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Cuatro ‘mossas’ detuvieron al presunto líder de los Casuals tras dos meses huido

Ricardo Mateo se escondía en Platja d’Aro, una de las localidades turísticas de la Costa Brava con gran afluencia turística

Los Casuals
Los GEI de los Mossos, durante el operativo contra los Casuals.Albert Garcia

Cuando las unidades de élite de los Mossos d’Esquadra, los GEI, echaron abajo la puerta de la casa del presunto jefe de los Casuals, Ricardo Mateo, el pasado 9 de junio, se llevaron una decepción. En el interior de la vivienda, en L’Hospitalet de Llobregat, no había rastro del supuesto máximo responsable de la organización criminal autóctona más temida por la policía, vinculada al narcotráfico, y a la que atribuyen diversos homicidios. Su fuga inició una caza frenética de dos meses, con todos los esfuerzos concentrados en capturarle. El 1 de agosto, los agentes dieron finalmente con él. Pero no fueron policías armados hasta los dientes, con cascos y rostros irreconocibles bajo un tapabocas negro. Ricardo Mateo fue detenido por cuatro mossas de los servicios de información, que lo cercaron en la terraza de un bar de Platja d’Aro (Girona) el pasado 1 de agosto, sin que opusiese ningún tipo de resistencia.

Que Ricardo Mateo no estuviese en su casa, la misma en la que ya había sido detenido más de una década antes, en una concurrida avenida de L’Hospitalet, tensionó a los investigadores. Mateo era la pieza principal en un gran operativo policial, en el que arrestaron a una treintena de personas, y que estaba diseñado para descabezar definitivamente a los Casuals, una escisión de los Boixos Nois, los ultras del Barça, presuntamente dedicada al crimen organizado. El fracaso se podía leer en la cara de los investigadores a las puertas de la vivienda. ¿Era una casualidad o un soplo? En el domicilio estaba uno de sus hijos menor de edad, y también hallaron más de un teléfono móvil de Mateo.

Los investigadores activaron una orden de búsqueda y captura y centraron sus esfuerzos en encontrarle. Los primeros días, se mantuvo viva la esperanza de que el propio Mateo se presentase ante el juez instructor del caso. Su letrada se personó en la causa, e incluso el juzgado comunicó la intención de citarle directamente, según fuentes policiales. La medida era una clara ventaja para Mateo, ya que le ahorraba dos noches en los calabozos de una comisaría, y también una oportunidad de demostrar que no tenía voluntad de eludir a la justicia —siempre podía alegar que él no sabía que la policía le buscaba— y probar suerte a ver si así esquivaba la prisión preventiva.

Pero el hombre no se presentó ante el juzgado de instrucción número 12 de Barcelona, que dirigió el final de la gran operación policial contra los Casuals, en una investigación bicéfala: a manos de los servicios de información y de investigación de los Mossos. Los primeros abrieron diligencias por el ataque a un bar de los ultras del Espanyol en Cornellà; los segundos tenían sobre la mesa una carpeta inabarcable por peleas, vuelcos (robos entre traficantes) y homicidios en la que, de una u otra forma, aparecían nombres vinculados a los Casuals. Durante semanas, los agentes buscaron a Mateo entre dos municipios por los que creían que deambulaba; uno de ellos es Platja d’Aro, en la Costa Brava. Un lugar perfecto para pasar desapercibido, sobre todo en verano, cuando los turistas se mezclan con la población local.

Teñido de rubio

Con una arteria principal que parte el municipio en dos, plagada de restaurantes y tienda de ropa, y un paseo marítimo salpicado de hoteles, Platja d’Aro tiene una característica peculiar que le hizo idóneo para dar con Mateo: cámaras de videovigilancia en los accesos a la localidad. El Ayuntamiento decidió colocar el sistema de seguridad después de una oleada de robos en domicilios, que acabó con la muerte del empresario Jordi Comas, en 2012. Comas sufrió un robo violento en su vivienda, ubicada en el paseo marítimo, y fue asesinado por los agresores, sin que la justicia haya condenado a nadie por su muerte.

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Las agentes mantuvieron una discreta vigilancia sobre Mateo durante dos semanas, entre las calles en las que sospechaban que vivía de manera intermitente. Hasta que estrecharon el círculo en unos pocos metros, entre la playa y la avenida principal de tiendas y restaurantes. El 1 de agosto, pasadas las cinco de la tarde, en una de sus vigilancias, las policías le localizaron. Mateo estaba sentado en la terraza del Bar Felipe, junto a a otra persona. Las agentes le detuvieron, en un operativo policial que se llevó a cabo en la zona, sin que hiciese falta el uso de la fuerza. Mateo, que había intentado cambiar de aspecto tiñéndose de rubio, se dejó detener sin oponer resistencia, según fuentes policiales. Los Mossos no lograron sin embargo demostrar donde vivía el supuesto capo de los Casual en la localidad. Tal como temía, Mateo ingresó en prisión preventiva y permanece desde entonces en la cárcel de Figueres.

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