Cómo calcular el número de empleados para un cuidado digno en residencias
El autor cuestiona el rigor de un reciente estudio que propone multiplicar por cinco el personal de las residencias de mayores
El 8 de julio se presentaron en Madrid las ratios de futuro para las residencias de mayores, según percepción compartida por los sindicatos CCOO y UGT, Pladigmare y la SEGG (en adelante, estudio CUPS, según las iniciales de sus autores). El objetivo, tal y como subtitula la propuesta, es determinar cuántos trabajadores deben tener estos centros en función del número de residentes. Son, dicen, unas “ratios reales para vivir y trabajar con dignidad”. Afirman, además, que un ejercicio similar “no lo ha hecho nadie” y que el principal valor de este trabajo es que “es científico”. Pero analicemos las principales bondades del estudio: exclusividad, ciencia y dignidad.
Respecto de su pretendida originalidad (exclusividad), hay que señalar que el cálculo de ratios viene de lejos, al menos en lo que a gerocultor/a se refiere. El modelo MORETAG-Modelo Referencial de Tiempos de Auxiliar de Geriatría, desarrollado por Lares Euskadi bajo el mecenazgo del Gobierno Vasco, así como su despliegue operativo a través de la herramienta DENAdat, ya plantea una matriz de tiempos medios de atención en función de la intensidad de ayuda de tercera persona en las actividades básicas de la vida diaria y las actividades instrumentales. Y lo hace identificando perfiles de residente conforme a los grados oficiales del baremo de valoración de la situación de dependencia, y no conforme a unas etiquetas de perfiles un tanto sui generis (“colaborador”, “no colaborador” y “conductual”).
Respecto del método deductivo empleado (ciencia), las diferencias entre el estudio CUPS y MORETAG son evidentes. Si bien el primero extrae unos valores medios para un catálogo sintetizado de tareas de gerocultor/a, no dice absolutamente nada sobre las diferentes técnicas estadísticas utilizadas (tipo de muestreo aleatorio y métodos de inferencia). Por su parte, el segundo sí explica la colección de herramientas analíticas empleadas para determinar el tiempo necesario de personal gerocultor en función del nivel dependencia y, asimismo, de un extenso y detallado catálogo de tareas.
En uno, estamos casi obligados a hacer acto de fe; en el otro, se detallan las baterías de datos que conducen a cada una de las conclusiones obtenidas. Para el estudio CUPS, el tiempo de atención es básicamente descriptivo y fijo por perfil sui generis y día. Para MORETAG, ese tiempo es aleatorio cualquiera que sea la dependencia. Las razones de tal afirmación parten de una premisa empíricamente indiscutible: el tiempo de personal gerocultor, para una misma tarea, una misma intensidad de ayuda y una misma combinación persona cuidada-persona cuidadora, no es constante en el tiempo, sino variable por estar sujeto a condicionantes cambiantes o aleatorios. En consecuencia, cualquier método estimativo debería observar distintas reglas estadísticas derivadas de las distribuciones de probabilidad obtenidas, si efectivamente pretendemos catalogarlo como científico. MORETAG también cronometra tareas asociadas a cada dimensión del cuidado directo (por ejemplo, alimentación, desplazamiento o control de esfínteres) y tareas indirectas o no relacionadas con la dependencia (por ejemplo, las propias del régimen hostelero o del ámbito administrativo). En total, prácticamente 10.000 mediciones de tareas directas y 3.000 de tareas indirectas. Pero con un objetivo claro: obtener resultados que no se abstraigan del potencial de financiación pública.
Iberia es Iberia, de igual modo que Escandinavia es Escandinavia. No busquemos empecinadamente Ibernavia porque no existe. Demandar plantillas que quintupliquen las ratios vigentes o casi dupliquen (132 gerocultores/as para 100 residentes) el estándar escandinavo (10,6 gerocultores para 15 residentes) no es posibilista.
Respecto del trato y cuidados adecuados (dignidad), los dos estudios navegan por distintos mares. Si, al parecer, para el primero la relación entre ratio y calidad es ilimitadamente directa (cuanto mayor ratio, mayor calidad), para el segundo posiblemente exista un punto de inflexión a partir del cual no hay un incremento marginal de percepción de calidad por cada hora de trabajo añadida. En otras palabras, el estudio CUPS no contempla como variables de estudio la eficiencia organizativa, el término maldito de la productividad en un sector no acostumbrado a objetivar la relación esfuerzo-resultado y, finalmente, la formación continua como motor del nuevo estilo de cuidados (lo intangible -empatía, calidez y respeto- además de lo tangible, lo actitudinal frente al número de trabajadores/as).
Tampoco parece tener en cuenta la escasez de recursos humanos, especialmente de gerocultores/as, verdadero tsunami amenazante. Y para conjugar esta escasez con un más que presumible incremento de plazas residenciales como consecuencia del aluvión demográfico del baby boom, se necesitan modelos realistas con medidas de gestión eficiente. No todo es exclusivamente cuestión de ratio. A veces, menos puede ser más o, como mínimo, no ser menos.
En mi opinión, de poco o de nada sirven aquellas propuestas que no alcanzan un consenso científico (pruebas experimentales sometidas a verosimilitud), un consenso social (integración de los distintos actores) y un consenso político (pactos para equilibrar los distintos intereses). Se trata de confluir y no de derramarse por cualquier parte y en cualquier dirección. Ese y no otro es el reto de futuro.
Alejandro Gómez Ordoki es consultor de servicios sociales en Gestión en Servicios Sociales
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