Acoso inmobiliario a los vecinos del Bernabéu: “¿Cansado de los ruidos? ¿Harto del trajín de gente? Te ayudamos a vender”
Después de 11 macroeventos en casi dos meses, los residentes del entorno del estadio se quejan de afecciones a su salud y de las técnicas de los vendedores: “Esto es un torturódromo”
Los vecinos del distrito de Chamartín que viven alrededor del Bernabéu, unidos en dos asociaciones, llevan meses alzando la voz para quejarse de las consecuencias de acoger regularmente conciertos de más de 60.000 asistentes en el corazón de un barrio residencial. Pero esas consecuencias ya no solo se limitan a los ruidos y las molestias en la movilidad por las calles horas antes y después de los eventos o durante los ensayos. Ahora aparecen dos nuevos motivos de queja, que están tratando de documentar: el acoso inmobiliario y los problemas de salud de personas mayores o de quienes están padeciendo alguna enfermedad.
No han transcurrido dos meses y el sufrimiento de los vecinos suma 11 macroeventos. Después del huracán Taylor Swift, el 29 y 30 de mayo, llegó el rapero argentino Duki, que se subió al escenario el 8 de junio. Le siguió Manuel Carrasco, que llegó el 29 de junio, y a continuación el evento de Luis Miguel, que cantó sus rancheras en Madrid el 6 y 7 de julio. El 13 de julio se celebró en el estadio la Velada del Año, una noche de boxeo aficionado organizada por el creador de contenido Ibai Llanos, que se convierte cada año en la retransmisión más seguida de varias plataformas de streaming. El culmen ha llegado con los cuatro conciertos consecutivos de la cantante colombiana Karol G entre el 20 y el 23 de julio. 11 eventos multitudinarios en menos de dos meses que han hecho mella en algunos residentes, como F. O., que sufre cada vez que hay concierto. “En el último preferí esperar una hora a que despejaran la calle, cuando el concierto ya había empezado”, indica. F. O., es un vecino de de 66 años de la calle de Rafael Salgado, en tratamiento de diálisis, y que cuando regresa de una sesión, tiene riesgo de sufrir desmayos si ha de caminar un trecho largo: el problema es cuando cortan las calles por un concierto y no puede llegar a su calle en un vehículo.
Pero la irritación general, ruidos y tráfico colapsado aparte, se centra ahora en el “acoso” inmobiliario al que se consideran sometidos algunos vecinos. Hace una semana, sonó el teléfono de Ignacio Navas, un abogado residente en una urbanización en la calle de Concha Espina. Al otro lado, le ofrecían la posibilidad de tasar su piso, con el pretexto de que uno de sus vecinos ya había vendido su casa. Navas asegura que su interlocutor no se identificó, amparándose en la protección de datos. Después, llegó una segunda llamada en la que ya revelaron de qué inmobiliaria llamaban y le hacían la misma proposición. “Somos 30 vecinos, nos conocemos todos y sé que es mentira, nadie ha vendido o lo sabría. Juegan con la desesperación de la gente, con hacerles creer que todo el mundo a su alrededor está vendiendo y entre en pánico. Esta situación excita la codicia de las inmobiliarias”, asegura Navas, que ha desarrollado una parte de su carrera en el sector de la vivienda. “Nunca antes había visto este tipo de prácticas”, asegura.
Esta codicia se refleja en los pasquines que dejan las empresas inmobiliarias en los buzones, a los porteros de las fincas, en las lunas de los vehículos y pegadas en las farolas. “Ruido y más ruido, esto es solo el principio”, se lee en uno de estos carteles pegado en las farolas del paseo de la Habana. “¿Cansado de los ruidos? ¿Harto del trajín de gente? Te ayudamos a vender y encontrar otra casa”, reza otro de los anuncios recopilados por los vecinos. “Debido a la alta demanda le informamos de que en nuestra oficina estamos cerrando las operaciones sin necesidad de publicar los pisos. Aproveche que el precio está en máximos históricos y líbrese de este problema”, se lee en un boletín de la inmobiliaria Redpiso.
“Dentro de un barrio consolidado como este, es difícil sacar grandes márgenes, a no ser que introduzcas un elemento de miedo que hace que la gente se ponga nerviosa y venda”, apunta José Manuel Paredes, experto en márketing del sector inmobiliario, vecino de la zona y miembro de la asociación de afectados por el nuevo Bernabéu. “Es muy pronto para saber cómo va a evolucionar el precio y este tipo de técnicas rozan el límite de la ética”, señala.
Paredes indica que desde la asociación han notado cómo este acecho de las inmobiliarias aumentó tras la publicación de dos informes del sector que cifraban en el 30% el aumento del precio de la vivienda en los alrededores del Bernabéu y de los que se hicieron eco varios medios. Uno es de Fotocasa y lo publicó el mismo día del primero concierto de Taylor Swift. El otro es de la consultora Gloval tiene ocho páginas y concluye que no se puede establecer una relación entre el ruido de los macroeventos del estadio y los valores de mercado. “Cabe destacar que, históricamente, este entorno ya presentaba niveles sonoros elevados”, sentencia. El escueto informe da otra clave: “La aparición de nuevas viviendas turísticas parece reflejar el interés en este emplazamiento, que va más allá de los posibles problemas de ruido y/o concentración de personas”.
La asociación va documentando, además, casos de problemas de salud. Es el caso de una señora de 83 años que lleva viviendo en el barrio desde hace 60 años. Su caso lo cuenta una de sus cinco hijos, I. J., que también prefiere dar sus iniciales por respeto a la privacidad de su madre. La anciana sufre una pequela discapacidad, pero es una mujer independiente que vive sola en su piso. Hace cuatro semanas sufrió una subida de tensión que la llevó a urgencias y después pasó por su médico de cabecera. “Le transmitió que no duerme bien, que tiene ansiedad y miedo de salir a la calle cuando hay esa enorme cantidad de gente. Siente angustia porque era una mujer que hacía vida en su barrio, salía a pasear y a tomar algo con las amigas y ahora se pregunta si esta nueva situación va a durar para siempre, porque la condena a estar encerrada en casa”, se lamenta I.
El médico le recomendó en esa consulta sopesar la posibilidad de mudarse medio en broma medio en serio. “Esto se ha convertido en un torturódromo, a las personas mayores les tritura la vida, las vibraciones y el ruido son insoportables. Ella ya tiene amigas que han abandonado el barrio”, explica esta vecina.
Mientras todo esto sucede y los conciertos se suman, el Ayuntamiento de Madrid no tiene prisa. El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, anunció este lunes que se va a establecer una “mesa de trabajo” con el Real Madrid con el objetivo de emprender obras que minimicen los ruidos y las molestias. Carabante también aseguró que se están incoando expedientes para sancionar a los promotores de los conciertos, que para él son los responsables de incumplir las ordenanzas. Pero no será hasta después de verano cuando comiencen estas reuniones. El club blanco ya anunció la instalación de unas cortinas aislantes de sonido que cubran toda la parte superior del estadio. Una solución de la que los vecinos desconfían.
Ante el polvorín en el que se ha convertido el barrio, los vecinos se hacen fuertes. Así lo expresa Ignacio Navas: “Si piensan que nos queremos ir del barrio, están muy equivocados, tenemos razón y se acabará demostrando”.
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