El regreso a casa de Hansel y Gretel
‘Delicuescente Eva’, la última entrega de la trilogía familiar de Javier Lara, retoma sus funciones en La Abadía tras experimentar con el ‘streaming’ durante el confinamiento
Tan solo cuatro representaciones aguantó Delicuescente Eva tras su estreno en el Teatro de La Abadía en marzo.La bajada del telón no ocurrió por falta de público, sino por ese enemigo común llamado coronavirus. La obra, llena de elementos autobiográficos de su creador Javier Lara, regresa ahora, tras casi seis meses de espera y hasta el 1 de octubre, al mismo escenario. En este tiempo ha probado, obligada por las circunstancias, a ser emitida en directo por streaming durante el confinamiento dentro del ciclo Teatro Confinado, una de las alternativas que encontró la escena teatral madrileña para seguir en activo durante todo este tiempo.
“Teníamos tres cámaras de full HD para grabar en directo. No queríamos que fuera teatro grabado”, comenta Lara, protagonista y creador de la pieza. Para ello, el equipo audiovisual adaptó la obra al código audiovisual en vez de replicar lo que se ve en directo desde el patio de butacas. Fue un éxito. Unos 30 afortunados pudieron ver el espectáculo en la sala, en aforo reducido, y se vendieron otras 400 entradas para verla online.
La pieza que regresa ahora a la sala José Luis Alonso del teatro madrileño cierra la trilogía de Lo propio. Comenzó en 2013 con Mi pasado en B, donde hablaba de la relación entre su padre y él. “Aquí me hice actor de verdad al enfrentarme solo al público. Además, me cambió la manera de verlo”. En la segunda entrega, Scratch, se centró en su hermano pequeño y en la muerte. “Aprendí mucho sobre ella porque mi hermano casi sufrió una experiencia mortal. Eso te marca. ¿Cómo se puede morir alguien tan cercano?”, se pregunta.
Ahora, en el capítulo de cierre, aparece Eva, su hermana mayor. Sobre el escenario, dos hermanos interpretados por María Morales y el propio Lara quedan perdidos y abandonados en medio de un bosque tras salirse de la carretera en un accidente de tráfico. A través de este suceso la obra hace un recorrido por la salvación, aunque Lara cree que es un concepto imposible de alcanzar: “Hay que vivir en el umbral y no rendirse, pero no se puede sanar nadie. Estamos condenados como especie a seguir preguntándonos e intentar entendernos. Si dejamos de hacerlo, morimos”. De ahí viene el título. Ser delicuescente es la propiedad que tienen algunos cuerpos de absorber del aire la humedad que necesitan para sobrevivir. “Mi hermana intenta desde la educación que el mundo sea mejor posible, y yo he aprendido desde un lugar artístico, el teatro”.
Todo ocurre en una sala que transporta a épocas pasadas. Al entrar, un ambiente sobrecogedor invade el espacio y activa los sentidos a través de la música y el olor de fondo. Invita al espectador a relajarse en la butaca mientras contempla un paisaje “onírico”. Todo fluye junto a una escenografía que cuenta con un bosque inspirado en el cuento Hansel y Gretel. “Representa un poco los hermanos perdidos en el pasado, como si fuera un laberinto”, explica el autor. Al mismo tiempo, hay elementos que simbolizan algunos recuerdos de los personajes, como por ejemplo el patio o el cuarto de baño. Por otra parte, hay una escalera. “No se puede salir del bosque, la escalera es una esperanza, pero no lleva a ningún sitio”. Todo este ambiente calmado contrasta con los temas que se exponen. “Para llegar a temas que no son fáciles de tratar tienes que estar cómodo, si no lo rechazarías”.
El maltrato, el machismo, el heteropatriarcado y la religión están presentes en el relato como valores que se transmiten a las siguientes generaciones. También lanza una crítica a la educación que reciben los hijos en la actualidad. “No se educa en ser mejores personas ni en tener ganas de aprender, sino que se piensa en lo laboral. Nos centramos en la competición para ver quién es mejor”, comenta Lara. Por ello, el actor defiende que deberíamos hacer más caso a los niños y aprender de ellos, antes de “contaminarles” con nuestras ideas. Sin embargo, Lara mantiene una actitud positiva. Eso es lo que buscaba con un tercer personaje que aparece en escena, interpretado por Natalia Huarte. Se trata de un ser libre que mira el futuro. “Me gusta que la esperanza esté en la gente más joven”.
De esta manera termina Lara este recorrido por su propio yo, en la que se ha desnudado en tres entregas. “Al principio mi familia lo veía como algo personal, pero les dije que era un ejercicio artístico”. Las historias son ficción, pero como afirma Lara: “los recuerdos también lo son, porque ves las cosas desde tu punto de vista”.
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