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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sobre los congresos socialistas

Las conclusiones del Congreso del PSOE servirán de guía para los socialistas valencianos, ajenos a cualquier iniciativa que pueda generar chirridos en un partido comprometido en trasladar al exterior una imagen de unidad, cohesión y templanza interna

Amparo Tórtola
40 Congreso del PSOE
Segunda jornada del 40º Congreso Federal del PSOE, que se celebra en Valencia.Mònica Torres

Quienes sumamos trienios siendo testigos de los devenires congresuales de los partidos políticos, aprendimos pronto que lo más sabroso de dichos cónclaves suele cocerse a fuego lento y fuera de las tablas donde se levanta la final puesta en escena, alimento para incondicionales y cadenas de televisión. Todo el pescado está vendido y los grandes acuerdos atados antes de que se descorra el telón.

El PSOE clausura hoy, domingo, en Valencia, su 40º congreso federal, actuando la organización madre de telonera del PSPV-PSOE, cuyas huestes calientan motores para celebrar su propio cónclave en Benidorm (Alicante) dentro de unas semanas.

Las hechuras y conclusiones del Congreso del PSOE que ha reelegido a Pedro Sánchez como secretario general servirán de guía para los socialistas valencianos, ajenos a cualquier iniciativa sorprendente que pueda generar chirridos en un partido comprometido en trasladar al exterior una imagen de unidad, cohesión y templanza interna.

Los esfuerzos de Ximo Puig, presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV-PSOE, por hacerse perdonar la frivolidad de haber apoyado a Susana Díaz en 2017 frente al entonces defenestrado Sánchez, no han sido baldíos, aunque menos fructíferos de lo esperado.

Puig ha reinado este fin de semana en el congreso federal de su partido. No solo por actuar como anfitrión territorial de la fiesta y ejercer la presidencia del evento, detalle que sí, refuerza su perfil de barón socialista en un ámbito plagado de primas donnas. Lo más destacable es concluir que Puig ha colocado en la agenda del Congreso de su partido las posiciones que él viene defendiendo con solvencia frente a los enfoques tradicionales del PSOE; posiciones que cursan con la propuesta de avanzar hacia un Estado federal, descentralizado, donde reine la armonización fiscal y el relato de las llamadas “periferias” se abra hueco frente a los discursos omnipresentes de vascos y catalanes.

Opina Michael Kazin, escritor y profesor estadounidense, que los presidentes “con imagen de moderados tienen más fácil hacer o intentar hacer cosas más radicales”. Moderación como sinónimo de liderazgos políticos que generan más confianza que ilusión, poco dados a grandes promesas y, por tanto, menos susceptibles de decepcionar.

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No se me ocurre un presidente de perfil más moderado que Ximo Puig, apóstol del entendimiento, el diálogo y el acuerdo, en contraposición a quienes hacen proselitismo del enfrentamiento y la bronca tabernaria en el ámbito político. Ese afán suyo por limar asperezas y acercar posiciones es lo que le llevó días atrás a compartir mesa y mantel con el también valenciano José Luis Ábalos, relevado ministro de Infraestructuras y ex secretario de Organización del PSOE. Recordemos que hasta su cese estival, el nombre de Ábalos era un guadiana que emergía de tanto en tanto como potencial promotor y/o líder de una candidatura alternativa a Puig para la secretaría general del PSPV-PSOE. Insistimos: la palabra clave en el socialismo es ahora “unidad”.

Quienes se precian de conocerle bien aseguran que Puig, al frente de la segunda federación socialista en número de afiliados y del más importante gobierno autonómico bajo batuta socialista, no tiene mayores aspiraciones que acabar esta legislatura y, si las próximas urnas autonómicas le son favorables, enlazar un nuevo periodo de cuatro años al frente del gobierno del Consell. Nada que ver, pongamos por caso, con el presidente castellano-manchego, García Page, líder de referencia para los socialistas “de siempre” que ven en él -y él se deja querer- las trazas de un futuro secretario general del PSOE cuando Sánchez emigre a otras responsabilidades o latitudes.

Lo cierto es que Ximo Puig sale fortalecido de este Congreso que hoy culmina, aunque con matices. Una esperaba que Puig viese recompensada su lealtad hacia Sánchez con alguna responsabilidad destacada en el nuevo organigrama socialista. No ha sido así. Los nombramientos de Juan Espada (Andalucía) al frente del Consejo de Política Federal, y de Fernández Vara (Extremadura) como nuevo secretario de Política Autonómica nos han sorprendido. Para cualquiera de las dos responsabilidades parecía más indicado el nombre de Puig que el de los agraciados. El discurso federalista del Presidente valenciano, su tono reivindicativo en materia de financiación, y su apoyo a una vía de diálogo con el soberanismo catalán le hacían candidato idóneo a uno de los dos puestos.

Con todo, la cita de Benidorm del próximo mes de noviembre será un paseo en barca para un Puig que hace cuatro años tuvo que lidiar con un candidato alternativo promovido por Ábalos a instancias del propio Pedro Sánchez. ¿El futuro? John Carlin citaba en uno de sus recientes artículos en La Vanguardia a un veterano jugador de beisbol: “Es duro hacer predicciones, especialmente sobre el futuro”, decía el genial beisbolista.

Finalizados los grandes eventos orgánicos, el futuro de los socialistas en España y en la Comunidad Valenciana pasa por afrontar el rosario de miedos e inquietudes que afligen a los ciudadanos, y darles respuesta satisfactoria. Sólo así conjurarán las tendencias mostradas por las encuestas. Por muy foto fijas que sean del momento en que se realizan, también son termómetros que indican tendencias. No hay gobierno que pueda soportar en el tiempo la mayor tasa de desempleo juvenil (el 40%) de la Unión Europea.

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