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David Alayón, futurista: “La IA no automatizará trabajos completos sino tareas concretas”

El experto en tecnologías disruptivas defiende la ley europea porque genera campo de juego suficiente para desarrollar esta tecnología

David Alayón, experto en Inteligencia Artificial, en un descanso del V Foro Internacional de la Innovación Social, celebrado el pasado lunes en la Universidad Politécnica de Valencia.
David Alayón, experto en Inteligencia Artificial, en un descanso del V Foro Internacional de la Innovación Social, celebrado el pasado lunes en la Universidad Politécnica de Valencia.Mònica Torres
Cristina Vázquez

David Alayón (Tenerife, 40 años) es un experto en tecnologías disruptivas y estudios de futuro, además de un gran divulgador de la Inteligencia Artificial (IA). Forbes lo consideró uno de los 40 futuristas de España en 2021, es cofundador y CEO de las consultoras Intuba y Mindset, trabajó como responsable de proyectos de Innovación de Inditex y es docente del Instituto de Empresa. Intervino el pasado lunes en el V Foro Internacional de Innovación social, organizado por Jovesólides, en la Universitat Politècnica de València. “No es un momento de cambio sino un cambio de momento. La IA es una tecnología fundacional que va a alcanzar a todo lo que nos rodea”, defendió Alayón, partidario de la recién aprobada ley europea de IA.

Pregunta. ¿Qué grado de conocimiento tenemos los españoles de la IA?

Respuesta. En España es bastante bajo. La IA lleva con nosotros mucho tiempo y está en casi cualquier servicio digital que usemos. Hay cierta concienciación sobre la privacidad y el uso de nuestros datos, pero no sobre que detrás hay un sistema que está aprendiendo de nosotros y puede llegar a tomar decisiones de forma autónoma si le dejamos. Ese es el aspecto en el que debe incidir más la educación, la formación o la concienciación porque se emplea un montón. Hay que conocer cómo funciona para saber qué uso darle. Nosotros, como humanos, tenemos que potenciar el pensamiento crítico o la capacidad de filtrar el contenido que nos está devolviendo la IA porque algunos contenidos no son veraces o son sesgados. La regulación europea es bastante interesante, un primer paso, pero va lenta y siempre irá más tarde que la adopción de esa tecnología. El Gobierno de Finlandia elaboró un proyecto pionero que se llama Elements of IA, que es una plataforma online gratuita y superavanzada que se lanzó en ese país, y ya está traducido a más de 50 idiomas. Yo lo promuevo porque es una forma de tomar conciencia sobre ello.

P. El poder económico se concentra en el mundo en un puñado de multimillonarios. En un mundo así, ¿cómo puede la IA fomentar la inclusión, el rescate de colectivos marginados o la equidad social?

R. Precisamente, la brecha económica está siendo potenciada por la IA, en el sentido de que el gran crecimiento que ha habido de las grandes fortunas ha sido por su apuesta económica por diferentes plataformas de IA. La bolsa americana se rige ya por el movimiento de seis o siete empresas, y todas son tecnológicas basadas en la IA. Dudo mucho de que esa brecha la pueda resolver la IA, tiene que ser más un marco regulatorio y gubernamental. Desde el punto de vista de la inclusión, la IA generativa favorece diferentes ámbitos. Por ejemplo, el educativo: si conseguimos una especie de tutor gracias a la IA, que esté personalizado por cada niño. Hay una plataforma —Khan Academy—, reconocida a nivel internacional por su vocación social para democratizar la educación entre los niños. Ha generado un tutor que intenta entender o conocer al alumno y generarle un plan de aprendizaje personalizado. Es interesante para colectivos que no pueden acceder a una educación de primer nivel.

P. ¿Cómo emplear la IA contra la polarización política, la crisis climática o el problema de la vivienda?

R. La única fórmula que veo para la vivienda sería trabajar con datos históricos y datos presentes y hacer varias proyecciones o simulaciones en diferentes escenarios. Hay un proyecto muy interesante en el Amazonas, que se llama MapBiomas que, basado en datos, ha generado un mapa evolutivo en el tiempo de cómo ha influido la desertización en la Amazonia y su impacto en las poblaciones locales. Cuando tienes todos esos datos se puede hacer una proyección a futuro. Me imagino que se podrían hacer estudios con predicción de demanda, con proyección de impacto de la vivienda vacacional o de la gentrificación, incluso meterle variables de soluciones: qué pasa si metemos tal o cual regulación. La IA nos puede ayudar a procesar todo ese volumen de información y generar ese tipo de simulaciones. Desconozco si ya se está haciendo algo así.

