencia de lo ocurrido con otras bebidas alcohólicas, el consumo de sidra en España no ha experimentado un descenso significativo. Aunque la pandemia impactó negativamente en las ventas. De cuerdo al Informe 2021 sobre el Mercado de Sidra de Alimarket en España, esta categoría ha ganado fuerza en los establecimientos de venta al por menor, con un crecimiento a doble dígito en la gran distribución. Este incremento se observa especialmente en Asturias, donde la sidra natural es una de sus señas de identidad más populares. Aunque también afecta a otras regiones sidreras, como el País Vasco, y en menor medida en Cantabria y Galicia.

En el Principado, donde se consume la sidra escanciada a gran altura, un ritual de enorme atractivo para los visitantes de Asturias, se producen más de 45 millones de litros al año, lo que representa el 80% de la sidra elaborada en España. El 70% se consume en la propia región, lo que supone un consumo medio de 50 litros por habitante, según datos del portal Haciendo sidra. Este liderazgo se basa, entre otras cosas, en los más de 100 llagares de elaboración artesanal, 36 de ellos inscritos en la DO, y en las 700 sidrerías establecidas en toda la región. También contribuye el amplio patrimonio de pumaradas, con unas 1.000 hectáreas auditadas por la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias, donde se cultivan más del millar de manzanas, aunque las inscritas en el Consejo Regulador son las 76 variedades autóctonas de mayor calidad sidrera, como raxao, regona, durona de trexali, xuanina, blanquina, o verdialona. A su vez, la Denominación de Origen Euskal Sagardoa admite 115 variedades de manzana, de las cuales 24 son las más utilizadas, entre ellas regil, txalaka, mozoloa, txorisagarra, o gezamiña.

Bebida popular en sus zonas de elaboración, imbatible en chigres y sidrerías asturianas y en txokos y sagardotegi vascos, donde se puede disfrutar de un menú tradicional acompañado de sidra servida directamente de enormes barriles, se enfrenta al desafío de ampliar su espacio de consumo, con propuestas de calidad o premium que refuercen su dimensión gastronómica y las permita competir en la mesa del hogar y del restaurante con el vino blanco y la cerveza.

Una tendencia en alza que choca con la costumbre asturiana del escanciado. Dificultad paliada, en parte, con la aparición de diversos artilugios mecánicos que lo emulan, aunque no en muchas ocasiones tienen el nivel estético adecuado. Las sidras vascas lo tienen más fácil porque el escanciado habitual es bajo, a unos 20 centímetros del vaso.

Felizmente, los amantes de la sidra más allá del folklore ya disponen de una oferta creciente de sidras gastronómicas en las que prima la calidad y personalidad. Sidras con cuerpo, cremosas, equilibradas, de gustos frutales, bien dotadas de acidez, excelentes compañeras de pescados y mariscos del Cantábrico. Con la ventaja de su moderada graduación alcohólica, y sus saludables efectos depurativos y diuréticos, además de rica en nutrientes esenciales, y en enzimas digestivas. Una buena muestra son estas seis sidras de calidad.

Ramos del Valle Natural

Contrueces

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