Carta de amor a una ciudad en permanente cambio
El poeta Eugenio Castro ha publicado este año ‘Madrid rediviva’ un ensayo y una carta de amor a la ciudad que ha crecido a su lado
Todos los años se publican libros sobre Madrid, de su historia, de su gente, otros simplemente se sirven de ella como escenario para sus tramas. Este año, sin embargo, la editorial Pepitas de Calabaza ha publicado una intensa carta de amor a la ciudad. Se llama Madrid rediviva. Su autor, el poeta Eugenio Castro (62 años, Las Herencias), llegó a la ciudad con 11 años desde un pequeño pueblo de Toledo y desde entonces ha visto cómo los hitos y desventuras que han marcado su vida ―tanto personales como a nivel social― han ido delimitando a la vez la línea de tiempo de Madrid en una serie de muertes y resurrecciones sucesivas. Consecuentemente, el libro que le ha dedicado a la ciudad que creció con él es un ensayo largo y personal sobre la evolución y los cambios que ha sufrido a lo largo de los años.
¿Escribe de la ciudad como si fuera un ser vivo, en qué consiste esa vida?
La vida de la ciudad consiste en que nunca está acabada, siempre está cambiando y revelando nuevas partes de sí. La revelación aquí entonces no es un término místico, ni religioso, es completamente material. Requiere de búsqueda, aunque no signifique asumir un papel de explorador conscientemente. En mi caso, la errancia, ir a ningún lugar, es lo que me ha permitido tener con Madrid ese vínculo revelador y apasionado que hace que para mí sea un ente vivo.
¿Y qué elementos con los que se encuentra lo inspiran?
Es la calle misma. Madrid es vivir en la calle, es una entrega generosa al encuentro permanente. Creo que esto es un hecho comprobable, es una ciudad sumamente acogedora. Conserva todavía un grado de inocencia en ese punto. No ha perdido parte del carácter provinciano que se le suele achacar, y eso es lo que permite que el encuentro se produzca todavía en una escala humana.
¿Pero con el título “rediviva” también sugiere que la ciudad ha muerto, cuándo?
Múltiples veces. En el libro me pregunto cuántas veces puede morir una ciudad al cabo de la vida media de un ser. Es decir, cuántas veces puede revivir también. Pero son “muertes” muy subjetivas. Me refiero a unos decesos vinculados a mis propias defunciones sentimentales; mis propios cambios de lugar de residencia, que han supuesto un volver a empezar; y, también, a los profundos cambios sociales que se han podido producir.
¿A qué cambios sociales se refiere?
La esencia de la ciudad se está transformando a un ritmo alarmante con la gentrificación y la turistificación. Pero además yo hablo de un cambio paulatino que no es secreto para nadie. Los finales de los 70 y los 80 fueron años de una libertad mayúscula como no se ha vuelto a vivir en esta ciudad. Son comparables, aunque en sentido opuesto, con los años de regresión que estamos viviendo actualmente, que son escandalosos y en los que las libertades que teníamos han desaparecido.
¿Cómo? ¿No es Madrid la capital de la libertad?
Son dos libertades diferentes. En ese entonces la libertad se vivía en la calle, que estaba abierta a todo y a todos, la vida se construía sobre un discurso de libertad; ahora estamos sujetos a una vigilancia constante. Ahora la libertad está sujeta al discurso de la seguridad; si la libertad se sostiene no sobre la confianza en el semejante, sino sobre la desconfianza, es un cambio antropológico de la noción de libertad.
¿Entonces, cómo definiría el Madrid actual?
Ahora es un momento esquizofrénico. Un gobierno regional de derechas concede una supuesta libertad de comportamiento y de acción al madrileño a partir de la restauración, pero eso no deja de ser un proceso ultra-economicista, pero que se confunde con uno de libertad. Por otro lado, el gobierno del Estado parece mostrar una miopía descomunal acerca de lo que los ciudadanos pueden necesitar, rechazando una relación necesaria entre lo que es la necesidad de la calle y la producción. Pero es circunstancial, Madrid volverá a renovarse y lo hará a partir de sus propios ciudadanos, no de sus dirigentes.
¿Cómo se da eso? ¿Cómo se resiste a tal esquizofrenia?
No hay una manera general, ni coordinada. Es una cosa colectiva, pero también individual. El principio es no querer hacer parte de la alienación general. En primer lugar, forjo mi propia vida en la ciudad, que me permite establecer con ella esas fuentes prodigiosas de hallazgos constantes. Al hacer eso dispones de más tiempo, y por tanto de mayor libertad, bien entendida como expresión de una vida no alienada.
¿El libro tiene esta dimensión política también?
Sí, contiene el espíritu del 15M, en el que participé muy activamente de principio a fin. Diría que el vórtice del libro, donde confluyen todas las reflexiones que se hacen de Madrid, tanto la teórica como la estrictamente poética, confluye en el 15M. Desde el punto de vista colectivo ha sido el momento más vivo de Madrid. Un momento en que la vida fue superiormente vivida, porque fue pasionalmente vivida.
EL SURREALISMO SOBREVIVE
Eugenio Castro es miembro fundador del Grupo Surrealista de Madrid y persona muy activa del movimiento surrealista internacional. Castro se considera heredero del linaje de un movimiento que, a pesar de parecer extinto, sobrevive en el seno de colectivos como este y sus publicaciones. En el caso madrileño, la revista Salamandra sigue siendo publicada con nuevos textos desde hace décadas y ‘Madrid rediviva’ también se sostiene sobre los postulados surrealistas. Incita a una búsqueda de experiencias vitales propias y predispone un sentimiento de rebelión política no solo en el plano económico, sino también en el social.
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