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Unas llaves apuntan a que la guardia civil que mató a sus hijas en Cuenca actuó con premeditación

Los investigadores creen que la mujer las dejó puestas por fuera de la puerta para facilitar el hallazgo de los cadáveres. Las pequeñas serán enterradas este sábado

El padre de las niñas fallecidas (chaqueta azul marino) se abraza en la entrada del cuartel de la Guardia Civil.Foto: Lola Pineda | Vídeo: EFE

Cuando el compañero de patrulla acudió este jueves a casa de la agente Paola Buforn después de esperarla durante más de una hora a que se presentara en su puesto de trabajo no tuvo que forzar la puerta. La agente de la Guardia Civil del municipio conquense de Quintanar del Rey había dejado las llaves puestas en la cerradura por fuera. Al abrir la puerta de la vivienda ubicada dentro del cuartel, se encontró con los cadáveres de su compañera, de 42 años, y los de sus hijas, Lara e Iris, muertas presuntamente por los disparos de la pistola reglamentaria de la madre. Después del crimen, la mujer se suicidó. Las tres llevaban pijama y se encontraban en dos habitaciones diferentes, una de las pequeñas en la misma que su progenitora.

Según las primeras pesquisas, la mujer disparó dos veces contra cada una de sus hijas a corta distancia. Será la autopsia la que dictamine si había adormecido antes a las niñas con algún medicamento y otros detalles que permitan reproducir esos últimos minutos trágicos en ese cuartel a las afueras de este pueblo de 8.000 habitantes que vive conmocionado por el crimen. Los investigadores sospechan que las tres podrían haber llevado 24 horas muertas cuando el compañero halló los cuerpos, afirman fuentes de la investigación. El miércoles, las niñas ya no fueron al colegio y ninguna contestó al teléfono cuando llamaron sus abuelos paternos. Estas mismas fuentes apuntan a que es posible que nadie escuchara los, al menos, cinco disparos que ejecutó Paola con su pistola, puesto que en el cuartel viven muy pocos guardias y es posible que o no estuvieran o se encontraran lejos en el momento en el que sucedió.

Mientras la Guardia Civil prosigue con la investigación, el padre, Santiago Escribano, y sus familiares experimentan en paralelo un duelo infinito. Este viernes llegaron al tanatorio del municipio los cuerpos de las pequeñas, de 11 y 9 años, y este sábado serán enterradas en el cementerio del pueblo. El de la madre será trasladado directamente a Algeciras, de donde era originaria. Decenas de parientes y amigos han acudido a las instalaciones para apoyar a un padre, unos abuelos y unos tíos absolutamente devastados. Cuando Santiago ha entrado a la estancia donde reposaban sus hijas, acompañado de la familia más cercana, se oían a través de la pared los llantos desgarradores de los Escribano. El trajín de parientes y amigos en la casa donde residen el padre y los abuelos de las niñas, a pocos metros del Ayuntamiento, seguía siendo intenso este viernes, aunque no existen palabras de consuelo suficientes para una familia que no volverá a ser la misma desde que se abrió esa puerta con llave en el cuartel a las afueras del pueblo.

Los porqués se acumulan en el entorno. Aunque Santiago, el padre de 47 años, y Paola se habían separado hacía ya más de un año y la relación era inexistente entre ambos, ninguno de los familiares consultados esperaba que la mujer pudiera hacer daño a las niñas. “No era simpática, ni alguien con la que quisieras coincidir a la mesa en una comida familiar, era introvertida y rara, pero esto...”, señalaba un allegado cerca de la casa de los Escribano, que desde el jueves se ha convertido en el refugio de un padre destrozado. Las pequeñas pasaban mucho tiempo en ese hogar, al cuidado de sus abuelos, que eran los que ejercían de intermediarios entre la expareja. La guardia civil nunca había sido sometida a tratamientos psicológicos dentro del cuerpo y sus compañeros no habían notado un comportamiento anómalo recientemente. De hecho, hacía unos días había salido de cena de Navidad con sus compañeras de clase de fitness y nadie notó nada extraño.

Custodia compartida

Aunque fuentes de la investigación apuntan a la posible solicitud de la custodia compartida por parte de Santiago como detonante del crimen, los familiares del hombre lo han negado enérgicamente. “Esa mujer les ha matado porque era mala, aquí nadie había pedido la custodia y los trámites del divorcio estaban cerrados”, ha afirmado una tía abuela de las menores a las puertas del domicilio familiar. La principal hipótesis de los investigadores sigue siendo que la madre mató a las niñas para hacer daño al padre, por lo que se trataría de un nuevo caso de violencia vicaria.

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Los detalles del crimen se irán desvelando con el análisis del móvil de la mujer, los testimonios recabados al entorno y los resultados de los informes forenses. En este caso, el objetivo no es encontrar un quién, sino un porqué y los detalles del trágico suceso. Aunque tal vez nunca se llegue a entender del todo cómo pudo Paola apretar el gatillo cuatro veces contra sus propias hijas.

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