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Ni Sánchez ni Feijóo, la hora de la política más cercana

La estrategia de abordar la campaña electoral como una batalla nacional contradice los estudios sociológicos y desprecia las competencias autonómicas y municipales, claves en el día a día

Alberto Núñez Feijóo (a la izquierda), en un mitin el sábado en Getafe (Madrid), y Pedro Sánchez, en otro en Sevilla.
Alberto Núñez Feijóo (a la izquierda), en un mitin el sábado en Getafe (Madrid), y Pedro Sánchez, en otro en Sevilla.S. Burgos / AFP
Natalia Junquera

En 1931, unas elecciones municipales terminaron provocando que España pasase de Monarquía a República. En 2023, eso no sería posible, pero los municipios, como las comunidades autónomas, atesoran competencias con un gran impacto en la calidad de vida de sus vecinos. El discurso público de la precampaña y la campaña electoral ha reducido el 28-M a una especie de plebiscito sobre Pedro Sánchez, una suerte de encuesta previa al plato fuerte: las generales. Pero los 36,585 millones de electores convocados a las urnas en 14 días no están ensayando. Elegirán los gobiernos de 12 comunidades autónomas y 8.131 ayuntamientos. Es decir, según la Constitución y los respectivos estatutos de autonomía, un modelo de gestión de la sanidad, de la educación pública, los servicios sociales, la cultura, el deporte y el ocio, la protección del medio ambiente… Es el voto que decide el día a día, en qué gastan su tiempo los ciudadanos: cuánto tardan en llegar al trabajo desde casa (por el tráfico, por el lugar donde han podido permitirse una vivienda); cuánto en obtener una cita médica...

EL PAÍS ha consultado a políticos, sociólogos y politólogos sobre esa nacionalización de las campañas. El fenómeno no es nuevo. El estudio Elecciones municipales en España, la personalización del voto, publicado en la Revista Internacional de Sociología en 2017, concluyó, tras analizar comicios entre 1999 y 2011, que la evaluación directa del candidato puede modificar el sentido del voto, “lo que descalifica las simplificaciones de quienes tratan las municipales como un mero reflejo de lo que sucede en la arena nacional o de quienes solo las consideran como unas primarias de las próximas generales”. España no es Madrid.

Alberto Núñez Feijóo ha planteado la campaña como un inventario de “motivos para derogar el sanchismo”. Según esa lógica, los candidatos autonómicos y municipales del PSOE son sucursales del mismo y “merecen la misma derrota”. Pero el expresidente gallego, ahora líder nacional del PP, no es el único en el partido que emplea esa estrategia. Candidatos populares del 28-M replican la consigna. Así, en Cantabria, la aspirante a presidir el Gobierno regional, María José Sáenz de Buruaga, promete derogar “el sanchismo” y el “revillismo” [por Miguel Ángel Revilla, actual presidente, del PRC] porque “son lo mismo”, porque “ha convalidado el 93% de los decretos del Gobierno de Sánchez y Podemos” y porque ha favorecido “la ley del solo sí es sí, la de la eutanasia o la ley trans”. Del mismo modo, el aspirante a la Generalitat de Valencia, Carlos Mazón, presenta al actual presidente, el socialista Ximo Puig, como “un delegado del sanchismo”, y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, afirma: “El 28 de mayo tenemos que elegir entre Pedro Sánchez o la España del 78. Los madrileños no quieren ser una sucursal de Sánchez en la capital. Tiene sus días contados en La Moncloa. Depende de nosotros”.

La nacionalización de la campaña tiene consecuencias. “De sanidad y educación no se está hablando prácticamente nada”, afirma el politólogo Pablo Simón. Cristina Monge, coeditora de la colección Más cultura política, más democracia (Gedisa), lamenta que “se desprecien estas elecciones al tratarlas como una primera vuelta de las generales”. Y recuerda: “Cuando aparece un fenómeno social nuevo, el primero en atenderlo es el municipio. Cuando la violencia machista empezó a ser un problema público en este país, las primeras casas de acogida, los primeros programas... fueron municipales. Cuando empezó a llegar un número relevante de personas migrantes, los primeros en detectar esa necesidad de hacer políticas de acogida fueron también los municipios. Y en las comunidades autónomas estamos hablando de sanidad, de educación... Son unas elecciones muy, muy importantes. Por sí mismas”, subraya.

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El PP preside solo dos de las comunidades (Madrid y Murcia) que celebran elecciones el 28-M y el PSOE, nueve (Aragón, Principado de Asturias, Extremadura, La Rioja, Baleares, Canarias, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Navarra). “Por ese motivo”, explica Simón, “la derecha juega a atacar y la izquierda a defender. El PP intenta convertir esto en un plebiscito a Sánchez porque saben que, en general, la valoración de la gestión de los gobiernos autonómicos y locales es mejor que la del Gobierno central. Y por otro lado, el PSOE también nacionaliza el debate desde el Consejo de Ministros. Por ejemplo, sacando ahora el tema de la vivienda para apartar el foco de la ley del solo sí es sí”.

En 2021, Isabel Díaz Ayuso estrenó el lema “comunismo o libertad”. Podemos, y por imitación, los socialistas, reaccionaron con un “fascismo o democracia”. La gran beneficiada fue la candidata de Más Madrid, Mónica García. Se centró en los problemas de la Comunidad y en plantear sus propuestas y se convirtió en líder de la oposición al PP al superar en votos al PSOE, que en 2019 había sido la primera fuerza.

