_
_
_
_

Archivo Sánchez: fotografía de luz y vanguardia para el retrato gris del Castellón de los 50 y 60

La familia del retratista Ramón Sánchez rescata del mítico estudio sus instantáneas de gran formato más desconocidas sobre la transformación industrial, urbanística y social de la ciudad

Fotografía de Peñíscola, en los años 50.
Fotografía de Peñíscola, en los años 50.Archivo Sánchez

Para todos, también para su mujer, fue Antonio. Don Antonio. El fotógrafo Ramón Sánchez (Sevilla, 1915) adoptó esa identidad ambigua, tomando el nombre de su hermano Antonio y manteniendo el suyo en segundo lugar, hasta 1987. Bajo ella enmascaró sus ideales, sin perderlos. Lo hizo para sobrevivir y construir una trayectoria como retratista y fotógrafo de gran formato marcada por la Guerra Civil y su militancia republicana. Esa memoria sale a la luz en una exposición y documental en el Colegio de Arquitectos de Castellón que giran sobre parte del fondo del estudio Sánchez, que el propio Ramón Sánchez regentó en la capital desde los años 40 hasta su jubilación, y en el que le relevó hasta 2021 su hija Dorín Sánchez.

Fue un referente en los retratos de estudio omnipresentes en los hogares de la época, pero de puertas hacia afuera, supo captar de forma inédita el momento económico, social y humano del Castellón de los 50, 60 y 70 del siglo XX con instantáneas que exhiben la transformación industrial y urbanística de la ciudad y la provincia.

Apertura de la avenida del Mar de Castellón.
Apertura de la avenida del Mar de Castellón.Archivo Sánchez

El turismo incipiente, con el castillo de Peñíscola custodiado por playas aún vírgenes de hormigón captado en placas de 9x12cm o la urbanización de Las Fuentes (Alcossebre). El urbanismo local, con la segunda Pérgola; la apertura de la avenida del Mar al Grau, con la entonces Jefatura Local del Movimiento -hoy delegación de Educación- o el desarrollo de las primeras viviendas sociales franquistas, del polígono Rafalafena a los grupos periféricos de Donoso Cortés, Cooperación o Las Torres. También el tejido comercial: el primer estudio de peluquería; la primera tienda de mecanización, sastrerías y delegaciones bancarias con escupideros bajo el mostrador; o el control social ejercido, del frente de juventudes a la sección femenina y el auxilio social.

“Supo reflejar cómo era la ciudad del momento. Una sociedad bastante gris, triste y muy provinciana, alejada de lo boyante, divertido o pionero”, detalla su hijo, el también fotógrafo, Ángel Sánchez, que ha sido colaborador de EL PAÍS.

Esta parte más desconocida del archivo se nutre de encargos, en su mayoría, de diputación, ayuntamiento y empresas. “Eligen a mi padre porque en esa época, en Castellón, este tipo de imagen con placas de gran formato y cámaras que eliminan la distorsión no se hacía. Era un trabajo de arquitectura pura”, explica Ángel Sánchez.

Esas inusuales panorámicas las acerca la serie que recoge, de principio a fin, la polémica construcción de la Fertiberia, la planta de fertilizantes instalada a pie de playa, en el Grau, que funcionó hasta 1978 sin licencia municipal y en contra del ayuntamiento. “Refleja el nacimiento de lo que fue la primera aberración en Castellón, una imposición del consejo de ministros. Fue un encargo de la empresa. Mi padre lo captó todo, desde los terrenos vacíos a la inauguración de la planta en 1966″, añade Sánchez.

Alumnas de la sección femenina en una imagen sin datar.
Alumnas de la sección femenina en una imagen sin datar.Archivo Sánchez

Un obrero excava una montaña ingente de caolín para la fabricación de azulejo en una industria a finales de los 50. Junto a esta imagen, otras dos muestran a operarios en una cadena de montaje en fábricas de azulejo y pavimento hidráulico de la misma época. “Las fotografías industriales son, posiblemente, de las mejores que hay en el archivo; técnicamente están muy bien hechas, aprovechan la luz y las líneas de fuga; y gráficamente reflejan vanguardia: son composiciones que tienen mucho de la fotografía americana de aquellos años y contrastan con el estilo más antiguo que predominaba en España”, señala Ángel Sánchez.

Precursor del revelado a color en el año 50, que pulió en cursos en las fábricas Ildford o Ferrania y exhiben las diapositivas que rescata el archivo, en éste yace también una muestra del photoshop de la época: andamios y estructuras que, para poder utilizarse en catálogos eliminando el fondo, se enmascaraban en rojo, que no impresiona el papel fotográfico.

Nieto, hijo, padre y maestro de retratistas, Ramón Sánchez, don Antonio, forjó su técnica a golpe de tradición familiar e inquietud personal, formándose en Francia, Italia o Bélgica y empapándose de la vanguardia que emanaba de las revistas europeas que aterrizaban en el estudio. Llegó a él desde Tomelloso. La familia vivía allí, “pero en 1939, cuando empieza la represión y les inautan el estudio por su vinculación socialista, mi abuela y dos hijos pequeños, Antonio y Vicente, se trasladan a Castellón y continúan aquí el oficio”. Lo que nadie sabía es que, a ese viaje, de forma clandestina, también se unió Ramón Sánchez. “Conversando con exempleados, hemos sabido que mi padre se ocultó en el estudio unos dos años”, en un pequeño cuarto que, simulando un armario, salía de la escalera que daba acceso a la vivienda. “Nunca dio detalles de ese pasado”, aclara su hijo.

Cobijado bajo esa identidad compartida con su hermano menor, una estética “de bigote, sombrero y gabardina con la que se asemejaba más a un gobernador civil que a un proletario para evitar preguntas”, y el manto protector que extendió la familia de su mujer, Dorín Domènech, bien posicionada en la capital, le permitieron seguir su vida de puertas hacia afuera.

“Siempre ocultó su origen, pero la policía debía de conocerle, aunque nunca hicieron nada, suponemos que por ser una persona no reclamada por historias de sangre y porque no todo su expediente militar estaba localizado”. “Llegó a ser comandante de Estado Mayor en la línea XYZ, pero el último nombramiento localizado en el archivo de Salamanca es como capitán, que quizás no es un cargo muy alto como para que se busque demasiado”.

Su militancia republicana sorteó así los encargos fotográficos de instituciones del régimen, incluida la visita de Franco a Castellón en 1957, y que cosen esa parte de la historia local y provincial en un archivo profesional que, tras una fugaz exhibición, busca un espacio en el que depositarse y poder seguir luciendo.

Trabajadoras en una empresa azulejera en los años 50.
Trabajadoras en una empresa azulejera en los años 50.Archivo Sánchez


Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_