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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Por un sí o por un no

El ardid del Govern con los Juegos Olímpicos de Invierno mata algunos pájaros independentistas de un tiro

El president de la Generalitat, Pere Aragonès, firma el decreto de impulso de la convocatoria de la consulta de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030.
El president de la Generalitat, Pere Aragonès, firma el decreto de impulso de la convocatoria de la consulta de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030.GENERALITAT (Europa Press)
Josep Cuní

Hay quien dice que los referéndums los carga el diablo. Y a pesar de parecer poco tolerantes exponen una serie de argumentos que pretenden traducir su posición como ilustradamente democrática cuando el ciudadano afectado la observa de dudosa reputación política. En el lado opuesto están quienes insisten en profundizar en el sistema participativo exigiendo a los mandatarios que compartan el poder o comprometiéndose ellos mismos a hacerlo cuando lo ostenten. Así, anunciando que consultarán la mayoría de las decisiones públicas que deban tomar, se desprenden de la responsabilidad que les corresponde por el cargo y lo enmascaran como la socialización de su potestad.

Sucede no obstante, que cuando los primeros deben dar el paso por exigencia ajena o graciosa concesión a la ciudadanía, la posible derrota les espera en la esquina. La consulta sobre el tranvía por la Diagonal del alcalde Jordi Hereu, por ejemplo. En cambio, cuando a los segundos les llega la hora de cumplir sus promesas, la obligación auto-impuesta les estorba y buscan subterfugios como el de la alcaldesa Ada Colau, que no considera que Barcelona deba ser preguntada sobre los Juegos Olímpicos de Invierno 2030 a pesar de lucir el nombre de la ciudad como ariete porque no comportarían ni grandes inversiones ni un castigo al medio ambiente en contradicción con su propio grupo parlamentario.

También están quienes buscan fórmulas alternativas que les alejen del riesgo que no quisieran correr porque ahora solo persiguen la aprobación antes recelada. Y formulan preguntas adaptadas a cada parte de los dos territorios que deben participar como ha resuelto el desafío el president Aragonés. Así, las seis comarcas directamente implicadas sí que podrán ejercer su derecho a decidir directamente, mientras las tres que reivindicaron la misma posibilidad por vecindad y conexión deberán constatar la voluntad popular de involucrarse o no en el evento deportivo. Entendiendo por “involucrarse” lo que el diccionario define como “hacer participar a una persona en un asunto, comprometiéndola o hablando de ella como si participase”. O sea, y para este caso, dejándola expresarse pero sin poder de decisión.

El ardid del Govern mata algunos pájaros independentistas de un tiro. Se desmarca de la CUP, directamente contraria a la propuesta, silencia las bases de Esquerra Republicana y a alguno de sus cargos destacados que habían manifestado su malestar al respecto, une su destino a Junts para evitar otra batalla, sin que sirva de precedente, y favorece una ristra de inversiones imprescindibles en el Pirineo que difícilmente podría o sabría satisfacer, para desesperación de sus habitantes y negación de los principios ecológicos sin los cuales uno deja de ser progresista automáticamente.

Pero como todo este despliegue coincide con el informe de los técnicos vinculados a la ONU sobre la urgencia climática que concluye aquel mismo año, la campaña negativa ya está hecha. En cambio, la gubernamental, aunque solo informativa, puede quedar afectada por la falta de convicción.

A todos ellos Adam Smith les advirtió: Si abordas una situación como un asunto a vida y muerte, morirás muchas veces.

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