El síntoma Ozempic: los inspectores médicos de Madrid denuncian falta de especialistas para afrontar la avalancha de recetas
La Inspección Sanitaria regional, que avala el uso de fármacos para pacientes crónicos u oncológicos, emplea a trabajadores de otras áreas para evitar retrasos
El primer capítulo de esta crisis se produce a principios de 2024. Su detonante es Ozempic, un medicamento para la diabetes que se ha hecho popular por sus propiedades adelgazantes, y cuya prescripción requiere pasar una inspección previa porque lo necesitan pacientes crónicos. Mientras los médicos recetaban sin parar este fármaco, en la Comunidad de Madrid solo había un inspector médico de recetas, según CSIF. “Había que visar a ojos cerrados”, comenta Dionisio Miguel Rojo, delegado de Salud Pública de este sindicato. La situación derivó en que los pacientes diabéticos que dependen de este medicamento se encontraran con las farmacias desabastecidas. Fue entonces cuando Inspección Sanitaria descentralizó la unidad de visados y distribuyó el trabajo entre otras áreas, lo cual ha provocado, según este sindicato, que se desatiendan otras tareas como la revisión de la Incapacidad Temporal, un trámite mediante el cual se comprueba que las bajas médicas cumplen los plazos y condiciones establecidas. Todo, por lo tanto, pende de un hilo. Pero el servicio, mientras tanto, ha quedado “garantizado, programado y organizado”, según un portavoz del Gobierno regional, que afirma que el visado de recetas se hace “en el día”.
Gran parte de las recetas de medicamentos o productos sanitarios que se prescriben a pacientes crónicos u oncológicos antes de ser dispensadas en las farmacias deben pasar por un equipo de médicos especializados de los servicios de Inspección Sanitaria de cada comunidad autónoma. Su misión es básica: deben comprobar que el tratamiento recetado es el adecuado, y que cumple las condiciones autorizadas y las indicaciones terapéuticas financiadas por el Sistema Nacional de Salud.
Si está todo correcto, estos inspectores visan las recetas, es decir, las sellan, y a partir de ese momento el paciente puede recoger el fármaco en cualquier farmacia de España. En la Comunidad de Madrid, el área encargada de realizar este procedimiento trabaja con casi la mitad de los inspectores médicos necesarios, según los sindicatos, lo cual les ha llevado a una situación extrema. La consecuencia más grave: que pueda haber retrasos, según los representantes de los trabajadores. Y no serían retrasos baladíes: se trata de medicamentos necesarios para frenar o erradicar enfermedades graves o muy graves. Para tratar de mitigar la situación, la Administración ha destinado a trabajadores de otras áreas de la Inspección Sanitaria, con la consecuente desatención de sus propias funciones, con la idea de completar este trámite que no puede acumular retrasos bajo ningún concepto.
A pesar de esta estrategia, la situación empeoró después del verano. La plantilla de la Inspección Sanitaria de Madrid está compuesta por 80 inspectores sanitarios (médicos), 80 subinspectores (enfermeros) y 20 personas en funciones administrativas, algunos de los cuales se han jubilado y otros tantos se han ido a mejores puestos de trabajo, asegura Dionisio Miguel Rojo, de CSIF. Pero lo que más ha impactado, subraya, ha sido el cese de 33 de estos funcionarios que tenían la condición de interinos. En las últimas oposiciones, apunta, se convocaron 43 plazas de inspector médico y solo se cubrieron 10, por lo que la Comunidad de Madrid decidió cesar a los que ocupaban los puestos que quedaron desiertos.
“Lo normal hubiese sido cubrir esos puestos de trabajo con carácter de urgencia, pero la Administración autonómica ha decidido posponer esta medida indefinidamente”, denuncia CSIF. Un portavoz de la Consejería de Sanidad ha asegurado a este diario que, tras los resultados de estas oposiciones, tienen previsto “cubrir los puestos y dar cobertura con personal interino, estando garantizado, programado y organizado todo el servicio”.
Premio de la lotería
Hasta el momento, asegura la Consejería, el visado de recetas se realiza “en el día, con la misma calidad de siempre derivada de la profesionalidad de los responsables del servicio”.
Aun así, CSIF señala que con el fin del período para que los empleados programen las vacaciones acumuladas durante el año laboral ―tienen hasta el 31 de enero―, los inspectores no disponen de “margen de maniobra” para absorber mayor carga de trabajo.
Rojo cuenta que los inspectores “están aguantando más de lo previsto”, porque han recibido “una inyección de optimismo que nadie esperaba” con un quinto premio de la Lotería de Navidad que les ha tocado. “La situación es peor que antes de las vacaciones, pero la afrontan con mas paciencia por el premio de la Lotería”, asegura. Si embargo, sabe que la alegría es temporal, y que nada tiene que ver con la mejora de las condiciones laborales: “La semana que viene y la siguiente van a volver las críticas”, augura.
A los inspectores médicos no les quedan competencias que delegar para mantener el ritmo de visado durante este período, sostiene CSIF. Aseguran que la única forma de cumplir con los visados es emplear menos tiempo en cada uno de ellos, lo cual “aumenta exponencialmente el riesgo de cometer errores difícilmente subsanables”. “El visado es cada día más superficial y el descontento es cada vez mayor”, señala Rojo.
Recientemente, la Consejería resolvió unificar a todos los inspectores en una única sede como parte “del proyecto de nueva estructura de trabajo de la inspección, cuyo objetivo es optimizar el servicio”, decisión que para los trabajadores no ha sido suficiente. “El visado de recetas es una competencia, entre otras, de la Inspección Sanitaria, a través de los médicos inspectores, por lo que se lleva a cabo en todas las áreas sobre la población que tienen asignada”, dice Sanidad.
El hecho de que los trabajadores de otras áreas ajenas al visado de recetas estén realizando esta tarea, según Rojo, se resume en una broma irónica común en el gremio: “Cualquier día el vigilante de seguridad comienza a visar”.
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