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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mazón y Catalá se vigilan de reojo

Son muchos en sus respectivos entornos que los ven más como una pareja de conveniencia

El presidente del PPCV, Carlos Mazón, acompañado de la secretaria general y síndica en Les Corts, María José Catalá, el pasado mes de noviembre.
El presidente del PPCV, Carlos Mazón, acompañado de la secretaria general y síndica en Les Corts, María José Catalá, el pasado mes de noviembre.Ana Escobar (EFE)

Un tanto crecidos por los últimos resultados electorales provenientes de Andalucía y con una evidente moral demoscópica, el tándem popular valenciano formado por el presidente del PP en la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, y la portavoz parlamentaria y candidata a la alcaldía de Valencia, María José Catalá, no deja de hacerse fotos juntos con la mejor de sus sonrisas intentando trasladar que el retorno de los populares al frente de las principales instituciones valencianas está muy cerca. No solo aparentan en público ser, políticamente hablando, un matrimonio perfecto sino que, entre ellos, se prometen fidelidad absoluta y eterna por los siglos de los siglos. Sin embargo, son muchos en sus respectivos entornos que los ven más como una pareja de conveniencia; es más, pronostican un divorcio abrupto a partir del día después de las elecciones autonómicas y municipales que, todo apunta, coincidirán el último domingo de mayo de 2023.

El resultado de las urnas puede depararles cuatro escenarios. Si ninguno de los dos consigue su objetivo de acceder a la presidencia de la Generalitat y a la alcaldía, ambos tendrán muy mal su continuidad en tareas tan destacadas en su partido como hasta ahora. El segundo supuesto pasa porque uno de ellos consiga su fin y el otro u otra no, con lo que habría un ganador y un perdedor que vería truncada su carrera política. Por último, si ambos triunfan, Mazón se consolidaría como gran líder con poder casi absoluto aunque es muy posible que dejara bastante autonomía orgánica y de gestión a Catalá en la capital a imagen y semejanza de lo que en su día hiciera Eduardo Zaplana con Rita Barberá.

Todo empezó en mayo del pasado año cuando la cúpula de Génova forzó la dimisión de Isabel Bonig e impulsó a Carlos Mazón hacia la presidencia autonómica del PP. Pablo Casado y Teodoro García Egea tenían una estrecha relación de amistad con el presidente de la Diputación de Alicante y se volcaron para que, unos meses después, fuera refrendado en el congreso que celebraron en el Palau de les Arts. Con algunas indicaciones madrileñas, Mazón decidió y vio en Catalá la figura idónea para ayudarle en su proyecto dándole soporte en su desembarco en el cap i casal y siendo su voz en la portavocía de Les Corts y la secretaría general del partido. Muchos en su entorno pensaron y siguen pensando que le daba demasiado poder a una compañera que, en un momento dado, pudiera convertirse en rival. Sin embargo, hizo y sigue haciendo oídos sordos a esos consejos aunque cada vez los escucha con más atención.

Consciente de esos comentarios, Catalá volvió a jurar fidelidad durante el reciente acto del primer aniversario de Mazón como presidente del PP valenciano asegurando que iba “a ser tu fiel escudera”. Si nos acogemos al símil del Quijote, podemos pensar que Sancho Panza aceptó el ofrecimiento del Hidalgo con la promesa de que algún día recibiría un premio por sus servicios, como el de ser gobernador de su propia isla y casar a sus hijas con nobleza. También podríamos decir que fruto de su delirio ven gigantes en lugar de molinos o, traído a nuestro tiempo, una Comunitat destrozada y al borde de ser absorbida por Catalunya.

Lo cierto es que más allá de la ficción, en la realidad política del momento, ambos no se acaban de fiar entre sí, se vigilan de reojo como esos dos ciclistas que encaran la recta final de una dura etapa y esperan el momento de ver la debilidad del otro para esprintar y hacerse con la victoria.


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