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La Orquesta y el Coro de Madrid se quedan mudos por su escaso salario

Los músicos se unen en una protesta frente al el Auditorio Nacional para denunciar los problemas de financiación que la institución acarrea desde hace 30 años

Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid
Músicos de la Orquesta Sinfónica de Madrid sujetan una pancarta durante una protesta silenciosa frente al Auditorio Nacional, a 29 de junio de 2021, en MadridAlberto Ortega (Europa Press)

En silencio y frente al Auditorio Nacional, así se manifestaron ayer los músicos de la fundación Orquesta y el Coro de Comunidad de Madrid (FORCAM) su malestar por sus condiciones laborales. Algunos con los instrumentos guardados en sus fundas, otros con sus cantorales bajo el brazo, pero todos vestidos de negro y listos para el que iba a ser su último concierto de la temporada. Es su primera protesta en más de 30 años. Desde diciembre del año pasado, la fundación, que depende de la Comunidad, se encuentra sumergida en la negociación del primer convenio colectivo con el comité de empresa para regular las relaciones laborales y salariales del colectivo, aunque no se ha llegado a ningún puerto por el momento.

”Cuando hablo con compañeros de otras comunidades, no se lo creen. Creo que tenemos las peores condiciones laborales de toda España”, admite un miembro de la orquesta que no quiere dar su nombre. Mientras una orquesta de cualquier parte del territorio nacional puede contar con entre siete y nueve millones de euros anuales, la de la capital obtiene del Gobierno regional 3,4 millones, dentro del cual se incluye además el presupuesto del coro. Para CC OO la diferencia salta a la vista. “Con un presupuesto así, es imposible que puedan pagar los sueldos de una plantilla suficiente para tener calidad artística. Hacen falta más músicos para hacer música, no solo directivos”, se queja el músico.

Entrar en la orquesta no es fácil. A los 13 años que dura la carrera se debe añadir el tiempo de preparación para la oposición. “Tienes que ser muy bueno en lo que haces porque junto a ti se presentan miles de personas. Somos conscientes también de la situación extrema en la que nos encontramos por la pandemia, pero solo pedimos condiciones dignas”, dice otro músico situado cerca de la pancarta que reza: “El silencio se escucha: por unas condiciones laborales dignas”.

Somos conscientes también de la situación extrema en la que nos encontramos por la pandemia, pero solo pedimos condiciones dignas”
Un músico de la orquesta

Aunque desde la fundación se ha recordado que durante la pandemia realizó todos los esfuerzos en su mano para mantener a todo el personal en nómina con el mismo sueldo, la sensación de los músicos es otra. La mayoría alega que sus condiciones empeoraron y que todavía no han regresado a su cauce normal. Uno de los músicos cuenta que ahora es común que trabajen cinco días seguidos, sin respetar los turnos o el derecho a conciliar la vida familiar. Otro melón son las consecuencias físicas que todo esto conlleva. “Por ejemplo, los instrumentos de viento trabajan mucho los labios, al igual que los de cuerda los tendones. Si a un trompetista le haces tocar tan seguido, le vas a destrozar los labios”, confiesa preocupado.

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Durante el verano, los trabajadores de la orquesta tienen la opción de trabajar de forma voluntaria y remunerada, pero esta última es de 160 euros por concierto, es decir, cinco veces menos que en el resto de España. Admiten que se sienten decaídos, pero que eso no se le notará cuando suba al escenario. Las obras a interpretar son: Las siete palabras de Cristo de la Cruz, de César Frank y Réquiem, de Gabriel Fauré. “Bueno, por lo menos hay que admitir que el réquiem hoy nos viene como anillo al dedo”, asegura con ironía.

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