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Una figura del muñeco Chuky con el rostro de Netanyahu irrumpe durante 20 minutos en el Museo de Cera

La obra del artista chileno Nicolás Miranda buscaba representar “la decadencia occidental contemporánea” a través de diferentes líderes conservadores

Muñeco Chuky con el rostro de Netanyahu

Nicolás Miranda, el mismo que colocó una escultura del rey emérito, Juan Carlos I, con una escopeta en la Puerta del Sol de Madrid en abril de 2023, volvió a dejar su firma el martes en un popular espacio turístico de la capital. En este caso ha sido el Museo de Cera el edificio que acogió durante apenas 20 minutos la obra de este escurridizo artista chileno, una figura del muñeco diabólico Chucky con el rostro del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que denuncia “la pasividad frente al genocidio en Gaza”, de acuerdo con el propio artista chileno. Además de Netanyahu, Miranda también colocó un perro con el rostro del presidente argentino, Javier Milei, y tres pequeños ratones con las caras de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el alcalde de la capital; José Luis Martínez-Almeida y el líder de Vox, Santiago Abascal. Una escena que buscaba representar “la decadencia occidental contemporánea” a través de diferentes líderes de partidos de derechas y ultraderecha. La colocó, la fotografió para que volara después en redes sociales mientras algunos visitantes la contemplaban y al cabo de un ratito la retiró.

En la composición de Miranda nada quedaba sujeto al azar. El escultor decidió colocar las esculturas de Netanyahu, Milei, Ayuso, Almeida y Abascal a modo de “séquito” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la sala del museo que reproduce el Despacho Oval y en la que se puede contemplar la escultura del magnate. En la misma estancia también se encuentran las reproducciones hechas en cera de la primera dama estadounidense, Melania Trump, y el expresidente de ese mismo país Barack Obama. Al reflexionar sobre su trabajo, Miranda destaca que el proyecto Child’s play “se enmarca en tiempos convulsos y hostiles”, en los que el “instinto feroz de supervivencia animal” se impone sobre la razón humanitaria.

La intervención nació por una invitación del colectivo estadounidense Uncomissioned, una iniciativa global de arte reivindicativo que invita a múltiples artistas a crear obras en el espacio público sin permiso de las autoridades. “Cuando puse la posibilidad de hacer una figura de Netanyahu sobre la mesa me apartaron”, critica Miranda. Entonces decidió que había más motivos para llevar a cabo la intervención que había planteado.

Los agentes de seguridad del museo “recibieron muy amablemente” a Miranda y a su equipo, probablemente porque no advirtieron la acción que estaban desarrollando. “Nosotros hicimos una visita previa revisando las cámaras, los sistemas de seguridad y si se podía entrar con mochila”, explica el escultor. Una vez dentro, sacó del interior de su mochila cada uno de los personajes hiperrealistas diseñados por él mismo y los fue colocando uno a uno. Ese plan calculado al milímetro permitió que Miranda pudiese fotografiar e incluso grabar su intervención cómodamente en la sala que reproduce el Despacho Oval de la Casa Blanca. Cuando terminó, después de inmortalizar el conjunto, se llevó las figuras. Y allí como si no hubiera pasado nada.

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