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No solo rosas por San Valentín: ortigas para azotarse y cursos de jardinería en pareja

Más allá de comprar flor cortada, una planta viva también es un buen regalo. Proporcionará flores durante meses y sus procesos de crecimiento rememoran aquella fecha señalada en la que entró en casa

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La planta de flor de cera, 'Hoya kerrii', tiene la peculiaridad de producir unas hojas con forma de corazón.Sutthiwat Srikhrueadam (Getty Images)
Eduardo Barba

Rosas, románticas rosas rojas, para demostrar el amor por la pareja. En esta semana nueva que se aproxima, miles de ellas pasarán de mano en mano y terminarán adornando jarrones y floreros como símbolo del amor. El eslogan “dígaselo con flores” se mantiene vigente, y el día de San Valentín es una mina de oro para las floristerías.

Pero más allá de comprar flor cortada, también se puede pensar que una planta viva es un buen regalo. Proporcionará flores durante meses, y sus procesos de crecimiento rememoran aquella fecha señalada en la que entró en la casa. Así, cada nueva flor será como una llamarada de aquella pasión y de la complicidad entre dos personas. En cada pétalo latirá la historia de los días compartidos y sabremos que, aunque esa flor también sea efímera como las que se compran en un ramo, vendrán más y más.

De esta forma, obsequiar con un rosal que crezca en una maceta dará muchas alegrías a quien lo reciba. Matilde Ferrer, obtentora de estas flores en Rosas Ferrer, recomienda “rosales denominados ‘de patio’, que tienen un tamaño pequeño, como la variedad ‘Zepeti’. Son fáciles de mantener, incluso dentro de casa, en terrazas o balcones”. “Durante el imperio romano las rosas eran las flores protagonistas como elemento de adorno, en fiestas y en celebraciones”, rememora esta experta. “Como vemos en los mosaicos, por ejemplo, parecen rosas cultivadas, con muchos pétalos y probablemente perfumadas”. Ferrer también señala que “es posible que las fiestas religioso-festivas como la de San Valentín deriven de estas celebraciones de época romana”, por lo que se perpetúan a lo largo de los siglos.

Rosa de patio 'Zepeti', perfecta para ensalzar el amor en una terraza o en una ventana.
Rosa de patio 'Zepeti', perfecta para ensalzar el amor en una terraza o en una ventana. Arnau García Ferrer

De épocas antiguas también llegan otros usos de plantas que utilizaban los enamorados para sus encuentros. Por ejemplo, la bien conocida ortiga (Urtica dioica y Urtica urens) era una invitada a las alcobas al formar parte del juego entre los amantes. Con sus tallos se azotaban para ortigarse y así activar la circulación. Pero podemos encontrar otras plantas afrodisíacas más apropiadas y amables para esta fecha tan señalada, como el diente de león (Taraxacum officinale). Aunque quizás sea mejor recurrir a regalar una orquídea, una de las flores más complejas y bellas que existen. La clásica Phalaenopsis, es sus mil y una variedades de color, es un acierto seguro y teñirá las ventanas de la pareja con sus alegres tonos.

La ortiga era una invitada a las alcobas al formar parte del juego entre los amantes.
La ortiga era una invitada a las alcobas al formar parte del juego entre los amantes.Massimiliano Finzi (Getty Images)

Hace unos años también se puso de moda la planta de flor de cera, Hoya kerrii, que tiene la peculiaridad de producir unas hojas con forma de corazón. Estas se venden enraizadas en una maceta, pero la experta del vivero Eurotropicalplants, Isabel Claros, recomienda “no comprar esa hoja solo, sino mejor la planta entera, porque en raras ocasiones se convertirá en un ejemplar con tallos y flores. La planta adulta tiene todas sus hojas en forma de corazón”, por lo que sigue rindiendo homenaje a este órgano que asociamos con el amor.

Una relación de pareja mejora cuando se comparten gustos y aficiones. Realizar un taller de jardinería es un encuentro perfecto para abrir nuevas puertas y complicidades. Laura Pinto y Nuria Sáenz-López, socias de Rojomenta, una empresa de jardinería ecológica que también imparte clases de formación, cuentan cómo el curso al que más parejas asisten es el de Cuidados básicos de las plantas. “Vienen con la ilusión de llenar la casa de plantas y cuidarlas entre los dos. Normalmente siempre hay uno que sabe un poco más y quiere contagiarle las ganas a la persona con la que va a convivir, gracias a una mudanza o a un cambio de casa. En esos casos, vemos que la persona que menos sabe habla con mucho respeto de su pareja más experta, lo que nos encanta”, añaden. Pero no solo eso. Estas jardineras también señalan que entre esas parejas acuden “las que se toman este aprendizaje como un reto preparatorio para cuidar en un futuro a otros seres vivos”. “Así, vemos que se convierte en un proyecto en común lleno de ilusiones”.

Taller impartido por Rojomenta en La Casa Encendida, en Madrid.
Taller impartido por Rojomenta en La Casa Encendida, en Madrid. Sara Navarro / La Casa Encendida

Las fundadoras de Rojomenta también sienten pasión por las camelias, que están en plena floración en estas fechas, algo compartido por Ignacio Somovilla, creador de Bomarzo Garden Tours, que precisamente nos recomienda visitar “cualquier jardín de Galicia lleno de flores de camelias en esta época”. “Si hubiera que escoger uno, el pazo de Oca (Pontevedra), que tiene un encanto especial, poseedor de un laberinto de camelias perfecto para dejarse perder en el amor, sin hilos ni Ariadnas”, señala. Si se pretende un viaje más lejano, Somovilla propone la mágica campiña inglesa: “Allí encontramos los jardines de Yorkshire, por ejemplo. También, cualquier lugar de la siempre romántica Italia”.

Otra idea llena de romanticismo, quizás un poco melancólica, es la de regalar una planta que le recuerde a la otra persona momentos bellos del pasado. Puede ser una especie que creciera en aquella casa donde se vivieron unos días de vacaciones inolvidables o una planta que se muriera de repente después de muchos años de buenos cuidados. Al fin y al cabo, cualquier regalo en el que las plantas anden por medio es bueno para ensalzar el sentimiento del amor, que también florece al son de las estaciones, venciendo las dificultades para llegar siempre al encuentro, como hacen las raíces en su búsqueda del agua.

Sobre la firma

Eduardo Barba
Es jardinero, paisajista, profesor de Jardinería e investigador botánico en obras de arte. Ha escrito varios libros, así como artículos en catálogos para instituciones como el Museo del Prado. También habla de jardinería en su sección 'Meterse en un jardín' de la Cadena SER.

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