El traficante que profetizó el engaño del abogado Francisco Comitre: “Te has liado con un estafador”
El letrado, presunto líder de la mayor estafa inmobiliaria de España, sedujo a una mujer para robar cocaína a su jefe, un patriarca de la droga. La fiscalía pide que ingrese ya en prisión por riesgo de fuga
José Fernández, alias Tío José, es un veterano en el negocio de la droga. A los 61 años, acaba de sumar una nueva condena que amenaza con jubilarlo antes de lo previsto: 20 años y medio de cárcel por dirigir, con mentalidad de empresario, un grupo que vendía cocaína en pisos del barrio de Sant Roc, en Badalona. Con un historial que se remonta a los años 80 del pasado siglo, Tío José se las sabía todas: contrató a vigilantes las 24 horas del día, instaló rejas para evitar el contacto visual entre comprador y vendedor, habilitó desguaces para deshacerse en cuestión de minutos de las sustancias en caso de redada… Y extremó las precauciones al teléfono. Pero lo que este traficante curtido en mil batallas no esperaba es que los agentes le estuvieran escuchando, también, en la intimidad de un Dodge Caliber.
En el interior del todoterreno, Tío José hablaba sin cortapisas con Melania Cabello, una de sus colaboradoras, encargada de depositar sobres con droga en papeleras del área de Barcelona que se le indicaban. Allí, en el coche, la abroncó por haber iniciado una relación sentimental con un abogado y exmodelo que estaba siendo investigado por liderar la mayor estafa inmobiliaria de España: Francisco Comitre. El patriarca nunca se fio de Comitre y profetizó lo que creía que iba a ocurrir... y finalmente ocurrió: él y Melania acabaron robándole cocaína de gran pureza que vendieron por su cuenta. El letrado, que sigue en ejercicio, ha sido condenado por ello a siete años y nueve meses de cárcel. La fiscalía ha pedido que él, Tío José y otros 22 condenados a penas superiores a siete años ingresen ya en prisión provisional, antes de que la sentencia sea firme, por riesgo de fuga. En el caso de la estafa inmobiliaria, Comitre aún aguarda juicio, donde afronta una petición de más de 20 años de prisión.
Por orden judicial, los investigadores sonorizaron un Dodge Caliber, un método de investigación que permite escuchar conversaciones en el interior del vehículo. Todas las precauciones que Tío José adoptaba en sus comunicaciones (solía utilizar una cabina de teléfono para dar instrucciones) las olvidaba en el coche. Allí ya no usaba un lenguaje críptico: llamaba droga a la droga.
En el verano de 2019, según la sentencia, Comitre acompañó en el coche a Melania a diversas entregas de cocaína en papeleras. Tío José se enteró. El 16 de agosto, pide explicaciones a la chica dentro del Dodge. “Está tu novio ahí vigilándote. ¿Por qué? Cuéntame las cosas porque al final te lo mandaré matar”, le dice. La mujer trata de echar balones fuera, insiste en que trabaja sola y sugiere que el abogado tal vez sospeche que le esté “poniendo los cuernos”. Pero el patriarca insiste en conocer la verdad (“llevo en esto 46 años”) durante una larga conversación en la que percibe a Comitre como una amenaza para sus negocios. “A ver si este tío te está utilizando para darme el palo a mí. El tío es guapote, esto, lo otro, te puede utilizar. Si hay dinero, utiliza lo que sea (…) No me preocupa que te camele y te lleve a Norteamérica. Me preocupa que te camele y me falte el dinero”.
“Ha salido por la tele...”
Comitre había sido detenido en el verano de 2015 por otro caso: se le acusaba de haberse apropiado de forma ilegal de las viviendas de más de un centenar de personas (la mayoría, ancianas y necesitadas) a través de complejos productos financieros. Lo hizo presuntamente con apoyo de su socio Artur Segarra —que luego huyó a Tailandia, donde cumple condena por haber asesinado a un compatriota— y de un notario barcelonés: Enrique Peña. Su rostro se hizo más o menos conocido. Tío José lo sabía y se lo dijo a Melania el 25 de agosto de 2019. “Ten cuidado con la policía porque este tío ha estado fichado, ha salido por la tele…” El traficante cree que el teléfono de Comitre puede seguir intervenido y también el de Melania. “Es peligroso”, insiste, “pueden llegar a nosotros y a nuestro dinero”.
Lo que más preocupaba a Tío José era que no se enfrentaba a un aspirante a traficante, amigo o rival, sino a un estafador. “No quiero estar matándome, ahorrando un dinero, para que venga otro y se lo lleve (…) Es un estafador, te has liado con un estafador. Hay ahí como tres millones entre género y lo otro, ¿me entiendes? Cualquier estafador se volvería loco, coge ese dinero y se larga a Sudamérica o Tailandia, donde quiera, y se monta un restaurante y a vivir”, expresó en el refugio que, creía, era el todoterreno.
La sentencia dictada por la Audiencia de Barcelona da fe de que sus sospechas eran fundadas. Los magistrados descartan que Comitre formara parte de “un colectivo criminal en el que, además, no era aceptado”. Por los seguimientos, hay evidencias de que acompañó a Melania como chófer en las entregas de cocaína. También, por las conversaciones telefónicas, hay pruebas de que participaba en “tareas relacionadas con la manipulación de la cocaína”. Todo era una mascarada: aparentaba estar integrado en la organización, pero “su objetivo real era desviar la sustancia a su particular provecho valiéndose” de su novia, Melania.
Con un perfil de estafador más que de traficante, Comitre utilizó a la chica para que robara periódicamente droga de Tío José. Así, la pareja, de forma conjunta, acabó montando un negocio por su cuenta. En noviembre de 2019, Tío José constató que le habían robado 50.000 euros y sospechó de Melania. “Os voy a dar la peor muerte que se puede dar. Ahora mismo me estoy controlando. A ver, ¿este tío qué sabe? Y no insultes mi inteligencia que si estoy donde estoy es por algo”, le dice. Traslada sus sospechas a un colaborador, que trata de calmarle. Pero el traficante asegura que no tendrá “piedad ni de los niños” y que sopesa buscar a Comitre en su casa y “matarle o quemarle la cara o los ojos con un soplete”.
La animadversión del capo y los suyos hacia Comitre se mantuvo durante toda la instrucción y, de hecho, algunos implicados llegaron a declarar que el abogado era el auténtico líder del colectivo criminal. El letrado, por su parte, trató de desmarcarse de Melania y alegó que sufría drogadicción, unas afirmaciones que para los magistrados “carecen de credibilidad”.
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