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Las 10 de… Marlango

Un piano de orfebre. Una actriz que susurra a las tantas de la madrugada. Entre Tom Waits y Norah Jones: nadie tan singular como ellos en nuestra escena

Alejandro Pelayo(izquierda), Leonor Watling y Óscar Ybarra (derecha), la formación inicial de Marlango.
Alejandro Pelayo(izquierda), Leonor Watling y Óscar Ybarra (derecha), la formación inicial de Marlango.

Benditos garajes y salas de ensayos. En una de esas cuevas madrileñas se conocieron, allá por 1998, la carismática Leonor Elizabeth Ceballos Watling (Madrid, 1975) y el circunspecto Alejandro Pelayo, cántabro y cuatro años mayor. Invirtieron cinco años componiendo al alimón. Soñaron con un universo melancólico, taciturno, jazzístico. Se ennoviaron. Dejaron de salir justo antes de grabar el primer álbum. Incorporaron al trompetista Óscar Ybarra para acentuar su vocación noctívaga.

Desde entonces les contemplan siete álbumes espléndidos y nada comunes en el ecosistema del pop español. Cuatro en inglés y tres en castellano. Cinco como trío y dos reducidos a dúo, tras la marcha de Ybarra. Pelayo ha firmado un par de trabajos solistas de piano instrumental y Watling sigue inmensa en su faceta de actriz, pero su historia compartida continuará.

‘Gran Sol’

(De Marlango, 2004)

La quintaesencia del sonido diletante y crepuscular de aquel primer disco, grabado durante cuatro madrugadas consecutivas, de jueves a domingo, “tocando todos juntos en el estudio hasta las cinco o las seis de la madrugada”. Ybarra cambia trompeta por fliscorno y Watling juega al despiste con un título en castellano para una canción en inglés, como sucedería al año siguiente con Pequeño vals.

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‘It’s all right’

(De Marlango, 2004)

Enjoy the ride fue el primer sencillo de aquel debut sonado, pero Leonor está aquí más sembrada aún: comienza susurrando, casi como un ronroneo, pero no deja de crecer y evolucionar hasta el apoteosis. Fran Pastor, periodista cultural de la Cadena SER y gran conocedor de la banda, le encuentra un claro significado sicalíptico: “Es una progresión ascendente, feliz, de estructura casi orgásmica. La canción crece y crece hasta el estallido, con una breve recesión poscoital para acabar”. El saxo de Miguel Moya fue añadido a posteriori, temerosos los marlangos de que la canción “pareciera un poco sosa”.

‘My love’

(De Marlango, 2004)

Vals lentísimo y muy emocionante, con la incorporación de violín y violonchelo. Nunca ha sonado en directo, por su singularidad instrumental, pero figura entre las favoritísimas de Alejandro Pelayo. Muchos creyeron ver en Marlango a una Norah Jones a la española, pero aquí Watling recuerda más a Tracey Thorn (Everything But The Girl) en tesitura grave.

‘Shake the moon’

(De Automatic imperfection, 2005)

Las expectativas eran tan elevadas que el trío optó por un cierto continuismo para el siempre-difícil-segundo-disco, aun a sabiendas de que el impacto nunca es como la primera vez. Pero esta pieza de apertura resultaba carismática y encantadora, a modo de mensaje de confianza: la voz arrastrada de Leonor, la trompeta con mucha sordina de Ybarra, esa batería tosca y envuelta en humo noctámbulo. Pocos adornos, mucha “imperfección”, un adjetivo asumido con orgullo como leit motiv. Y Tom Waits, siempre en el retrovisor.

‘Walkin’ in Soho'

(De The electrical morning, 2007)

El debut con una multinacional se adereza con colaboraciones de postín (Drexler, Bosé) y un sonido más robusto y eléctrico, como certifica esta canción optimista, peculiar y no muy tarareable (pese al na na na del final de estrofa). Imágenes costumbristas y dispersas (“Escucho a mi madre cantando algo en la cocina”) y un videoclip tan delirante que merece revisión: prepárense para ver a Leonor, Alejandro y Óscar bailoteando en el desierto bajo sus disfraces de pollos gigantes.

‘Mind the gap’

(De The electrical morning, 2007)

La favorita de Leonor, que siempre la ha disfrutado de manera muy particular en los directos. “Después de los dos discos anteriores, se nota que teníamos ganas de desarrollar otro tipo de artillería. De ahí que enfiláramos hacia un lugar de mucha energía, al que no descarto que nos volvamos a dirigir”. Grandes arreglos de cuerda.

‘Thank someone tonight’

(De Life in the treehouse, 2010)

Otro mano a mano con Jorge Drexler, aunque no tan conocido como Hold me tight, del álbum previo. “Es una canción que me gusta mucho porque nadie tiene en ella ninguna prisa”, se sincera Pelayo, “especialmente orgulloso” como productor de cómo suenan las voces de Leonor y Drexler “y del ambiente mágico que se crea”. Pese a su pedigrí, la banda no ha sabido llevarla a los escenarios.

‘I carry you’

(De Life in the treehouse, 2010)

Perdido en el tramo final del álbum, es uno de los títulos menos divulgados del grupo, también por su nula presencia en los repertorios en directo. Una lástima, porque la producción es sutilísima y salpicada de tenues pinceladas electrónicas. En los últimos compases, la mujer de Pelayo, Nur Levi, aporta unos coros preciosos en los que también pocos repararon.

‘Gira’

(De Un día extraordinario, 2012)

¿Cómo pudo privarnos tanto tiempo Leonor de sus letras en castellano? Esta es emocionante. “Chiquitita y sencilla como un himno diminuto, ese lugar al que intento ir como letrista”, nos explica. “Con pocas palabras, para dejarle holgura a oyente e intérprete. El piano es de mis favoritos, de esas veces que a Alejandro le sale el orfebre que lleva dentro”. Y a renglón seguido, Todo es tan importante, también de cum laude: “Todo es tan importante / que ya no importa nada” para el estribillo, “Cuando llegue mi hora / quiero estar despeinada” en la coda.

‘Alza el vuelo’

(De Technicolor, 2018)

“Me gustan mucho melodía y estribillo”, se sincera Leonor, “el vuelo –valga la redundancia– que alcanzan a la par la música y el mensaje de la letra. De repente, parece que todo cobra sentido”. Un mensaje positivo que los mezquinos no entenderán: si te van bien las cosas, amigo, disfruta del momento. Algo que le podemos desear a la propia Watling, en gracia a su paso por la serie Nasdrovia.

Bonus Track: ‘Vete’

(De la banda sonora de Malas temporadas, 2005)

Solo hay dos canciones en castellano en la etapa anglófona de Marlango, y las dos son versiones: Semilla negra, de Radio Futura, y este clásico rumbero de Los Amaya que ellos reinventan hasta dejarlo irreconocible. Lo grabaron para la película de Martín Cuenca, con Watling como protagonista, y se hizo tan imprescindible en directo que auguraba ya el cambio idiomático, aunque aún tardara en materializarse. Sobre los escenarios también frecuentaron El último habitante del planeta, una delicatessen de Mastretta.

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