En cuanto a la polarización política, no creo que la IA directamente vaya a solventarla tampoco, lo que puede actuar es como una fuente más de información, teóricamente objetiva y fiable contra las fakes, puesto que ahora mismo se dicen un montón de cosas que cuesta un tiempo validar o contrastar. Pero al final no es una cuestión de la tecnología, sino que opera más por la educación y la cultura de la gente.

P. ¿Qué son las marcas humanas?

R. Creamos la consultora Intuba en 2015 porque en ese momento había una ola consolidada de transformación digital en las empresas, había señales de cambio hacia una transformación sostenible, humana o social de las compañías. Históricamente ha estado en la RSC (Responsabilidad Social Corporativa), que no deja de ser un enfoque muy caritativo o filantrópico, y está genial pero no soluciona el problema de base. Las marcas con valores o las marcas más humanas aspiran a provocar un cambio en esa dirección, aunque sea pequeño, pero sostenido en el tiempo. Eso es lo importante.

P. El Informe Draghi, recién publicado, advierte de que la UE va muy retrasada en IA. Además, algunas grandes corporaciones amenazan con dejar de operar en Europa si el marco normativo les impone trabas. Piden a Europa que decida entre protección para sus ciudadanos o fomentar la innovación. ¿Qué opina?

R. Me da rabia poner en una especie de dicotomía la regulación y la innovación porque no es así, es una falacia. El tipo de innovación que defiende, por ejemplo, un modelo tan abierto como el de EE UU, ha se ha visto fallido muchas veces. Allí se mueve mucha inversión en torno a la innovación y hay como una especie de burbuja. Por el contrario, si nos vamos al modelo europeo es más ‘bueno, esa es tu idea, pero ¿cuál es tu plan? ¿Lo vas a rentabilizar en un año o en más?’. Es decir, hay un montón de indicadores previos antes de realizar la inversión y un control de la misma. Ahora, lo que están pidiendo las grandes empresas de EE UU está basado en el interés económico. El interés por que haya las menos trabas para intentar crecer lo más posible y ganar más beneficios. Para mí, regulación e innovación no están enfrentados. Creo que se puede regular dejando campo de juego suficiente y creo que la ley de IA europea ha generado ese campo de juego, no es tan rígido, y soy muy partidario.

Lo complicado de todo esto es que dibuja un mundo global y, o todos jugamos al mismo juego o si cada uno crea sus reglas, no servirá para nada. Se habla mucho de la sostenibilidad ambiental, pero de qué sirve que 10 o 15 países hagan las cosas de determinada manera si a lo mejor cinco países, que son los que influyen en el 60% de la contaminación global, no lo hacen.

P. Se habla de que la IA va a sustituir un volumen muy grande de trabajos. ¿Qué transición nos espera?

R. No creo que las IA vaya a sustituir o automatizar trabajos enteros, lo que si que van a sustituir son tareas concretas. La forma en que nosotros adoptemos la IA puede ser que favorezca automatizar esas tareas para dedicar más tiempo a una propuesta de valor dentro del trabajo. Es verdad que existen dos visiones del efecto de la IA sobre el empleo: la optimista y otra que dice: ‘ojo, que habrá puestos de trabajo que se van a extinguir’. Como ha existido históricamente en cualquier revolución industrial, la diferencia es que ahora nos toca el ámbito cognitivo mientras que antes era una automatización de tareas rutinarias. Así que tenemos que planificar muy bien esa transición. En el lenguaje de futuros se llama el elefante negro; es decir, un problema que todo el mundo sabe que va a ocurrir y nadie hace nada por lo complicado que resulta alinear a diferentes agentes para abordarlo. Esto es un elefante negro gigantesco y tenemos que ver cómo planificar esa transición.

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.
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