Así transformó Madrid el ciclón Taylor Swift: hasta un 50% más de visitantes, más extranjeros y más mujeres en la zona del Bernabéu
Los dos conciertos atrajeron a visitantes de EEUU, Canadá o Reino Unido que se alojaron por miles en Tetuán, Centro o Chamartín, según un estudio de Nommon
Para Michelle Barroeta, residente en Barcelona, fue como superar “los juegos del hambre”. La referencia a la novela distópica de Suzanne Collins se debe a que conseguir entrada para los conciertos que Taylor Swift ofreció en Madrid el 29 y el 30 de mayo la exigió competir con más de un millón de seguidores de la cantante. El viaje hasta la capital de la creadora del Swiftie Club nacional, integrado por 5.000 personas, resume en parte cómo transformó la ciudad el ciclón que genera la diva. El gentío alrededor del Bernabéu aumentó un 20% (el miércoles) y un 40% (el jueves) con respecto a una semana similar de 2023, según un estudio de Nommon, una tecnológica especializada en el análisis de datos anonimizados de telefonía móvil. Hasta 230.000 visitantes únicos pisaron la zona, incluyendo a los que iban a trabajar. Y el pico de afluencia, con una presencia un 50% superior a la habitual, se alcanzó antes de que empezara a sonar la voz de Swift en el primer concierto, y mientras sus seguidores sin entrada se mezclaban en los aledaños con quienes sí la tenían para cantar a coro, intercambiar pulseras y comparar outfits. Como dijo un asistente: “Ni siquiera en el fútbol he visto un fenómeno tan impresionante”
“Taylor ya no es solo un fenómeno musical, se ha convertido en un fenómeno social”, asegura el manager musical Pedro Malaver, que ha estudiado de cerca la comunidad de fanáticos que ha logrado crear la artista en los últimos años. “Sus seguidores no están yendo solo a un concierto, están yendo a reunirse con otros que sienten, piensan y viven como ellos. Es casi como una peregrinación”, afirma.
El ejército de Swift es numeroso a pesar de que formar parte de él no es precisamente barato. Ahí está el caso de Mariana Cisneros, de 29 años. Viajó desde Venezuela a Madrid solo para ver a su ídolo. “Fue una decisión impulsiva, porque no tengo ahorros, pero ante la posibilidad de quedarme sin verla, no me importó y vine a los dos conciertos”, explica Cisneros a este periódico por teléfono.
La fan de Swift se gastó miles de euros, entre las entradas, los 1.000 euros del billete de avión, el alojamiento en la Gran Vía, la ropa que elaboró expresamente para el concierto y las pulseras que intercambió con otras seguidoras. “Realmente considero que vale la pena. Soy fan desde los 14 años. Lo volvería a hacer mil veces si tuviera la oportunidad, pero es muy costoso viajar”, dice.
Giselle González, de 31 años, vive en Montreal, Canadá, y vino a Madrid por trabajo. Cuando se dio cuenta de que su viaje coincidía con los conciertos, se movilizó inmediatamente. “Conseguí una entrada en la reventa y me quedé en un hostal compartiendo habitación en Gran Vía”, asegura. En total, calcula que se gastó unos 900 euros. Cuenta que mereció la pena, porque el espectáculo superó todas sus expectativas.
“Había visto la película, pero fue muy diferente estar allí, y ver que todo funciona casi como un reloj suizo. Además de los detalles que no se ven desde la pantalla”, recuerda.
Los viajes transoceánicos de Cisneros y González no son una anécdota. Muestran los esfuerzos que están dispuestos a hacer los seguidores de Swift por verla en directo. Y concuerdan con los datos de Nommon, que utiliza la herramienta Population Insights para procesar datos de las redes de telefonía móvil e integrarlos con otras fuentes para proporcionar información sobre la afluencia de visitantes y otros indicadores de presencia y actividad.
Si normalmente los extranjeros representan un 5% de los presentes en la zona, según esta compañía, los días de los conciertos este porcentaje aumentó hasta el 10% del total en la zona del estudio, que abarca un radio de 750 metros alrededor del Bernabéu y considera como visitantes a todas aquellas personas que realizan una actividad en el área especificada a lo largo del día, pero que no residen en ella. Estadounidenses y canadienses multiplicaron por doce su presencia respecto a un día normal (en el que el visitante extranjero más frecuente es francés), mientras que británicos e irlandeses la cuadruplicaron. Además, las mujeres pasaron de representar el 51,5 % de los presentes alrededor del Bernabéu a ser el 53,17%.
Jolbin Serrano, de 20 años, estuvo con ellas. Tardó dos meses en pegar los más de 16.000 cristales que lució en la ropa que llevaba para el concierto. “Cuando pienso en Taylor, solo pienso en brillo y yo solo quería brillar como ella”, asegura.
Serrano cree que gastó más de 700 euros entre la entrada, los materiales para las manillas, los accesorios para hacer el outfit, pegamento, piedras, flecos y la comida el día del concierto. Como vive en Madrid, no tuvo que buscar hotel, como sí tuvieron que hacer miles de visitantes. El barrio en el que tuvo mayor impacto el concierto fue Tetuán, donde se alojaron unos 9.500 asistentes, seguido de Centro, con unos 7.500, y Chamartín, con unos 7.000, según los datos de Nommon. La zona del propio estadio alojó a unos 5.000 asistentes, a su vez rodeados de vecinos agotados por el ruido de los conciertos multitudinarios, que perjudican a su calidad de vida y estropean sus horas de descanso.
“Teniendo en cuenta la capacidad del Bernabéu, que son 85.000 espectadores, y el gasto medio por asistente, que será de unos 1.300 euros como poco, que es lo que vale la entrada más el viaje, la estancia y la comida, en total hablamos de 110,5 millones de euros”, asegura sobre el impacto económico de los conciertos el profesor de OBS Business School y director de la consultora Eurocofín, Carlos Balado.
Para algunos, un negocio redondo: la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM) calculó que los ingresos de los hoteles en esas dos noches podrían rozar los 20 millones de euros, lo que representa unas ganancias de 7.000 euros por minuto, con tarifas medias que podrían triplicar o cuadruplicar los precios normales. En paralelo, se multiplicaron los viajes en tren desde otras ciudades españolas a la capital (se triplicó el número de viajeros desde Sevilla, y se duplicó desde Valencia y Barcelona, según un informe de la app Trainline). También se multiplicaron los desplazamientos en coche compartido, según BlaBlacar.
“Los datos indican que, cuando arrancó el espectáculo, los visitantes de la zona se marcharon de forma gradual, lo que puede indicar que los que no tenían entrada permanecieron por los alrededores y se fueron yendo poco a poco”, cuenta Andrés Miguélez, Ingeniero de Mobility Analytics en Nommon y autor del estudio. “Según los datos de telefonía, la celebración de los conciertos de Taylor Swift alteró el perfil de los visitantes frecuentes de la zona del Bernabéu, aumentando ligeramente la proporción de mujeres y, sobre todo, modificando la nacionalidad de los visitantes extranjeros habituales”, añade. Y remata: “Comprender el perfil del visitante permite a organizadores y autoridades públicas diseñar, planificar y gestionar los servicios involucrados en la celebración del evento de manera que tanto visitantes como vecinos tengan una experiencia satisfactoria”.
Así resume la suya Serrano: “La magia de compartir con miles de fans y con personas tan diferentes, de países lejanos, de culturas diferentes, de rasgos diferentes, pero todos con un mismo sueño, que era ver a Taylor... es algo que llevaremos en el corazón siempre”.
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