_
_
_
_

Cena, cine y ambiente de campo y playa en Aluche

Al atardecer el protagonismo pasa a la calle Quero unida al parque por el oriente como paseo peatonal. En esta época, parece una especie de malecón playero

Serie vacaciones veraniegas en Madrid. 6
W. M.

La noche cae y una niña corre al ritmo de una banda sonora de ssshhh… que pide silencio mientras, al fondo, la pantalla se ilumina con las primeras imágenes de Cómo entrenar a mi dragón 3. La niña, que parece huir de unas aves de la película, llega hasta donde sus padres sentados en dos sillas playeras. Están junto a unas doscientas personas en el cine de verano en el Auditorio al aire libre del parque de Aluche al sur de Madrid. Ellos mismos parecen de una escena de otra película de suspense porque a la mayoría solo se les ven los ojos al llevar puestas las mascarillas por la covid-19.

Serie vacaciones veraniegas en Madrid. 6
W. M.

En hora media, poco antes de la media noche, habrán terminado una tarde de paseo y fiesta familiar y de amigos como si hubieran estado en el campo y la playa a la vez. Cuatro horas antes, cuando el sol no había empezado a bocetear de rojos y naranjas el cielo, el Parque de Aluche con su arroyo canalizado de suaves meandros y cascadas y bajo las sombras de numerosos árboles era un escenario de la vida veraniega…

Varios pic-nic alrededor de manteles sobre el césped con gastronomías tradicionales de sabrosos olores: paellas y tortillas españolas, ají de gallina peruana, hallacas venezolanas, ropa vieja cubana o barbacoas acompañadas de refrescos y cervezas sacadas del hielo de las neveras blancas de poliestireno.

Una fiesta de cumpleaños a un par de niños dominicanos aburridos mientras sus padres, familiares y amigos charlan y comen tarta de chocolate…

Un grupo de jóvenes bocarriba en el césped escuchan y cantan reguetón alto…

Parejas con arrumacos o acostadas con la cabeza apoyada sobre el brazo o el vientre de alguno de ellos…

Personas mayores sentadas en los bancos hablando unos… en silencio otros…

Serie vacaciones veraniegas en Madrid. 6
W. M.

Al atardecer el protagonismo pasa a la calle Quero unida al parque por el oriente como paseo peatonal y bajo las sombras de tres bloques de edificios. Una especie de malecón playero con casi una treintena de bares, restaurantes, pizzerías, cervecerías, puestos de quebabs y heladerías. De pronto alguien canta:

“Yo sé bien que estoy afuera / Pero el día en yo me muere / Sé que tendrás que llorar. / Llorar y llorar Llorar y llorar…”

Son el mexicano Raúl y el colombiano Carlos Felipe que llevan año y medio en España. La constructora donde trabajaban cerró por la pandemia y tratan de ganarse la vida con sus rancheras. Luego van a otra parte del malecón donde dos muchachos de una de las mesas les refuerzan el coro de Llorar y llorar.

- Es una zona muy tranquila. La clientela no suele dar problema, reconoce Ana Medeiros Silva, propietaria del Bar El Parque, uno de los más antiguos de la calle Quero.

- Abrimos hace 29 años, y nunca hemos tenido ningún problema, añade la mujer. Son casi los años que tiene su hija Marlén que le ayuda en el negocio por las tardes y noches.

Ellas vieron cómo remodelaron el parque en 2008 y lo dejaron como está. Los calamares a la romana y los chopitos son los platos más exitosos en El Parque. Por la noche son las cañas y alguna copa.

Empieza a oscurecer y la vida se transforma. Los que estaban en el césped recuerdan la evolución cuando unas especies salieron del mar hacia tierra firme, solo que aquí el proceso es en un abrir y cerrar de ojos: acostados, apoyados en rodillas y manos, después en solo rodillas y luego en dos piernas con las que caminan hacia la orilla, la calle Quero, y siguen la moda milenaria de caminar en dos pies.

El tiovivo que estaba medio vacío se ilumina y los niños piden a sus padres que los suban.

En el Auditorio de Aluche la gente empieza a tomar posiciones frente a la pantalla: unos en las sillas dispuestas para la función, otros han llevado sus propias sillas de playa o se quedan sentados en el suelo mientras cenan algo.

Cuando ya no hay sol una escena de la película empieza a repetirse en bucle: una bandada de aves parece salirse de la pantalla. Una niña corre gritando, surge un coro de Ssshhh cuando va a empezar la proyección y la niña corre hacia sus padres.

A quince kilómetros de allí, en el Cerro del Tío Pío, en Numancia, algunos estarán acostados en el césped mirando las estrellas a la espera del amanecer para ver cómo despierta Madrid con todos sus colores.

Cómo llegar

- Metro: Línea 5, parada Aluche.

- Autobuses 121 y 25.

- Cercanías RENFE: Línea C5, parada Aluche.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_