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La primera cita en los Servicios Sociales de Madrid depende del código postal: “Nos darán el andador cuando necesitemos la silla de ruedas”

En distritos como Chamartín o Retiro atienden al momento, pero en zonas como Ciudad Lineal o Puente de Vallecas la espera es de más de dos meses

Mari Paz, junto a su marido Leopoldo, afectado por la demencia con cuerpos de Lewy, en la salón de su casa.
Mari Paz, junto a su marido Leopoldo, afectado por la demencia con cuerpos de Lewy, en la salón de su casa.David Expósito

Pilar Gómez, de 81 años está exultante al salir del centro de Servicios Sociales de Chamartín. Llegó a las once de la mañana al lugar —el único que hay para todo el distrito, donde la población se estima en 147.000 vecinos—, vio que no había nadie esperando, se dirigió al recepcionista e, inmediatamente, este le indicó: “La primera puerta que ve ahí enfrente, a la izquierda”. “Qué rápido”, contestó ella. Y allí se sentó Pilar, en una especie de despacho acristalado. Y allí le resolvió un auxiliar de servicios sociales todas las dudas que tenía para solicitar el reconocimiento de la situación de dependencia de su marido. Salió con los papeles en la mano. “Han sido majísimos, ¡majísimos!”, se despide. El 19% de los usuarios que acuden a Servicios Sociales en Madrid lo hace por cuestiones de dependencia. Pero, lo que a Pilar le ha costado menos de media hora, en otros distritos como Ciudad Lineal, Latina o Puente de Vallecas puede dilatarse uno o dos meses.

“Aquí la ratio de trabajadores está muy compensada respecto a los expedientes que tenemos, que no son demasiados. Yo, por ejemplo, no tengo lista de espera: llegas y se te atiende. Eso es algo que no ocurre en todos los barrios. Estuve muchos años en San Blas y la cosa cambia”, reconoce un educador social que no quiere dar su nombre para poder “opinar” libremente de este “sensible asunto”.

Eugenia García Alba, de 61 años, presidenta de la Asociación Nacional de Enfermos de Alzheimer y otras Demencias (Afade), confirma que “la atención depende directamente del código postal”. “Nosotros tenemos multitud de casos en los que dos personas con una misma solicitud o necesidad, según viva en el barrio Salamanca o en Vista Alegre, por poner un ejemplo, tienen tiempos de espera muy distintos para obtener una primera cita. El agravio comparativo no es de días, sino que llega a ser de meses. Lo que le ha sucedido a esa mujer en Chamartín, es imposible que pase en Carabanchel. Dos y tres meses en una persona con dependencia son mucho tiempo. Un tiempo perdido”, sostiene.


Fachada del centro de Servicios Sociales de Chamartín.
Fachada del centro de Servicios Sociales de Chamartín.David Expósito

De acuerdo con un informe con datos municipales al que ha tenido acceso EL PAÍS, solicitado por Ana Lima, concejala socialista del Ayuntamiento de Madrid en julio de 2024 y firmado por la directora general de Servicios Sociales y Atención a la Discapacidad del Ayuntamiento de Madrid, María de la Consolación Alfaro Moreno, la disparidad de los tiempos de espera “para cita de primera atención en cada una de las Unidades de Trabajo Social de Primera Atención de la Ciudad de Madrid” llega, de media, hasta los más de 70 días en función el distrito.

En este sentido, Chamartín, Moncloa, Centro o Retiro son los distritos donde los Servicios Sociales funcionan con mayor diligencia, con una de media de 0,33, 1, 1,83 y 2 días respectivamente. Sin embargo, Ciudad Lineal, Latina o Puente de Vallecas cuentan con una espera media de 72,6, 64,56 y 51,67 respectivamente. Según datos publicados por el Ayuntamiento, el 50% del presupuesto anual (312.828.436 euros) está destinado a los distritos de Puente de Vallecas, Villaverde, Usera, Carabanchel, Ciudad Lineal y Latina, precisamente los que más días de espera registran. En Madrid hay un total de 40 centros de Servicios Sociales, en los que fueron atendidas 451.883 personas en 2023.

La razón fundamental de la saturación de ciertos centros de Servicios Sociales como los ya mencionados es la relación entre la demanda y la ratio de trabajadores sociales. Según los colegios oficiales de Trabajo Social de España, la proporción adecuada sería de un profesional cada 1.700 personas para que la atención sea “profesional y eficaz”. “Se deben contemplar además las necesidades concretas de la realidad de cada barrio en el contexto de una ciudad heterogénea como es la capital, en la que la presión asistencial está directamente relacionada con la población vulnerable que habita la zona y la complejidad de los problemas sociales”, expresan.

