Los Mossos evitan la radicalización de 159 personas en un año
La policía catalana trabaja programas de prevención del extremismo violento que les permite actuar antes de que sea demasiado tarde
![Mossos d Esquadra Paseo de Gracia Barcelona](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3O5HFJBYD5DLRDWZP776T6AD24.jpg?auth=34aeaac5d5a73a3b90fed6049d055f94c94e4ec458700c2c12cccf7cbd4f3df2&width=414)
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Los atentados de La Rambla y de Cambrils del año 2017 fue también un fracaso policial. Un grupo de amigos, primos y hermanos planearon y ejecutaron un atentado terrorista que, aunque no salió como habían pensado, mató a 16 personas. Ni los Mossos, ni ninguna otra policía, detectaron lo que esos jóvenes fraguaban desde Ripoll, un pequeño pueblo en el corazón de Cataluña, que ahora gobierna el partido xenófobo Aliança Catalana. “La red de prevención que teníamos, con prisiones, ejecución penal, policía de proximidad y educación, resultó insuficiente. Lo que hicimos después fue ampliarla, añadir a protección de menores, servicios sociales, entidades religiosas y asociativas, a los agentes rurales...”, explica el subjefe de la Comisaría General de Información de los Mossos d’Esquadra, el intendente David Sánchez. Desde entonces, la filosofía de la policía catalana es avanzarse antes de que sea demasiado tarde. Solo en 2024, han detectado 159 personas, la mayoría jóvenes, en riesgo de radicalización, y solo 14 han acabado en manos de la Fiscalía (cuatro de ellos en la de menores). El resto de situaciones las han revertido. “Llegamos a la conclusión de que hace falta una apuesta firme por la prevención, y trabajar con muchos más actores que estén en contacto directo con la ciudadanía”, añade Sánchez, en una filosofía policial atípica, en la que no priman las detenciones.
Las heridas de aquellos atentados todavía son palpables en Cataluña. En Ripoll, Sílvia Orriols se hizo con la alcaldía con un discurso abiertamente xenófobo, y su partido, Aliança Catalana, ha logrado dos diputados en el Parlament. Sus intervenciones parlamentarias se viralizan en las redes, de manera explosiva, con mensajes que se amplifican en contra de los musulmanes, y de la inmigración irregular. “Las situaciones sociales polarizadas son un entorno favorable a los procesos de radicalización violenta”, razona el intendente de los Mossos, que niega que Aliança Catalana sea objeto de sus investigaciones. Para ellos es de “interés” y les “ocupa a nivel de análisis” los contextos sociales que deriven en discursos que puedan legitimar el uso de la violencia. “Los discursos de odio son motor del extremismo violento. Si es ilícito, lo perseguimos”, insiste. Si no, queda fuera de su marco de actuación.
Las principales amenazas en la actualidad son el terrorismo yihadista y el de ultraderecha, explica Sánchez. Los planes de prevención de los Mossos, basados en la formación de las personas de distintos ámbitos para que puedan detectar elementos de alarma en etapas muy primarias de radicalización, muestra que el “entre el 50 y el 60 por ciento” están relacionados con el yihadismo, y “el 15% con la ultraderecha”. Pero el intendente argumenta que se detectan menos procesos de extremismos vinculados a la ultraderecha porque existe “menos concienciación”. El hecho de que no se haya producido un atentado terrorista con esas motivaciones, opina, hace que esté menos presente en los medios y en el imaginario social. “Gracias a las formaciones, la detección va creciendo, se va poniendo más en un sitio y va más acorde con la realidad”, asegura. Solo en 2024, llevaron a cabo 200 jornadas formativas a 5.000 profesionales, y han empezado también contactos en el ámbito del deporte.
La mayoría de las personas que detecta el sistema ideado por la policía catalana son jóvenes y hombres. El extremismo violento -“la doctrina que defiende el uso de la violencia para obtener unos objetivos políticos, sean los que sean”- repite “patrones”, y uno de ellos es la “cuestión de la identidad”. “Está en la raíz de inicio de esos procesos”, explica el mando de Mossos. Y eso, añade, tiene necesariamente “más incidencia en sectores de adolescentes y jóvenes de la población”. “Los jóvenes, por definición, están en fase de creación de identidad”. Además, identifican otros “factores de vulnerabilidad”: “Necesidades no cubiertas, cuestiones sociales, económicas, sociológicas, de estabilidad, de sensación de injusticia...”. Un cóctel complejo, que Sánchez especifica que trabajan desde un “abordaje técnico” consensuado con “referentes de la academia” para identificar esos factores que intervienen en la radicalización.
El camino al extremismo conlleva “conductas observables”: “Una nueva socialización, excluyendo a los otros, asociado a cierta simbología, a un lenguaje...” Y una vez detectado, se analiza “caso a caso”, se “coordinan acciones” y se lleva a cabo una “evaluación continuada” para lograr revertir el proceso. “Son sinergias de trabajo muy destacadas”, asegura, sobre cómo han ido ganándose la confianza de distintos sectores. Aunque insiste en que la intervención policial se basa únicamente en la “explicación y el asesoramiento”. En un año, la mayoría de las situaciones logran neutralizarse, afirma el intendente. Y en los casos en los que se han cometido posibles delitos, se instruyen diligencias penales y se deriva a la Fiscalía.
El ataque más probable en la actualidad continúa siendo el de una “persona individual que use los medios que tenga a mano”, más que un atentado planificado. “Son ataques inspirados”, cuenta Sánchez, que asegura que desde hace años las redes sociales son una fuente de radicalización. “Las comunidades de pertenencia están en el entorno virtual, ya sea de extrema derecha o yihadista”. “Con la prevención, buscamos ciudadanos resilientes y críticos con el contenido que reciben”, argumenta, además de trabajar “intensamente” con el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). Pero su intención es frenarlo todo mucho antes. “La prevención tiene un impacto claro en la seguridad”, defiende, convencido de que antes de la detención hay mucho camino por recorrer.
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