Cinco agresores, solo tres acusados: ¿quiénes deben pagar por el crimen de Yoel Quispe en A Coruña?
La familia de un joven que murió apuñalado en una pelea en la Nochebuena de 2023 pide que se incrimine a todos los atacantes como en el caso de Samuel Luiz
Yoel Quispe murió a los 22 años de una puñalada en el corazón en pleno centro de A Coruña en la madrugada de Nochebuena de 2023. La navaja se la clavó otro joven veinteañero que duerme entre rejas desde entonces, pero lo hizo rodeado de al menos una docena de personas y la mayoría no dudó en abandonar corriendo a Quispe, desplomado sobre un charco de sangre. El letal navajazo le llegó durante una pelea con otros cinco chicos en la que todos iban a por él. Para “dolor inmenso de la familia”, solo tres de los agresores están acusados del crimen. “Pido justicia, que paguen los culpables. No son tres, son más; era uno contra todos. Mi hijo estaba solo”, lamenta su madre, Maritza Gómez.
Al igual que Samuel Luiz, el joven asesinado en 2021 por una turba y cuyo crimen provocó protestas de alcance internacional, Quispe murió delante de un número indeterminado de transeúntes, en el cruce de las céntricas calles Juan Flórez y Sinfónica de Galicia pasadas las seis de la madrugada. A diferencia de la ola de colaboración ciudadana que se desató con Luiz, en este caso han sido pocos los testigos que han hecho acto de presencia. Hay constancia de que una persona grabó incluso con su móvil la pelea desde un coche parado en un semáforo, así se aprecia en las cámaras callejeras, pero ni siquiera se ha presentado en comisaría para aportar esa prueba. El único vídeo que tienen los investigadores apenas dura 15 segundos y fue enviado por su autora a un amigo de la víctima por Instagram.
Gómez culpa de esta indiferencia a las informaciones falsas que atribuyeron a una pelea entre bandas latinas el homicidio de su hijo, nacido en Perú y criado en A Coruña. Ella no se ha sentido arropada por el conjunto de la ciudad, admite junto al memorial de flores y fotografías que le han dedicado a Quispe sus amigos y parientes, justo en el lugar donde fue apuñalado: “Esta vez ha sido mi hijo, pero mañana pueden ser los suyos”. Su abogado, Adrián Borrajo, recuerda que tras el asesinato homófobo de Luiz la policía recibió muchas llamadas de testigos contando lo que habían visto: “Aquí no llamó nadie. La gente se fue a casa y está por ahí con la conciencia tranquila”, afirma. “Lo que se publicó [falsamente] de las bandas latinas influyó. La gente no quiere problemas. La actuación judicial y la respuesta ciudadana hubieran sido otras si el origen de Yoel no fuera racializado. El sesgo existe, los prejuicios existen”.
Los investigados, que se fueron a tomar algo tras el crimen, son los coruñeses José Luis F. G., autor confeso de la puñalada e imputado por homicidio; Yared G. J., que actuó presuntamente como cooperador necesario por entregarle la navaja a su amigo; y Aaron L. F., acusado de esconder el arma. En la pelea con la víctima participaron activamente otros dos jóvenes de 20 años, pero la Fiscalía rechaza incriminarlos. Alega que pertenecen a “pandillas independientes y sin ninguna relación de conocimiento previa” con los investigados, y también que no golpearon a Quispe “de modo simultáneo o posterior” al navajazo ni tenían “perfecto conocimiento” de que “su colaborador en la agresión estaba empleando el arma blanca”.
El abogado de la familia de Quispe discrepa. “Si no hubieran iniciado y participado activamente en la pelea, Yoel no hubiera muerto”, aduce Borrajo. El letrado argumenta que uno de los testimonios recogidos en la investigación relata que ambos chicos estaban agrediendo a Quispe cuando el autor del apuñalamiento pidió el arma a su amigo –“pásame la navaja”, dijo- y le acuchilló el corazón. “Cuando tienes conocimiento de un arma, asumes el resultado de muerte y ya hay un dolo”, defiende Borrajo.
El abogado subraya además que todos los indicios apuntan a que uno de esos dos jóvenes que no han sido encausados intentó darle una patada a Quispe cuando ya se había desplomado, pero fue interceptado por un testigo al grito de “¡para, que lo vas a matar!”. El ministerio público admite este último hecho, pero mantiene su posición: “Ese último acto agresivo -en grado de tentativa, además- tampoco sugiere per se un respaldo eficiente y en concepto de autor, penalmente hablando, al ataque homicida principal”.
La titular del juzgado número 1 de A Coruña también rechaza imputar a estos dos jóvenes por el homicidio al no haber sido autores de la puñalada mortal. Aboga por abrir una pieza separada en el procedimiento y acusarlos de lesiones. “¿Lesiones de un muerto?”, ironiza el letrado de la familia de Quispe. “El delito más grave absorbe al más leve. Si en el caso de Samuel a la mayoría solo los hubieran procesado por las lesiones, sería un escándalo”. La Fiscalía sí apoya la intención de la jueza. Borrajo critica que este movimiento bloquearía la posibilidad de que la investigación de las lesiones acabe derivando en una acusación por participar en el homicidio, ya que esa pieza la llevaría un juzgado de lo penal que no sería competente para un delito de tal calibre. “Si se interpreta que son lesiones, que se instruyan en la misma causa, porque hay conexidad”, pide el abogado.
Otro testigo clave sin localizar
De las circunstancias que motivaron la fatal pelea en el cruce entre las calles Sinfónica de Galicia y Juan Flórez poco se sabe. Los agresores declararon que no entendieron qué les dijo Quispe cuando los abordó aquella madrugada de Nochebuena y no han explicado por qué acabaron a puñetazos. Las cámaras callejeras inmortalizaron los últimos movimientos de la víctima y sus agresores, pero dejan interrogantes. Tras salir de copas por la zona del Orzán, este joven camarero, residente en el vecino municipio de Arteixo, se dirigió al exterior de la mayor discoteca de A Coruña, la sala Pelícano, para estar con su exnovia, según relató ella.
En el exterior de ese local, las grabaciones recogen un encuentro que la investigación no ha aclarado todavía y que parece desencadenar el enfrentamiento mortal. Quispe habla con un muchacho y sale corriendo detrás del grupo de chavales entre los que están los jóvenes a los que su familia pide imputar. Con ellos, en una plaza ubicada a unos 600 metros, mantiene un primer choque al que se unen los tres acusados del crimen. Ese chico con el que la víctima intercambió unas palabras siguió a Quispe y presenció todo, incide el abogado de la familia, pero no ha sido localizado todavía por los investigadores. Además no hay imágenes de todo el altercado que acabó en homicidio porque la única cámara callejera enfocada hacia ese punto estaba averiada. La instrucción judicial continuará, al menos, seis meses más.
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