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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El encuentro pendiente

La necesidad de Aragonès con el riesgo de Sánchez. Lo que para el primero puede ser alimento electoral para el segundo, veneno; aunque ambos pueden intercalarse aprensiones y recelos

Josep Cuní
Reunion Sanchez Aragones
El presidente del Gobierno, Pedro S‡nchez, y el de la Generalitat, Pere Aragons, se encuentran en la Cena Anual de Pimec en el Camp Nou.Gianluca Battista

Tras el batacazo electoral, la duda razonable. La noche del domingo 19 de junio muchas voces se pusieron a debatir el camino que debería seguir un Pedro Sánchez supuestamente acorralado. O giraba a la derecha como persiguen y presionan actores diversos incluso de su propio partido o recuperaba el bloque de la investidura causante del castigo andaluz que debía sumarse al batacazo castellano de cuatro meses antes. Y aunque él mismo marcó la pauta a su formación al día siguiente y se reiteró en el Congreso 48 horas más tarde, las especulaciones siguieron, la rebaja del IVA en el recibo de la luz provocó espejismo por haberla propuesto Núñez Feijóo y la desafortunada justificación de la masacre de la policía marroquí a las puertas de la cumbre de la OTAN para doble disgusto de sus socios hizo el resto.

En medio, la cesión a las exigencias de Unidas Podemos sobre la ley trans con tanto ardor criticada por el feminismo socialista. Declaraciones aceptando que la ejecución presupuestaria del Estado en Catalunya era mejorable y se corregiría y el encuentro entre el ministro y la consejera de las presidencias para abordar las muchas asignaturas pendientes que van alargando la lista catalana de agravios. Se ampliaban así tantas páginas de la historia del siglo XX ya presididas por presidentes de República, monarcas e, incluso, dictadores. Un contencioso que llevó a Tarradellas a dibujar con irónica resignación lo del tradicional cepillo deslizado por la espalda de las chaquetas negociadoras en nombre de la Generalitat. Buenas palabras de compensación y pocas acciones por obligación.

La salida al césped del Camp Nou de ambos gobernantes el lunes los muestra mirando hacia lados opuestos. La emoción provoca una leve sonrisa en Sánchez pero no en Aragonès que mantiene el semblante serio, inexpresivo, porque ha decidido seguir disgustado. Tiene razones y son de peso aunque no deberían estar por encima del bien de los ciudadanos y sus necesidades. Pegasus aún preside la desazón y han quedado demasiadas explicaciones suspendidas y otra cita pendiente, aunque no concretada. Sus segundos lo abordaron para quedar que ya quedarán porque les separa el método a seguir revisado hasta tres veces y el guion a escribir borrado otras tantas. Los actores solo comparecerán cuando el escenario esté dispuesto pero la impaciencia de uno contrasta con la pasividad del otro. La necesidad de Aragonès con el riesgo de Sánchez. Y la prudencia del presidente con el ahogo del president porque ahí los dos caminan sobre campos minados. Distintos pero explosivos. Y lo que para el primero puede ser alimento electoral para el segundo, veneno; aunque ambos pueden intercalarse aprensiones y recelos. En el ambiente retruena Lambán: “los independentistas son supremacistas”. Lo dice empuñando la rosa cuyas espinas hieren las expectativas del diálogo imprescindible. Se diluirán si el verano y García Lorca no lo remedian.

“Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos”, lamentó el poeta.

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