‘Marchando con mi pediatra’, una singular forma de luchar contra la obesidad infantil
Médicos del Hospital de General de Valencia salen de la consulta con sus pacientes para practicar ejercicio y conocerse mejor dentro del innovador programa Paido que logra resultados alentadores
El pediatra Julio Álvarez Pitti solía correr o andar rápido con sus hijas por el río de Valencia, convertido en jardín, como miles de ciudadanos. Un día, hace cinco años, invitó a salir a hacer actividad física con él a unos niños que eran sus pacientes en la consulta de la Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del Hospital General. Fue una buena experiencia. Pensó entonces en incorporar esta actividad al innovador programa Paido del servicio de pediatría del centro valenciano que tiene como objeto prevenir y combatir la obesidad infantil. Se documentó y comprobó que en EE UU ya funcionaba con éxito una iniciativa similar, Walk with a doc (Caminar con un médico). Una vez ensamblados los conocimientos y analizadas las necesidades, arrancó Marchando con mi pediatra Paido, con resultados alentadores.
Los pediatras, los pacientes y sus familias se relacionan cada jueves de la semana durante el año fuera del ámbito hospitalario para andar rápido, correr, jugar y conocerse mejor. “Los resultados de los dos últimos años demuestran que el programa ayuda a conseguir los objetivos del tratamiento. Observamos una mejor respuesta, lógicamente, en aquellos que tenían una mayor adherencia al programa”, explica Álvarez, jefe clínico de la Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del citado hospital de Valencia e investigador CIBER OBN. Acuden unas 50 familias por año.
Lo más importante, no obstante, es la modificación del estilo de vida de la familia, lo que incrementa la probabilidad de curación de la obesidad. La obesidad es una enfermedad, que incrementa el riesgo de desarrollar otras enfermedades como la diabetes, hipertensión... Según el estudio Aladino, del Ministerio de Consumo, en el que participaron 16.665 escolares entre 6 y 9 años, la prevalencia de obesidad fue del 18%. Esto hace que la obesidad se convierta en la enfermedad crónica más prevalente en la infancia. Además, la obesidad infantil es un factor determinante de riesgo de sufrir en la edad adulta un evento cardiovascular (ictus, infarto, hemorragia cerebral...). Por eso es muy importante influir en los niños y, sobre todo, en los padres, con el fin de cambiar los hábitos y las pautas de comportamiento, tanto alimenticias como de ejercicio físico, añade Álvarez.
“Las caminatas y el contacto con los pacientes están siendo muy beneficiosos. Es un ambiente relajado, los niños y los padres aprenden. Nosotros hablamos con ellos. Es importante toda esta interacción”, explica María Isabel Torró, pilar fundamental del programa. Ella y Álvarez impulsaron Marchando con mi pediatra desde el Servicio de Pediatría, apoyados por la dirección del Hospital, los profesionales del Ayuntamiento de Valencia y de la Fundación Deportiva Municipal. La implicación de los profesionales de la sanidad pública es imprescindible para sacar adelanten un proyecto así.
“El problema de mi hija es que tiene mucha ansiedad. Se llega a comer la comida del plato de los demás”, explica José, padre de Nuria, una adolescente de 14 años, que juega en el patio del Hospital General. Es la fiesta fin de curso de Marchando con mi pediatra, celebrada la pasada semana. Habrá premios para todos los niños con el objeto de incentivarlos. Se les ve divertidos, entre la monitora deportiva y los pediatras. Muchos llevan las camisetas rojas del programa Paido.
“A nuestro hijo Andreu, de ocho años, le gusta mucho comer. No para. En la pandemia, al estar encerrado en casa, fue duro. Ahora está mejor”, señalan Empar y Emilio, mirando al niño. Ellos también asisten al taller de cocina organizado dentro de Paido, bajo la dirección de Vicente Granell, elemento clave en la vertiente nutricional del programa. “La verdura le gusta muy poco; los garbanzos, nada, pero el hummus le encanta”, añaden los padres.
El hijo de Yéssica padece diabetes . Ella, como el resto de madres consultadas, muestra su agradecimiento a los pediatras y al sistema creado. Saben que es imprescindible la colaboración de los padres. Todo pasa por ellos. Francisco ha llegado a perder hasta 40 kilos desde que su hija con sobrepeso de 11 años empezó en el programa. La familia ha cambiado sus hábitos culinarios anteriores. Se ha concienciado y actúa en consecuencia. El padre reconoce que el cambio ha empezado por él mismo.
El experto en nutrición Vicente Granell sostiene que “el principal problema es el desconocimiento de lo que es una alimentación saludable”. “En nuestra sociedad hay una tendencia a primar las conductas alimentarias excesivas de tipo social, las grasas saturadas, los alimentos ricos en azúcar y los productos ultraprocesados”, explica. En el taller que imparte enseña “los principios básicos de una alimentación equilibrada, saludable”, a leer las etiquetas de los productos, “que dan mucha información”, y a introducir a los niños (y a muchos padres) en los sabores de las legumbres, por ejemplo, que no entran con la facilidad del temido azúcar. También participa en la elaboración de cómo cocinar platos saludables.
Esta actividad se realiza dentro del Hospital, con la colaboración de la cooperativa de supermercados Consum, y como parte del Programa Paido. Este es un programa de atención integral para la obesidad infantil, dirigido por un equipo multidisciplinar. Los pediatras del Servicio de Pediatría, forman también parte de la red Ciber OBN, una Red de excelencia, vinculada al Instituto Carlos III de Madrid, lo que facilita que los avances en el conocimiento se implemente de forma rápida en la práctica clínica, apunta el pediatra.
En la consulta se pretende conocer bien el contexto familiar y las causas de la obesidad. “Lo primero es que la familia sea consciente del problema. Hacemos una entrevista motivacional. A diferencia del cirujano, cuya herramienta es el bisturí, la nuestra es la palabra. Aquí no hay pastilla que valga”, apunta Julio Álvarez.
La obesidad es una enfermedad muy compleja, que hay que abordar de manera multidisciplinar, agrega. Uno de los factores que contribuye en los últimos años a su elevada prevalencia son los hábitos de consumo y el abuso de las pantallas. “Se ha comprobado que hay una relación entre abuso de pantalla de ocio y una menor actividad física. Yo insisto: el uso excesivo de pantallas para ocio es malo para la salud, disminuye las horas de actividad y de hacer otras cosas, es un robatiempo terrible que, además, crea una adicción. Los niños desean estar ante la pantalla más que con otros jugando. También hemos comprobado la relación de la ansiedad por comer por ejemplo snacks con el abuso de las pantallas”, afirma el doctor Álvarez, impulsor de Marchando con mi pediatra, el único programa español con el certificado Walk with a doc.
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