La culpa es de ella
En un alarde de la misoginia más desatada, cualquier simple error, delito o agresión de un hombre es culpa de la mujer más cercana a su vida
Me siento a escribir, tengo mucho sueño, me he levantado para poner las calles porque tengo que viajar a Barcelona y hacer un montón de cosas de las que no sé si obtendré algún beneficio. Aún así, pongo todo mi empeño, porque nunca se sabe de dónde puede surgir una oportunidad, aunque simplemente sea la oportunidad de morir de sueño.
Mi idea es hablar de las oportunidades que dejamos pasar, pero entonces una amiga me envía el vídeo sobre la dichosa entrevista en la un tiktoker se jacta de mantener relaciones sexuales sin preservativo y sin consentimiento con una nota que pone: tía, dile algo.
¡Ni que fuera su madre! Pienso Yo. Si fuera mi hijo no consentiría que hiciera entrevistas de tan dudoso gusto.
Entonces me doy cuenta de que con mi pensamiento estoy siguiendo las mismas lógicas que los medios de comunicación con nosotras, las mujeres. En un alarde de la misoginia más desatada cualquier simple error, delito o agresión de un hombre es culpa de la mujer más cercana a su vida.
Hace poco veíamos cómo esos medios se empeñaban en destacar lo “cegado” que estaba por su novia el supuesto asesino de Samuel Luiz, o lo que es lo mismo: dejar claro al lector que no es su culpa, ni su responsabilidad, sino que el pobre se encontraba bajo el dominio psicológico y emocional de una “mujer follonera”. ¡Ya está bien!.
¿Hasta cuando vamos a infantilizar sus acciones? ¿Hasta cuando nos harán responsables de su libre albedrío?
Si un hombre se echa novia y de repente deja de ver a su grupo de amigos y no se sabe nada de él, nunca será culpa suya, siempre será culpa de la mujer que le tiene “atado en corto”.
Si un futbolista empieza a no destacar en su trabajo, nunca será culpa de su estado físico, su falta de implicación o rendimiento. Siempre será culpa de su pareja.
Si un adolescente comienza a tener malas notas y mal comportamiento en el colegio, la culpa es de la madre porque es demasiado blanda.
Si una pareja se separa porque el hombre ha sido infiel, la culpa es de la mujer, porque no le daba toda la atención que necesitaba y, claro, se lo ha tenido que buscar fuera.
Cuando un hombre no llega a sus metas profesionales no es culpa suya, es culpa de que su pareja no le ha dado el apoyo suficiente, ni se ha encargado de las responsabilidades comunes para poder dar paz a ese hombre para que se centre en su propio bienestar.
Los hombres la cagan sin querer, porque son “simples”. Sin embargo las mujeres no podemos tener el don de la casualidad, la libertad de equivocarnos, sino que todo es fruto de lo mezquino, de la alevosía y la premeditación.
¿Hasta cuando vamos a infantilizar sus acciones?
¿Hasta cuando nos harán responsables de su libre albedrío?
Yo tengo sueño. Tenía claro que quería escribir sobre las oportunidades y al final he aprovechado la oportunidad, para escribir que ya basta.
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