En la última Memoria de Actividades del Área de Gobierno de Políticas Sociales, Familia e Igualdad, perteneciente a 2023, se explica que en Madrid hay, para la Atención Social Primaria, 672 trabajadores sociales, “uno por cada 4.970 madrileños”. Desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid se asegura que “los tiempos de espera actuales han descendido respecto a los de julio de 2024 tras la implantación del SIA”, el nuevo Servicio de Información y Acogida. “En el marco de este plan, desde finales de 2023 las plantillas de los centros de servicios sociales tienen 183 profesionales nuevos. Las figuras más relevantes son los auxiliares de servicios sociales, encargados, como en el caso de Chamartín, de realizar una primera atención informativa y orientativa para liberar de carga a los trabajadores sociales. El SIA está implantado, según el consistorio, en Salamanca, Retiro, Moratalaz, Usera, Vicálvaro y Retiro. A fecha de 27 de enero, Servicios Sociales afirma que la espera “en Retiro es de 0 días, en Latina y Salamanca de 8 y en Moratalaz de 12″.

En casa de Mari Paz González, de 78 años, y de Leopoldo Blázquez, de 75, de cuando en cuando se produce alguna visita inesperada. Son personas que entran por la puerta, pasean por el pasillo, se sientan junto a ellos o cacharrean en la cocina. Leopoldo se queda petrificado cuando esto sucede y aguanta en su asiento. Pero luego, cuando se pone nervioso, camina sin sentido por la vivienda para enfado de su mujer. Leopoldo ve a estos personajes con los ojos, pero sobre todo con la imaginación. “En 2018 debutó con párkinson en la mano derecha, luego dio el salto al alzhéimer, aunque finalmente ha resultado ser demencia de cuerpos de Lewy, lo que implica alucinaciones cada cierto tiempo”, explica Mari Paz.

Leopoldo tiene una discapacidad del 65% y un grado 3 de dependencia, algo que les costó dos años y medio que les fuera reconocido. El matrimonio vive en Aluche. Les pertenece el Centro de Servicios Sociales Yébenes —distrito de Latina— donde el tiempo medio de espera era en julio de 65 días. En su historial figuran dos primeras citas con trabajadoras sociales, la primera de ellas para obtener la teleasistencia. Ambas llegaron después de más de mes y medio de espera. Ahora, Mari Paz aguarda que llegue una tercera, que solicitó en noviembre y le fue concedida para mediados de febrero. En ella, debido al deterioro sufrido por Leopoldo en el último año, Mari Paz necesita solicitar una silla para el baño, un reloj que detecte las caídas y avise al Samur, y un gimnasio que complemente las clases de gimnasia que ya recibe. También pedirá de nuevo la tarjeta de aparcamiento por la que llevan un año esperando.

“Es desalentador. El problema de estas demoras es que, si ya de base vamos por detrás de la enfermedad, que tarden dos y tres meses en darnos una primera cita es un estrés que empeora la salud de Leopoldo y de sus acompañantes. Cuando nos den el andador, necesitaremos ya la silla de ruedas…”, afirma Mari Paz. Mientras tanto, se han comprado ellos mismos un localizador y Leopoldo es supervisado diariamente por Mari Paz —quien sufre estenosis medular— y por el hijo mayor de la pareja, Víctor Blázquez, de 47 años. “Visto lo visto, bien nos hubiera venido comprarnos la casa en otro barrio”, manifiesta él.


El centro de Servicios Sociales Luis Vives de Ciudad Lineal.
El centro de Servicios Sociales Luis Vives de Ciudad Lineal. David Expósito

En el centro de Servicios Sociales Luis Vives —correspondiente a Ciudad Lineal—, los perfiles de usuarios son diversos, aunque reúnen una característica común: la paciencia. Su tiempo medio de espera es de 72 días. Entre el gentío, el nicaragüense Raúl O., de 44 años, revisa unos papeles que no termina de entender. “Para los que no sabemos mucho, como yo, esto es insufrible. Yo a la trabajadora social no le exijo más de lo que me da porque veo que no me puede dar más de lo que me da. Cada vez que le digo algo se encoge de hombros”, sostiene.

El hombre, recién casado con una mujer española, pidió cita hace dos meses para informarse de la gestión de sus papeles y su regularización. “Ahora me ha dicho que aquí no es, que ellos no llevan temas de inmigración. Me recomendará un abogado. Otra vez a esperar”, añade. Raúl es un hombre que quiere “estar a la altura”. Por eso, antes de salir del despacho, saca una tarjeta de su bolsillo para dejarla en la mesa de su trabajadora. “Si alguien me necesita, aquí estoy”, le dice. En la cartulina podía leerse su número de teléfono y el grupo de alcohólicos anónimos al que pertenece, dónde vive y dónde se rehabilita, en el barrio de la Elipa. “Allí atendemos al que quiera”, promete.

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