La macroencuesta sobre tendencias en voto autonómico del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) —6.000 entrevistas entre noviembre y diciembre en las 12 comunidades del 28-M— revela que “a la hora de votar” en esos comicios, a los ciudadanos les influyen más “los temas propios” de su comunidad que los “generales de España”. Las autonomías donde más importancia dan a los asuntos regionales son Navarra (66,6%) y el Principado de Asturias (59,1%). Las que más relevancia dan a los temas nacionales son Castilla-La Mancha (49,2%) y la Comunidad Valenciana (43,5%). En Madrid, paradigma de la polarización política y del duelo Sánchez-Ayuso, el 56,9% da prioridad a los temas regionales y el 37,5% a los nacionales.

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El Centro de Estudios de Opinión (CEO) de Cataluña publicó un estudio similar. Los mayores de 64 años tendían a votar al mismo partido al margen del tipo de elecciones, pero en la franja entre los 35 y los 49, predominaban quienes admitían votar a un partido en las municipales y a otro en las autonómicas. A medida que aumenta el tamaño del municipio, la proporción de personas que votan siempre al mismo partido independientemente de qué tipo de elecciones sean, aumenta. Preguntados por qué harían si en su municipio se presentase “un buen candidato de un partido que no le agrada”, un 42% daría prioridad al nombre y un 41%, al partido. En los municipios de menos de 10.000 habitantes hay más partidarios de priorizar el candidato, aunque su partido no le generara simpatía; en Barcelona, por ejemplo, antepondrían las siglas.

“Me sorprende”, apunta la socióloga Belén Barreiro, directora de la agencia de investigación 40dB., “que algunos partidos intenten nacionalizar la campaña porque los factores autonómicos y locales pesan mucho más ahora que antes en el ciudadano, que, además, tiene más criterio, mayor capacidad para saber cómo está realmente su ciudad. Por eso los bulos típicos de las campañas tienen aquí menos éxito”.

Voto dual y abstención diferencial

Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Valencia, explica que el PP mejorará sus resultados por pura matemática —“antes la derecha iba dividida en tres y ahora, tras la práctica desaparición de Ciudadanos, en dos”—, pero insiste en que el elemento nacional es “secundario” en este tipo de comicios, “muy condicionados, sobre todo a nivel municipal, por el factor personal y las dinámicas locales”. “Los partidos, especialmente aquellos que tienen muchas expectativas de cambio en las generales, tienden a intentar anticipar ese cambio ya en las municipales, pero eso no está tan claro. Existe el voto dual, gente que opta por partidos distintos según el tipo de elecciones, aunque se ha reducido mucho en la última década, especialmente en Cataluña, Navarra, País Vasco...”. Pablo Simón recuerda, por su parte: “El PP preside Castilla y León, pero en la región solo tiene el Ayuntamiento de Salamanca. Pese al tsunami de Juanma Moreno en Andalucía, el PSOE gobierna en Sevilla, Huelva, Jaén, Granada...”.

Teruel también señala otro fenómeno, “la abstención diferencial” según el tipo de elecciones. “Depende mucho del contexto. Si ahora se produce un nivel alto de abstención, habrá que ver a qué partido perjudica más”. Los sondeos muestran que el votante del PSOE está menos movilizado que el del PP. Pero Teruel advierte: “Normalmente, en las encuestas, los que apoyan a partidos con expectativas de cambio tienen también más predisposición a decir que van a votar con toda seguridad. Y los que no desean el cambio suelen estar menos tensionados”. Simón recuerda, en ese sentido, que “el bloque de la derecha suele ser más estable, mientras que, desde 2007, en las elecciones municipales, el apoyo al PSOE ha variado en más de un millón de votantes, a menos o a más”.

En este contexto, las campañas son cada vez más importantes, como señala Barreiro. “Mucha gente no ha decidido aún su voto. Tiene que ver con que la oferta ahora es más amplia, y cuesta más elegir cuando hay muchos que cuando había dos”.

Santos Cerdán, coordinador general de la campaña socialista del 28-M, reconoce que el principal objetivo del partido es “movilizar” a su electorado. “La derecha moviliza a la contra con una campaña de mentiras sobre el supuesto apocalipsis y nosotros vamos a controlar esa desinformación, explicando la gestión del Gobierno central y la de los autonómicos y locales. El PP quiere convertir esto en un plebiscito. Ayuso ha marcado esa agenda dentro del PP, donde se debate si será la sustituta de Feijóo, pero hay grandes diferencias en cómo se ven las cosas, en los mensajes... en Madrid y en el resto de España”. Preguntado por si entrarán al trapo de la nacionalización de la campaña, Cerdán insiste en que cada comunidad y municipio tiene su propio programa, “camas de hospital, polideportivos...”, pero a la vez recuerda la baza “del Consejo de Ministros, la política de hechos”.

Los partidos mantienen los recursos tradicionales de campaña: carteles, mítines, mailing... pero las redes sociales y los vídeos, encargados a agencias de publicidad, ganan peso, sobre todo, para llegar a los jóvenes. “Con las nuevas tecnologías”, afirma Cerdán, “ahora disponemos de herramientas para diferenciar sectores electorales y dirigirnos específicamente a ellos”. Monge advierte, no obstante, de los riesgos del “microtargeting”: “Te llega a casa una carta personalizada con propuestas que creen que te pueden interesar como mujer, por ejemplo. En lugar del programa general, se escoge una parte. Como si una pareja se viera solo los sábados para cenar, cuando una relación es mucho más”. El 28-M, 36,5 millones de electores deciden con quién se casan en sanidad, educación, servicios sociales...

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.

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